«LÓPEZ OBRADOR ESTÁ HACIENDO TIRO AL BLANCO CON LOS PERIODISTAS»
Los últimos asesinatos en México han vuelto a cuestionar la actitud del presidente hacia los informadores. ABC conversa con Anabel Hernández, perseguida por sus investigaciones sobre el poder político y los narcos
Anabel Hernández (Ciudad de México, 1971) lleva viviendo con escolta desde 2009, cuando investigaba para su libro ‘Los señores del narco’. Ya entonces se había vuelto una periodista muy incómoda porque informaba sobre la corrupción e irregularidades en el seno del poder político. A lo largo de su trayectoria ha escrito sobre los últimos cuatro gobiernos mexicanos –Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador–, así como sobre el otro poder paralelo que existe y que convive con el político, cuando no lo dirige, el de los narcos. Cuando todavía resuenan los ecos por el asesinato de cuatro periodistas el pasado mes de enero en México, Hernández explica a ABC cómo ha vivido en primera persona la persecución, y casi la violencia física cuando una decena de sicarios fueron a su casa para matarla. «Por fortuna una fuente de información mía, que estaba infiltrada en la Policía Federal, me informó de que se estaba gestando un atentado en mi contra», recuerda esta mujer, que habla con vehemencia del drama que viven los reporteros de su país y con pasión de una profesión a la que se ha entregado durante los últimos veinte años.
En el momento del atentado contra Hernández, Genaro García Luna, que actualmente está en espera de juicio en Nueva York por su complicidad con los cárteles de la droga, era secretario general de Seguridad Pública en el Gobierno de Felipe Calderón (2006-2012). «Yo fui la periodista que cuando él estaba en funciones, en máximo nivel de poder, le denuncié y pude comprobar con testigos directos y documentos que este hombre y sus personas más cercanas en la Policía Federal trabajaban para el cártel de Sinaloa; y que la supuesta guerra contra el narcotráfico que había emprendido Felipe Calderón (y que dejó miles de muertos en México) era solo una mascarada». En realidad, el Gobierno no quería
destruir a los cárteles, «estaba a favor del de Sinaloa y la Federación, y quería combatir a los demás para que en México hubiera un monopolio –asevera–. Cuando descubrí esto y lo documenté, el secretario general y sus secuaces estaban muy molestos y ordenaron mi asesinato», afirma una de las periodistas mexicanas más reconocidas dentro y fuera de México, laureada internacionalmente por sus investigaciones.
Culpabilidad
Alertada de un posible atentado contra ella, hizo de manera preventiva una denuncia penal a la Procuraduría de México (Fiscalía): «Me pusieron escoltas pero, por desgracia, eso no impidió que desde enero de 2011 hasta 2016, mi familia y yo fuéramos víctimas de atentados armados. Por fortuna, estoy viva casi de milagro». Haber salido ilesa de todos ellos ha provocado, sin embargo, sentimientos encontrados en la periodista. «Cuando uno ve a sus compañeros morir en esas condiciones –torturados, tiroteados, acuchillados, desaparecidos...–, cuando sobrevives a una tragedia así, hay sentimientos de culpabilidad y responsabilidad, de pensar que yo debo continuar mi trabajo aún en las peores condiciones, que es la única manera en la que se puede trabajar en México».
La entrevista con Anabel Hernández tiene lugar por Zoom pocas horas después del asesinato a tiros del periodista Roberto Toledo, quien, además de ejercer como abogado, colaboraba en el portal ‘Monitor Michoacán’. Con él son cuatro los comunicadores asesinados en enero. Su nombre se suma a los de Lourdes Maldonado (que, sabiéndose en peligro, en 2019 pidió ayuda a López Obrador), Alfonso Margarito Martínez y José Luis Gamboa. Todos ellos fueron ejecutados con escasos días de diferencia.
«Yo he venido advirtiendo desde hace varios meses a la comunidad internacional de la situación que se vive en México», indica Hernández, que en el momento de esta conversación se encuentra en Ciudad de México. Las amenazas a periodistas y a la libertad de expresión, insiste, son un problema global, pero en su país se han convertido en una grave crisis. La ONG Reporteros sin Fronteras sitúa a México como el país más peligroso para ejercer esta profesión.
«Cuando se ejerce de manera responsable, con ética, como un servicio profundo a la sociedad, puede realmente trastocar los intereses de las oligarquías, de los narcotraficantes, de los centros de poder económico... Por eso, en el mundo en general hay una lucha feroz de un sistema corrupto que no quiere que los periodistas estemos observando y poniendo el dedo en la llaga», argumenta.
