La ‘comuna’ gallega que da la espalda a las vacunas
El concello lucense de Negueira de Muñiz, donde existe una comunidad alternativa descendiente de una comuna de los años 80, que rechaza la existencia del Covid, no llega al 60% de vecinos con al menos una dosis
«El virus lo echan, es todo una mentira», dispara sin rubor María al sentarse a hablar tras ofrecer agua y melón a sus invitados. Lo dice con pausa, desde la convicción. No es su nombre real, pero es la condición que pone para sentarse con un periodista. Sus vecinos no quieren saber nada de los medios, por aquello de que consideran que sus postulados son malinterpretados. María rompe esa ley del silencio. Forma parte de una de las ‘comunidades alternativas’ del ayuntamiento lucense de Negueira de Muñiz, aunque los vecinos son más directos y se refieren a ellas como comunas. Es el menos poblado de Galicia y también el de menor vacunación contra el Covid, por debajo del 60%, en una comunidad que se acerca al 90% de su población total con pauta completa.
Negueira es un concello rural de los Ancares, tan al este gallego que prácticamente toda su frontera linda con Asturias. Lo único que tiene cerca es la montaña. Dista una hora y media en coche de Lugo y dos y media de Oviedo. Aunque hay censadas 225 personas, solamente residen todo el año un centenar. El ayuntamiento está dividido en dos por el río Navia, límite natural entre el pueblo de Negueira y las aldeas donde reside la comunidad. En ellas vive más o menos la misma cantidad de gente que en el pueblo. Ernes es el centro neurálgico de este grupo de cerca de cincuenta personas cuyo modo de vida alternativo desciende de una comuna (esta sí) establecida en los años 80.
Aunque aseguran que no se sienten identificados con el término y no se refieren a sí mismos como tal, su sistema de vida y subsistencia guarda paralelismos con las comunas. Se dedican principalmente a la agricultura, comercializan sus productos a través de la cooperativa Ribeiregas y hacen comunidad en base a la autogestión e intercambio. La aldea de Ernes está separada del pueblo de Negueira por carreteras serpenteantes que bordean el río y se extienden casi 30 kilómetros, unos cuarenta minutos en coche. La conforman una veintena de casas en las que residen personas que buscan un estilo de vida alternativo, venidas de diversos puntos de España y también de otros países.
«Es todo mentira»
En esta comunidad reside la parte de la población de Negueira de Muñiz que no está vacunada contra el Covid. «Detrás de este va a venir otro. Es todo mentira, un negocio para las farmacéuticas, un barrido porque somos muchos en el mundo», asegura María. Esta sexagenaria leonesa se trasladó al lugar hace 40 años y reside desde hace 20 al final de la carretera de Ernes, un poco alejada del resto de la comunidad. Vive con tres perros en una enorme casa rehabilitada que aprovecha como alojamiento de turismo rural. Consigue electricidad gracias a sus placas solares, y agua corriente con un motor. Alejada pero no aislada, María recibe visita asiduamente y comparte mucho tiempo con su amiga de la adolescencia, Beatriz.
María explica que la gente de la comunidad no se vacuna porque no confían en la inyección. «Hay muchos niños aquí que no se han puesto nunca una vacuna, y gente de 30 y tantos que tampoco tiene ninguna. Lo que hacen es meterte el virus para que te inmunices, pero si no lo tengo, ¿para qué me lo van a meter?». Y es que el Covid no es, ni de lejos, una de las preocupaciones de la comunidad. María afirma que apenas hablan del tema, y que si alguien lo
ha pasado sería «un par de días que se encontraban mal, lo pasan como una gripe y no quieren ni ir a ver si han cogido el bicho».
Para ella, la importancia que se le da al virus no corresponde con su amenaza real. Reconoce que han muerto muchas personas por esta causa, pero añade que «también moría la gente antes de gripe y por eso el que quería vacunarse lo hacía sin obligación». Ante la palabra negacionistas, peyorativa en su opinión, considera que es «un término inventado», ya que «llevan mucho tiempo engañándonos, primero con la gripe aviar y luego con las vacas locas».
Más desconfianza
La desconfianza crece cuantas más dosis recomiendan las autoridades. Para María es «un negocio bestial para las farmacéuticas». «Está cayendo la gente con la tercera vacuna, encontrándose muy mal. El sentimiento de mucha gente es que estaban bien, les obligan a vacunarse y luego están fatal. Y falta ver los efectos secundarios, que todavía no se saben porque han sacado la vacuna a contrarreloj», cuenta preocupada. Rechazan la etiqueta de negacionistas, pero no el argumentario.
Aunque tiene clara su posición y asegura que tampoco se vacunaría si viviese en una gran ciudad, reconoce que tanteó ponerse la inyección para poder viajar o si su lugar de trabajo se lo requiriese, como sucede en algunos países. Critica que las normas y las restricciones «coaccionan mucho a la gente para que se vacune» y asegura que si no las hubiese habría mucha más gente sin ninguna dosis. Ante el problema de no poder acceder a algún sitio asegura no sentirse excluida, ya que los lugares que frecuenta no piden el certificado Covid en la entrada. Y si lo hacen, se va: «¿No tienes el certificado de la vacuna? No comes aquí. Pues no como, me voy. Y cuando hay que mentir, miento».
Pero la cosa cambia cuando se trata de viajar. Algunos amigos de la residente de este pequeño concello lucense aceptaron recibir una sola dosis para poder salir del país, pero muchos otros recurrieron a trampas. «Siempre hay maneras. Tengo muchas amistades que se fueron de viaje a Francia y Suiza con PCR y certificado Covid falso. Y sin problema», explica.
Tampoco el alcalde cree este asunto de gran relevancia. El socialista José Manuel Braña, regidor del ayuntamiento desde 2003, opina que «a la gente del pueblo no les importa que estén vacunados o no, de hecho los vecinos por aquí no van con mascarilla». Incluso el propio regidor admite que se mostró algo receloso ante la vacuna en un primer momento, y aunque recibió las dos dosis confiesa tener dudas sobre la tercera.
Braña describe un Negueira de Muñiz que parece ser para el Covid lo que la aldea de irreductibles galos de Astérix era para los romanos. Según el alcalde, antes de la irrupción de la sexta ola, en el concello solamente registraron un caso en verano y otro en otoño. Reconoce que al tener los datos un tamaño tan reducido no hay registros oficiales, por lo que considera que la pandemia es un problema menor en la zona. «Yo creo que aquí el tema del Covid, si nos ponemos todos mascarillas, en 15 días está liquidado», zanja. Ciencia casera a orillas del Navia.