Una estafa viral y lucrativa desde la wifi del instituto
Estudiante de una FP de Informática de sólo 19 años en Montilla, se hizo rico con la venta fraudulenta de billetes falsos en TikTok mientras su madre pedía comida a un banco de alimentos
El joven ciberestafador vivía en una casa humilde; a veces su madre no tenía ni para pagar las facturas de luz y de agua
Sus clientes querían billetes falsos desde para tirarlos en una boda hasta para grabarse quemándolos y subir el video a redes
Asus 19 años, y mientras algunos de sus compañeros remoloneaban en el aula, él sí que aprovechaba sus clases. Incluso demasiado. El chico de 19 años detenido en Montilla por estafar en sus canales de Tiktok y Telegram vendiendo billetes falsos era un estudiante de un módulo de FP de Informática del mismo instituto al que birlaba el wifi para poder realizar sus fechorías. Muy rentables, aunque no compartidas. Pese a que el chaval comenzaba a llevar un tren de vida elevado y se le intervino una cartera digital de 6.000 dólares en criptomoneda, el día en que fue detenido junto a su madre ésta acababa de llegar a casa de pedir comida en un banco de alimentos.
Ha sido una de las últimas detenciones señeras realizadas por la sección de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional de Málaga, cada vez más activo y con más tarea. Y con una singularidad importante: no se ha realizado a partir de ninguna denuncia. De un soplo. De la pista dejada por algún afectado.
Han sido los propios agentes de esta unidad quienes en las labores de ciberpatrullaje continuas que realizan dieron con un anuncio en video en el que alguien ofrecía billetes falsificados. Con gran éxito, daba la impresión. En los canales de Telegram y Tiktok en los que se hacían las ‘ofertas’ había más de 2.000 seguidores. Y además, según parecía por los comentarios que vertían los usuarios en ellos, todos muy contentos con el servicio ofrecido, aunque luego se demostraría que era el propio detenido quien se ‘fabricaba’ ese tipo de reacciones para facilitar su ‘pesca’ de incautos.
Los billetes falsos se ofrecían en diversos ‘packs’. El pedido mínimo costaba 50 euros, por los que el cliente se suponía iba a obtener 200 en moneda de mentirijillas. Y de ahí hacia arriba, con ofertas cada vez ‘más ventajosas’. También ofrecía certificados Covid o pasaportes. En ese video, a los agentes les sorprendió la alta calidad de los billetes que vendía, por lo que comenzaron a tirar del hilo con una monitorización de la Red que ha durado un año antes de dar sus frutos. No fue sencillo llegar hasta el joven montillano. El chico sabía cómo escapar del cerco policial. Borraba los mensajes con sus transacciones, utilizaba cuentas intermedias en paypal... Incluso usaba la wifi del instituto en el que cursaba su módulo de FP, cercano a su casa.
En una casa humilde
Pero los agentes terminaron dando con su paradero en la localidad cordobesa. Se encontraron con un chaval que vivía en una casa «bastante humilde» junto a su madre, que pese a lo lucrativo de la actividad de su hijo manifestó a los policías atravesar por un momento económico más que delicado. De hecho llegaba en ese momento de conseguir comida de la beneficencia. Había meses en que no tenía para pagar la luz y el agua. El chaval a veces se ofrecía para sufragar esos gastos. Qué menos.
La señora fue también detenida. Según los investigadores, era conocedora de que su vástago podía estar realizando actividades fraudulentas, y de hecho era la titular de algunas cuentas bancarias y de teléfonos desde los que se habría cometido la estafa. Pero no consciente, se cree, del volumen de dinero que el chico llegó a manejar.
Y no era poco. En la habitación del muchacho, desde donde manejaba todo su ‘tinglado’, estaba instalado un potente equipo informático de no menos de 3.000 euros. Los investigadores encontraron ropa y zapatillas de marca. Y se incautaron en el ciberespacio de 6.000 dólares en criptomoneda, aunque no les cabe duda de que ha podido ganar y esconder mucho más dinero, que ahora se busca. «En seis meses podía mover bastante más de 10.000 euros», afirma a ABC Andrés Román, inspector jefe del grupo de Ciberdelincuencia de la comisaría malagueña. Hubo otro hallazgo. El chico tenía alquilado en Montilla un piso, cuya existencia desconocía su madre, donde se pegaba las fiestas con sus amigos.
Pero, ¿para qué quería la gente comprar esos billetes de pega? Las excusas que los policías han tenido que escuchar han sido de lo más variopintas. Desde uno que afirmó pretender usarlos para tirárselos en una boda a los novios a otro cuyo interés era grabarse quemando un buen fajo para un
video que quería subir a Tiktok. No todas esas justificaciones se las creen los investigadores, que han detenido a 24 personas e imputado a 29 (más el estudiante de Informática y su madre) en este caso, dado que la compra de moneda falsa también está penada. Lo más seguro, de todas formas, es que cuando se abra el proceso penal pasen de investigados a víctimas.
Porque en realidad fueron estafados. Los billetes por los que pagaron nunca llegaron. Pero, como suele ocurrir con esta clase de delitos, los engañados nunca denunciaron. Bien por ser conscientes del delito que estaban cometiendo o por vergüenza. «Al final los cazadores fueron cazados por un depredador mayor de sólo 19 años. Es un ejemplo paradigmático de cómo lo que parecía ser una trama de falsificación torna en un caso de estafa», afirma el inspector que ha liderado el caso.