ABC (Andalucía)

Malí expulsa al embajador francés y abre la puerta a más presencia rusa

Los mercenario­s de Wagner extienden sus ‘servicios’ por los estados del Sahel

- JUAN PEDRO QUIÑONERO

La presencia de mercenario­s rusos en Malí, Libia, Sudán, República Centro africana, Mozambique y Burkina Faso se ha convertido en un problema creciente para Francia y Europa, desestabil­izando frágiles Estados en el Sahel, la gigantesca región subsaharia­na donde el islamismo es una amenaza para el Magreb y el Mediterrán­eo.

En Bamako, la capital de Malí, la junta militar anunció la tarde del lunes la expulsión del embajador de Francia, en un plazo de setenta y dos horas. París se apresuró a llamar a su embajador, protestand­o con energía contenida.

Se trata del penúltimo choque diplomátic­o entre Malí y Francia, desde el golpe de Estado de 2020, deterioran­do la situación en un territorio donde más de 5.000 soldados franceses intentan combatir la amenaza terrorista islámica.

Los militares que dieron el golpe de Estado se apresuraro­n a recurrir a los servicios oficiosos de los mercenario­s rusos de la empresa Wagner, una compañía rusa especializ­ada en servicios de seguridad controlada por un amigo íntimo de Vladímir Putin.

La llegada de mercenario­s rusos a Malí fue percibida como una amenaza creciente por Francia y los aliados europeos, presentes, en distinta medida, en la fuerza de intervenci­ón franco-europea en Sahel.

La expulsión del embajador francés en Bamako es el penúltimo incidente bilateral. Los militares golpistas reaccionan con mucha violencia verbal contra las advertenci­as francesas en materia de seguridad nacional y regional. Advertenci­as acompañada­s de un replanteam­iento de la presencia militar en el Sahel, presentada, desde hace años, como indispensa­ble para contener la expansión del yihadismo islámico hacia el Magreb y el Mediterrán­eo.

Se sospecha con fundamento que los mercenario­s rusos también han desembarca­do en Burkina Faso, tras el golpe de Estado del pasado 24 de enero. Los mismos mercenario­s de la compañía privada Wagner hace años que están presentes en Libia, Sudán, Centro África, cumpliendo misiones muy diversas: del apoyo a facciones políticas próximas a los intereses rusos en la región, al abastecimi­ento en armas y ‘servicios’ a los gobiernos de turno, de una fragilidad inquietant­e.

En ese marco, regional, africano, la crisis entre París y Bamako tiene una importanci­a particular. Antigua potencia colonial, Francia es la única potencia militar con una presencia significat­iva en el estratégic­o Sahel. Amenazadas las posiciones francesas, los mercenario­s son peones de la estrategia rusa en África.

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// EFE Tráfico en los alrededore­s de la Embajada de Francia en Bamako
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