Según las propias cifras oficiales de la Secretaria de Gobernación, el Sexenio del actual presidente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), del que solo se ha cumplido la mitad de mandato, va camino de convertirse en el más mortal para los informadores. Con el asesinato el pasado lunes de Toledo son ya 52 los periodistas muertos, frente a los 56 asesinados durante todo el Sexenio de Peña Nieto, los 83 en el de Felipe Calderón y los 29 durante la presidencia de Fox.
«Venimos arrastrando 20 años donde la violencia contra los periodistas ha ido escalando sin que ningún poder, ni judicial, ni político en México haya querido realmente frenar esta violencia. Al contrario. Hay una gran impunidad: el 98% de los homicidios contra los periodistas, no solo ahora, se han mantenido impunes». Tan solo una de cada diez agresiones contra periodistas es investigada.
El problema no es nuevo. Hernández señala que tanto Fox, como Calderón y Peña Nieto fueron «omisos» ante los asesinatos de periodistas durante sus mandatos: «Nunca hubo un pronunciamiento real del Gobierno Federal para decir basta ya, no maten a los periodistas, porque para estos regímenes la transparencia y la rendición de cuentas era una cosa inaceptable», subraya. Una transparencia imposible para un poder político «que está conviviendo con los cárteles de la droga, para los que también le somos incómodos los periodistas. Le somos incómodos al poder económico y político de México, y al poder criminal. Unos poderes que muchas veces se entrelazan».
Ataques de AMLO
Pero la situación actual es aún peor que durante esos mandatos. «Y no es una cosa que decimos los periodistas, incluso lo dicen los números oficiales de la Administración de Andrés Manuel López Obrador. Está en el registro de la Secretaría de Gobernación. El subsecretario Alejandro Encinas ha revelado que las agresiones contra los periodistas, medios de comunicación y comunicadores en México han aumentado el 88% respecto a los tres sexenios anteriores. Y uno se pregunta por qué, si se supone que llegó un Gobierno democrático, de izquierdas, que ha prometido una transformación...», se cuestiona Hernández, para responder a continuación: «Porque este Gobierno y muchos de sus integrantes –senadores, diputados, gobernadores...– pertenecen al mismo sistema corrupto. Y no solo eso, tenemos a un jefe del Ejecutivo que es omiso, al igual que sus predecesores, pero no solo eso: es proactivo en las agresiones contra los periodistas. Estamos hablando de un presidente que se dedica a denostar el trabajo periodístico todos los días».
Para la periodista es el propio AMLO quien está agrediendo a los periodistas a través de unos mensajes en los que «se le está diciendo a los políticos y a los empresarios corruptos, a los narcotraficantes: pégueles, máteles... Lo que el presidente de México está
haciendo desde que comenzó su Gobierno es hacer tiro al blanco con los periodistas. En eso nos convierte cada mañana. En sus conferencias de prensa él está denostando trabajos periodísticos sólidos, que no le convienen solo porque cuestionan su Gobierno, y eso es la esencia del periodismo».
Pocas horas después del asesinato de Roberto Toledo, López Obrador volvía a arremeter contra la prensa en su habitual ‘mañanera’ (rueda de prensa diaria), calificando a los informadores de «golpeadores, mercenarios y sin principios». Es por ello, que la autora de libros como ‘Los señores del narco’ y ‘La verdadera noche de Iguala’, que aborda la desaparición de 43 estudiantes en septiembre de 2014, no duda en afirmar categóricamente: «Él ha dicho claramente en todos los lenguajes posibles –burla, denostación–, que los periodistas son sus enemigos. Se compara con el presidente Madero, de quien afirma que fue destruido por la prensa».
Mecanismo de protección
La violencia contra periodistas llevó a la creación, en 2012, de un Mecanismo de protección para personas defensoras de derechos humanos y periodistas, que depende de la Secretaría de Gobernación. Cuenta con 1.478 personas beneficiarias, según indica su página web. Según distintos medios, la cifra de periodistas varía entre el medio millar y los casi 700 informadores. De los cuatro asesinados en enero, tanto Lourdes Maldonado como Margarito Martínez habían solicitado medidas de protección, pero el segundo no había logrado entrar en dicho mecanismo.
«Se supone que al periodista amenazado le hacen una evaluación de riesgos y deciden si es de nivel 1, 2, 3, o máximo. En función de esa valoración deciden qué tipo de protección necesita. A la gran mayoría les dan tan solo un botón de pánico. A mí me lo dieron en 2013. Es un aparato que aprietas y, se supone, desencadena una alarma para que las autoridades lleguen al lugar donde estás y te socorran. A otros periodistas les ponen cámaras de vigilancia en sus domicilios, a otros escoltas a tiempo completo o parcial. Esto depende de la supuesta evaluación de riesgos. Debo decir que en mi experiencia, después de que un comando armado llegase a asesinarme a mi casa –por fortuna no me encontraba allí– y hostigaran a mis vecinos, a los que apuntaron con un arma en la cabeza once personas..., después de ese episodio, la evaluación dijo que mi riesgo era mínimo. Lo que significa que alguien del Gobierno me quería muerta», asevera.
