Once años de prisión para los tripulantes del narcosubmarino apresado en 2019
Llegaron a la costa gallega al límite de sus fuerzas tras 27 días dentro del batiscafo
El caso del primer narcosubmarino apresado tras cruzar el Atlántico ya tiene sentencia: 11 años para los tres miembros de la tripulación de la precaria nave y de siete a nueve para sus cuatro colaboradores en tierra. El fallo emitido por la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Pontevedra pone punto y final a una investigación que dejó al descubierto una nueva modalidad de entrada de droga en Europa, a bordo de un insalubre submarino de fibra de vidrio fabricado en el Amazonas. Los tres hombres que durante 27 días malvivieron en este agujero de poco más de metro y medio cuadrado desde el que debían pilotar, comer y descansar por turnos cumplirán, tras jugarse la vida en distintas ocasiones, once años entre rejas por un delito de narcotráfico por el que, además, se les impone una multa de 300 millones de euros a cada uno.
Se trata de una cantidad que nada tiene que ver con los 50.000 dólares que les pagarían si realizaban la descarga a los primos ecuatorianos Pedro Roberto Delgado Manzaba y Luis Tomas Benítez Manzaba. Ni siquiera con el medio millón que le podrían haber prometido al piloto gallego Agustín Álvarez, que cayó con ellos cuando arribaron en una playa de las Rías Baixas. Los tres habían reconocido los hechos durante el plenario que se celebró el pasado diciembre en Pontevedra, por lo que solicitaron una rebaja de condena que finalmente ha sido de solo un año. Para sus contactos en tierra, dispuestos para recoger los 3.000 kilos de cocaína que viajaban en la nave, el tribunal pontevedrés dictó penas de entre siete y nueve años de prisión. El fallo señala a Iago Serantes como principal colaborador, por lo que lo condena a nueve años y a una multa de 200 millones de euros; al tiempo, rebajan la pena a siete años para los otros compinches que esperaban en Vigo. Todos ellos han sido condenados por tráfico de drogas, dando por bueno el relato que los sitúa como compinches.
La orden de los artífices del plan –cuya identidad se desconoce a día de hoy– fue la de guiar al batiscafo hasta la costa gallega, que el condenado conoce como la palma de su mano y en la que podría adentrarse sin ser detectado. Y así fue, solo que no contaban con que una dotación de la Guardia Civil los sorprendería en el epílogo de su hazaña y pondría fin al viaje antes de que la droga llegase a destino. En este punto, la Audiencia señala que estos cuatro acusados contaban con «información precisa sobre la ruta prevista y la concreta playa de arribada planeada, la playa do Foxo, en Aldán». También aclara que viajaron desde sus ciudades de residencia a Galicia, donde localizaron una casa para esconderse hasta que pudiesen recuperar la droga que los tripulantes iban a hundir al tocar tierra. El valor que esta cocaína tendría en el mercado ronda los 123 millones de euros.