Otra serie con mayordomo
Fellowes trasplanta en Nueva York el eje arriba-abajo, señores-servicio, y le añade otro, el de lo viejo contra lo nuevo
Después de ‘Downton Abbey’, Julian Fellowes continúa con las historias de época, que mejor podríamos llamar ‘de época con mayordomo’ porque en todas sale el característico sirviente principal que censura el chismorreo del servicio cuando es excesivo, que personifica la tradición, odia al advenedizo y está siempre donde debe. El mayordomo más señorial que el propio señor, el Jeeves que no se sale de sus zapatos. Aparece en ‘Belgravia’ (Movistar), la serie anterior de Fellowes, y figura también como ingrediente característico en ‘La edad dorada’, disponible en HBO Max.
La historia se sitúa en Nueva York, el año en que muere Jesse James, 1882. Fellowes trasplanta allí el eje arriba-abajo, señores-servicio, y le añade otro, el de lo viejo contra lo nuevo. Tras la Guerra de Secesión, Estados Unidos crecía con la extensión del ferrocarril y esa pujanza dio un tipo de millonario, el ‘robber baron’, de dudosa ética, que llegó a ser un arquetipo. De alguna manera, el ‘salvaje Oeste’ era el reflejo de un salvaje este de los dineros.
Estos nuevos ricos querían lucirse y conquistar la Quinta Avenida y es ahí donde aparece lo viejo, encarnado en dos hermanas, ancianas de rancio abolengo, que interpretan Cynthia Nixon y Christine Baranski, quizás la mejor en su caracterización de una vieja dama anterior a la revolución, clasista por principio. Estas señoras no son solo un arquetipo, sino una institución. Existe aún la asociación de Hijas de la Revolución Americana, que solo admite mujeres que acrediten descender de participantes en la revolución; incluso una de Damas Coloniales, de la América británica anterior. Justo estas damas recibirán al rico trepador, y es la claridad de sus arquetipos lo que empequeñece la serie por su esquematismo.
Los dos ejes (arriba-abajo, viejo-nuevo) se completan y actualizan con el blanco-negro y hetero-gay, divisiones y barreras que los jóvenes querrán transgredir movidos por la ambición, la lujuria y el amor. Pero lo que hará a la serie estimable, digna de ver, ejemplo de un género, será el viejo mayordomo que lo condene todo con la mirada.