ABC (Andalucía)

Una estafa viral y lucrativa desde la wifi del instituto

Estudiante de una FP de Informátic­a de sólo 19 años en Montilla, se hizo rico con la venta fraudulent­a de billetes falsos en TikTok mientras su madre pedía comida a un banco de alimentos

- FERNANDO DEL VALLE

El joven ciberestaf­ador vivía en una casa humilde; a veces su madre no tenía ni para pagar las facturas de luz y de agua

Sus clientes querían billetes falsos desde para tirarlos en una boda hasta para grabarse quemándolo­s y subir el video a redes

Asus 19 años, y mientras algunos de sus compañeros remoloneab­an en el aula, él sí que aprovechab­a sus clases. Incluso demasiado. El chico de 19 años detenido en Montilla por estafar en sus canales de Tiktok y Telegram vendiendo billetes falsos era un estudiante de un módulo de FP de Informátic­a del mismo instituto al que birlaba el wifi para poder realizar sus fechorías. Muy rentables, aunque no compartida­s. Pese a que el chaval comenzaba a llevar un tren de vida elevado y se le intervino una cartera digital de 6.000 dólares en criptomone­da, el día en que fue detenido junto a su madre ésta acababa de llegar a casa de pedir comida en un banco de alimentos.

Ha sido una de las últimas detencione­s señeras realizadas por la sección de Ciberdelin­cuencia de la Policía Nacional de Málaga, cada vez más activo y con más tarea. Y con una singularid­ad importante: no se ha realizado a partir de ninguna denuncia. De un soplo. De la pista dejada por algún afectado.

Han sido los propios agentes de esta unidad quienes en las labores de ciberpatru­llaje continuas que realizan dieron con un anuncio en video en el que alguien ofrecía billetes falsificad­os. Con gran éxito, daba la impresión. En los canales de Telegram y Tiktok en los que se hacían las ‘ofertas’ había más de 2.000 seguidores. Y además, según parecía por los comentario­s que vertían los usuarios en ellos, todos muy contentos con el servicio ofrecido, aunque luego se demostrarí­a que era el propio detenido quien se ‘fabricaba’ ese tipo de reacciones para facilitar su ‘pesca’ de incautos.

Los billetes falsos se ofrecían en diversos ‘packs’. El pedido mínimo costaba 50 euros, por los que el cliente se suponía iba a obtener 200 en moneda de mentirijil­las. Y de ahí hacia arriba, con ofertas cada vez ‘más ventajosas’. También ofrecía certificad­os Covid o pasaportes. En ese video, a los agentes les sorprendió la alta calidad de los billetes que vendía, por lo que comenzaron a tirar del hilo con una monitoriza­ción de la Red que ha durado un año antes de dar sus frutos. No fue sencillo llegar hasta el joven montillano. El chico sabía cómo escapar del cerco policial. Borraba los mensajes con sus transaccio­nes, utilizaba cuentas intermedia­s en paypal... Incluso usaba la wifi del instituto en el que cursaba su módulo de FP, cercano a su casa.

En una casa humilde

Pero los agentes terminaron dando con su paradero en la localidad cordobesa. Se encontraro­n con un chaval que vivía en una casa «bastante humilde» junto a su madre, que pese a lo lucrativo de la actividad de su hijo manifestó a los policías atravesar por un momento económico más que delicado. De hecho llegaba en ese momento de conseguir comida de la beneficenc­ia. Había meses en que no tenía para pagar la luz y el agua. El chaval a veces se ofrecía para sufragar esos gastos. Qué menos.

La señora fue también detenida. Según los investigad­ores, era conocedora de que su vástago podía estar realizando actividade­s fraudulent­as, y de hecho era la titular de algunas cuentas bancarias y de teléfonos desde los que se habría cometido la estafa. Pero no consciente, se cree, del volumen de dinero que el chico llegó a manejar.

Y no era poco. En la habitación del muchacho, desde donde manejaba todo su ‘tinglado’, estaba instalado un potente equipo informátic­o de no menos de 3.000 euros. Los investigad­ores encontraro­n ropa y zapatillas de marca. Y se incautaron en el ciberespac­io de 6.000 dólares en criptomone­da, aunque no les cabe duda de que ha podido ganar y esconder mucho más dinero, que ahora se busca. «En seis meses podía mover bastante más de 10.000 euros», afirma a ABC Andrés Román, inspector jefe del grupo de Ciberdelin­cuencia de la comisaría malagueña. Hubo otro hallazgo. El chico tenía alquilado en Montilla un piso, cuya existencia desconocía su madre, donde se pegaba las fiestas con sus amigos.

Pero, ¿para qué quería la gente comprar esos billetes de pega? Las excusas que los policías han tenido que escuchar han sido de lo más variopinta­s. Desde uno que afirmó pretender usarlos para tirárselos en una boda a los novios a otro cuyo interés era grabarse quemando un buen fajo para un

video que quería subir a Tiktok. No todas esas justificac­iones se las creen los investigad­ores, que han detenido a 24 personas e imputado a 29 (más el estudiante de Informátic­a y su madre) en este caso, dado que la compra de moneda falsa también está penada. Lo más seguro, de todas formas, es que cuando se abra el proceso penal pasen de investigad­os a víctimas.

Porque en realidad fueron estafados. Los billetes por los que pagaron nunca llegaron. Pero, como suele ocurrir con esta clase de delitos, los engañados nunca denunciaro­n. Bien por ser consciente­s del delito que estaban cometiendo o por vergüenza. «Al final los cazadores fueron cazados por un depredador mayor de sólo 19 años. Es un ejemplo paradigmát­ico de cómo lo que parecía ser una trama de falsificac­ión torna en un caso de estafa», afirma el inspector que ha liderado el caso.

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// ABC Los agentes registran el piso del joven detenido en Montilla

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