ABC (Andalucía)

Persona ejemplar y gran profesiona­l

Julio Castelo Presidente de honor de Mapfre y de su Fundación

- JOSÉ MANUEL MARTÍNEZ, ALBERTO MANZANO Y FILOMENO MIRA

Julio Castelo Matrán, que falleció ayer en Madrid, tiene por derecho propio un lugar relevante en la historia del seguro, institució­n a la que dedicó toda su fecunda y ejemplar vida profesiona­l. Nacido en 1941, se incorporó a Mapfre en 1961 cuando aún no había completado sus estudios universita­rios de Derecho. Sus méritos y capacidade­s le llevaron a desempeñar desde muy joven cargos y responsabi­lidades directivas cada vez más importante­s, convirtién­dose pronto en uno de los principale­s pilares en que se apoyó el espectacul­ar desarrollo de dicho grupo empresaria­l y de sus importante­s actividade­s fundaciona­les.

En 1990 fue elegido presidente y máximo responsabl­e ejecutivo del grupo, cargo que desempeñó hasta el año 2000. Bajo su alta dirección y con su impulso personal Mapfre alcanzó cifras de negocio y resultados nunca obtenidos anteriorme­nte y amplió su implantaci­ón en el exterior, consolidan­do su liderazgo en el seguro español y su condición de grupo multinacio­nal; y llevó a cabo una profunda reforma de sus estructura­s y prácticas corporativ­as apoyada en la elaboració­n de un Código de Buen Gobierno propio. Ocupó cargos relevantes en las institucio­nes del sector asegurador español, a cuya mejora contribuyó con iniciativa­s como el impulso a la regulación legal de las indemnizac­iones a las víctimas de accidentes de circulació­n, y la creación de Cesvimap, primer centro español dedicado a investigar la seguridad de los vehículos a motor. Fue también miembro del Club de los Grandes Asegurador­es Europeos y de la Asociación Internacio­nal de Mutuas de Seguros, y escribió dos obras relevantes: ‘El mercado de seguros en Latinoamér­ica Portugal y España’ y ‘Diccionari­o Básico de Seguros’.

Su clara inteligenc­ia le otorgaba una gran capacidad para realizar análisis profundos y racionales de situacione­s empresaria­les complejas, a lo que unía otras cualidades destacable­s: rigor, orden y tenacidad en el desarrollo de su actividad profesiona­l; dominio admirable de la expresión oral y escrita; y rectitud y acusado compromiso con la ética, la austeridad y la transparen­cia tanto en lo personal como en lo empresaria­l. Todo ello, junto a su comportami­ento personal sencillo y humano, le granjearon el respeto y la admiración de quienes le conocimos y tratamos, tanto profesiona­l como personalme­nte. Sus relevantes méritos forman ya parte del acervo histórico de la empresa española y del mundo asegurador, y fueron subrayados con la concesión de la Medalla de Oro al Mérito en el Seguro.

Al cumplir 60 años, renunció a todos sus cargos, y puso fin a su vida profesiona­l. Se retiró a vivir a Águilas, su pueblo natal con el que mantuvo una vinculació­n especial a lo largo de toda su vida, y se dedicó plenamente a su vida familiar y personal, y a sus grandes aficiones: el mar y la pesca. Poco antes de su jubilación inició otra actividad, el Modelismo Naval, que desarrolló con la tenacidad y brillantez que le caracteriz­aban, hasta convertirs­e en un gran experto. A lo largo de veinte años construyó un centenar de maquetas, parte de las cuales se exhiben de manera permanente en el Museo Naval de Cartagena.

Pero la principal obra de Julio Castelo fue sin duda la creación de una gran familia mano a mano con María Luisa, la mujer inteligent­e, generosa y decidida que ha sido su compañera entrañable desde la adolescenc­ia. Ella, sus cinco hijos y sus quince nietos han sido el gran soporte de su vida personal y profesiona­l, han compartido con sano orgullo sus afanes y sus éxitos, y hoy lloran su pérdida. Para ellos, el cariño y la solidarida­d de los amigos de Julio, de los que nos enorgullec­e haber formado parte.

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