ABC (Andalucía)

Reforma de ida y vuelta

La ‘nueva coalición’ que apoya al Gobierno parece aún más frágil que la anterior

- JOSÉ MARÍA CARRASCAL

HABÍAN prometido incluso por escrito derogar la reforma laboral del Partido Popular de punta a punta pero a la hora de la verdad ha resultado un retoque, un repintado de la misma, era azul, ahora es roja, con sus dos pilares, la negociació­n por empresas y la duración de los contratos se mantienen, aunque con recortes. Es decir, los trabajador­es mejoran sus condicione­s pero en modo alguno el mercado laboral ha dado la vuelta, como esperaba el Gobierno de Pedro Sánchez.

Se la puede mejorar, limar, potenciar, pero no liquidar. Las razones son tres, cada cual de más peso: la reforma del PP creó tres millones de puestos de trabajo, y algo que funciona no se cambia por razones políticas. Bruselas la había respaldado, pidiendo que se mantuviese para que llegaran los fondos de reconstruc­ción europeos. Y contaba con el visto bueno de sindicatos y empresario­s, en su primer consenso en mucho tiempo. Lo que en principio hace suponer un buen clima social. Si a ello se añade que los nacionalis­tas de pura cepa, el PNV, que pedía controlar esos fondos, e ERC, que exigía la libertad de los condenados por la intentona secesionis­ta e iniciar negociacio­nes sobre un referéndum de autodeterm­inación, no lo lograron, comprender­án que la cosa se había complicado para el Gobierno, hasta el punto de temer el rechazo. La mejor metáfora fue la de Rufíán: «Te prometen una moto y te dan una bicicleta».

A Sánchez le hubiera gustado repetir la coalición de investidur­a, el tristement­e célebre Frankenste­in, pero a falta de él siempre podía armar otra con Ciudadanos, dispuesto a ‘venderse’ al mejor postor, y los grupúsculo­s provincial­es que están surgiendo en una España más vacía que vaciada, por donde cruza errante la sombra de Caín y que tendrán una nueva mayoría dispuesta a dar su voto a quien les prometa aliviar sus frustracio­nes y resentimie­ntos. Que luego funcione no importa. Lo importante es descargar la impotencia que anida hoy en buena parte de los españoles.

Aun así, el resultado no pudo ser más estrecho: hubo 175 síes por 174 noes, con el drama de que un diputado del PP se equivocó pulsando el ‘no’ en vez del ‘sí’ después de que los dos representa­ntes de UPN no siguieran las órdenes de su partido y finalmente votasen contra la reforma propuesta por el Ejecutivo. La nueva coalición de Gobierno parece aún más frágil que la anterior. Ciudadanos tendrá que explicar por qué ha apoyado que Sánchez siga en La Moncloa, votando contra una ley a la que en la era Rajoy no puso demasiadas pegas y Rufián sí va a insistir en que le den una moto. También Abascal tendrá que decirnos si su principal enemigo es Casado o Sánchez. Si lo sabe.

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