Otro de los actos que han tensionado las relaciones de AMLO con los periodistas es la inclusión en sus ‘mañaneras’ del espacio ‘Quién es quién de las mentiras’. Incorporado en junio de 2021, su objetivo es exhibir «las mentiras que se difunden en medios de información». Esta semana dicho espacio ha sido denunciado por Pedro Vaca Villarreal, relator especial para la libertad de expresión de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH), al considerar que «enrarece los mensajes firmes que se deben escuchar de respaldo a la labor periodística y de rechazo a la violencia contra periodistas». En declaraciones a la revista ‘Proceso’, Vaca Villarreal afirmó que este espacio «envía mensajes confusos sobre la intención gubernamental de garantizar la libertad de prensa».
Idas y venidas
A pesar de las amenazas y de tener que vivir con escolta cuando reside en México –la periodista se ha visto obligada a abandonar el país en varias ocasiones–, Anabel Hernández no deja de investigar, publicar informaciones en medios de su país y también internacionales, además de seguir publicando libros. El último, ‘Emma y las señoras del narco’ (Grijalbo), la ha vuelto a poner en el centro de las amenazas tras desvelar las relaciones de numerosos famosos –modelos, presentadores, actores...– con los cárteles más poderosos. Esta misma semana, Hernández anunciaba en rueda de prensa que había presentado una demanda penal contra el actor Andrés García por «amenazas en mi contra», señaló.
Vivir rodeada de escoltas no le ha impedido, sin embargo, proseguir con sus investigaciones. «Lo que he aprendido en estos años es a protegerme a mí y a mis fuentes. Y a encontrar maneras de poder trabajar. Quién puede hacerlo con escolta, sobre todo cuando el tipo de información que manejo es muy sensible», cuestiona. Es por ello que la periodista tiene que hacer «malabares» para encontrar mecanismos, «sin arriesgar mi vida y sin ser kamikaze, porque tampoco creo en ese periodismo. Uno tiene que sobrevivir para contar la historia», subraya.
Hernández se vio obligada a abandonar México, por seguridad, en dos ocasiones: «Tuve que salir a causa de todos estos atentados armados contra mí y el asesinato de algunas de mis fuentes». La primera fue en 2014. Estuvo fuera dos años gracias a una beca de la Universidad de Berkley. «Ellos financiaron mi investigación sobre los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa», en la que desvela la complicidad entre el ejército mexicano y los narcos para hacer desaparecer a estos jóvenes que por error se llevaron un autobús cargado de droga. Después de este periodo de paz, Hernández regresó a México, «e inmediatamente fui víctima otra vez de atentados por mi investigación sobre los estudiantes. Y tuve que salir de nuevo».
A pesar de estas salidas abruptas, confiesa que es en estas pausas, saliendo de México, cuando puede hacer su trabajo. «Encuentro la manera de hablar con mis fuentes de información sin estar en el país. Realmente sigo un esquema muy complicado, pero uno tiene que encontrar la manera de seguir. Yo no me quiero resignar a que estas personas piensen que porque me pueden expulsar de mi país van a impedirme hacer mi trabajo periodístico». Confiesa que sigue viajando constantemente a México «porque llega un momento en mis investigaciones, que tengo que estar ‘in situ’, ir al lugar de los hechos. Hay fuentes que solo hablan conmigo si las veo cara a cara. Trato de hacerlo lo menos posible, pero al final tengo que ir a México».
Información sensible
Un ejemplo de estas informaciones sensibles son las entrevistas que en los últimos años ha realizado a Emma Coronel, una de las esposas del Joaquín Guzmán Loera, el ‘Chapo’, líder del cártel de Sinaloa, que cumple cadena perpetua en EE.UU.. Hernández fue la primera en entrevistar a Coronel, que a su vez es la primera mujer del mundo de los cárteles que habla abiertamente con la prensa.
En la actualidad, la esposa del Chapo cumple tres años de cárcel, también en EE.UU.. «La entrevisté en Culiacán, en el epicentro del cártel de Sinaloa. Fui con un esquema de seguridad muy estricto, pero mucho más discreto. Iba con las cámaras de Telemundo y eso mismo me protegía, porque una cosa es que el cártel mate a un periodista de un medio más desprotegido que a un cámara de Telemundo. Hacer esto sería traerse encima al Gobierno de EE.UU., y no quieren poner más en riesgo sus negocios criminales», concluye.
Vivir con escoltas
«HAGO MALABARES PARA ENCONTRAR MECANISMOS PARA TRABAJAR, SIN SER KAMIKAZE, PORQUE UNO TIENE QUE SOBREVIVIR PARA CONTAR LA HISTORIA»