Carteles, carros de combate y kalashnikov, el paisaje de la guerra
El movimiento de vehículos militares ya no llama la atención en el este de Ucrania
La tensa calma que se respira en la ciudad de Kramatorsk, capital del ‘óblast’ desde la ocupación rusa de Donetsk, puede quebrarse en cualquier momento. Es un avispero bélico encubierto bajo la normalizada rutina diaria de los casi 157.000 habitantes que viven en este lugar, muy cercano al frente de batalla donde impera un alto el fuego negociado por las autoridades de Kiev y los separatistas prorrusos desde 2015.
Por las calles se ven algunos hombres jóvenes con cicatrices palpables de la guerra: piernas y brazos amputados, quemaduras o deformaciones causadas por las bombas y las granadas. Para llegar hasta aquí desde Járkov, la segunda ciudad más grande en Ucrania, es imprescindible cruzar estrictos puesto de control militar.
El primero de ellos, al entrar al ‘óblast’ de Donetsk, justo donde se erige uno de los numerosos monumentos a los caídos de la Segunda Guerra Mundial. Un puesto montado con sacos terreros custodiado por militares y policías, armados con kalashnikov, que muestran de manera ostentosa numerosos cargadores de munición.
Una vez que te paran, controlan quién eres, algunos coches son registrados y a los extranjeros les hacen un interrogatorio sobre sus intenciones para cruzar el paso.
Al llegar a la ciudad, comienzan a verse caravanas de vehículos todoterreno rotulados y con banderas identificativa de los observadores para la seguridad y cooperación en Europa (OSCE) –mediadores del conflicto– y de Unicef, que también tiene una sede para ayudar en la educación de los niños víctimas de la guerra y en el suministro de agua potable a las comunidades más afectadas por los enfrentamientos armados.
Propaganda militar
Lo más llamativo son los carros blindados armados con ametralladoras pesadas en la parte superior, pertenecientes a las Fuerzas Armadas ucranianas, que se dirigen en dirección al frente. También aparecen convoyes de camiones militares cargados con leña y gasóleo, escoltados por la Policía local.
En las calles de la localidad de Sloviansk, cerca de Donetsk, hay numerosos carteles de propaganda militar que llaman a levantar la moral y autoconvencerse de la victorial final. «Siempre en alerta», «Vamos a responder a nuestro enemigo» y «Ucrania no podrá ser derrotada», se lee en los carteles con imágenes modernas de soldados, aviones y carros de combate.
El movimiento de estos vehículos por el paisaje urbano ya no llama la atención de los lugareños, que desde 2014 viven sumergidos dentro de un conflicto que se ha extendido por muchos años. La mayoría rusoparlante quiere que acabe el conflicto y poder así recuperar las vidas que tenían antes de que estallara la guerra.