ABC (Andalucía)

La teodicea de Sánchez

Los autónomos son como las anguilas de aquella cocinera francesa a la que reprochaba­n hacerlas sufrir al desollarla­s vivas: «Ya están acostumbra­das. Llevo treinta años haciéndolo»

- IGNACIO RUIZ-QUINTANO

LO que el monopolio mediático hace con Sánchez se llama ‘teodicea’, un género filosófico. Ante la cuestión de la bondad de Dios a la vista del mal en el mundo («si Deus, unde malum?»: si existe Dios, ¿por qué existe el mal?), Leibniz hizo para la reina Carlota de Prusia una justificac­ión de Dios y le dio el nombre de ‘teodicea’. Con un optimismo (teológico) de feriante (era de Leipzig), Leibniz concibió que, al crear el mundo, Dios hubo de admitir el mal como condición de posibilida­d del mejor de los mundos posibles.

Sánchez no es Dios, papel que incluso él le cede con gusto a Bolaños, ‘el último genio universal’, que una vez ganó unas oposicione­s que salían números. Sánchez no es más que la mineraliza­ción del mando en un régimen despótico denominado Estado de Partidos cuyo factor de gobierno es la corrupción o ‘faisandage’, reacción química que sucede al ‘rigor mortis’ y que precede a la descomposi­ción final.

Mas en la teodicea que nos atiza el monopolio mediático Sánchez es el mejor de los gobernante­s posibles. Entonces ¿por qué estamos en la ruina? Allí donde existe la ruina, Sánchez ya sólo podría justificar­se mediante su inexistenc­ia.

—La única disculpa que tiene Dios es que no existe –formuló Stendhal su inferencia.

Como Dios, Sánchez vive en el cielo de su Falcon, y a todos los efectos no existe. De hecho, ningún arruinado lo ha visto, aunque nos consta que, en la línea del marianismo, el sanchismo trabaja para sacarnos de la ruina a base de impuestos que acostumbra­n sufrir los autónomos, convertido­s ya en las anguilas del Régimen, como en el cuento que hace Constant sobre los que invocan la costumbre a favor de la injusticia, que le recuerdan a aquella cocinera francesa a la que reprochaba­n hacer sufrir a las anguilas al desollarla­s vivas:

—Ya están acostumbra­das –contestó ella–. Llevo treinta años haciéndolo.

Cada siglo, en efecto, aguarda al hombre que le sirva de representa­nte, y en España el hombre de este siglo es Sánchez.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain