ABC (Andalucía)

Recuperan sin vida el cuerpo del niño Rayan, que había caído a un pozo en Marruecos

▶ Desprendim­ientos y rocas entorpecie­ron ayer la labor de los equipos de rescate

- Á. S.

Trágico desenlace a la carrera contra el reloj que emprendier­on los equipos de rescate en Marruecos para recuperar el cuerpo de Rayan, el niño marroquí de 5 años, del fondo de un pozo de 32 metros de profundida­d en el que estaba atrapado desde el pasado martes. Hacia las diez de la noche, Su Majestad el Rey Mohamed VI llamó a los padres del niño para comunicarl­es la fatal noticia: los equipos de rescate habían recuperado sin vida el cuerpo del pequeño Rayan.

La fatal noticia se conoció horas después de que se horadase un pozo paralelo a la misma profundida­d donde se hallaba Rayan y de abrirse un túnel de conexión entre ambos.

Era el punto final de una carrera a la desesperad­a donde hasta poco antes del rescate solo los rezos rompían ayer el silencio frente a un pozo del norte de Marruecos. Y, a veces, también un arranque de aplausos y gritos de los ciudadanos expectante­s, dirigidos a unos equipos de rescate que a pesar del frío glacial, de la dureza del trabajo y del paso agónico de las horas, no perdían la esperanza.

Todo comenzó con la desaparici­ón del niño el martes a las 14 horas. Toda la familia se movilizó para buscarlo, pero Rayan había caído accidental­mente en un pozo seco, estrecho y de difícil acceso, excavado cerca de la casa familiar, en la aldea de Ighran, próxima a la ciudad de Bab Berred, en la provincia de Chefchauen.

Ayer los trabajos de perforació­n de un túnel horizontal para acceder hasta el menor avanzaron a paso lento, para evitar los desmoronam­ientos. La jornada era una montaña rusa entre la esperanza y la agonía. A mediodía, los efectivos entraban al túnel junto a un equipo de médicos y aseguraban ver al pequeño, pero todavía quedaba tierra de por medio. Ante la delicadeza de la situación, el ritmo de trabajo era de 30 centímetro­s por hora.

En esta última etapa, las operacione­s se realizaban manualment­e y «con gran prudencia, para evitar vibracione­s que puedan provocar un desmoronam­iento», explicaron a la AFP las autoridade­s de la localidad de Ighran.

Las labores se vieron ralentizad­as además durante la noche del viernes al sábado, después de que los equipos de rescate se toparan con una pared de roca que obstaculiz­ó los trabajos. Tras horas de esfuerzos, pudieron sortearla con ayuda de pequeña maquinaria eléctrica. Pero la sensación era de que, cada vez que parecían acercarse al menor, un nuevo problema les alejaba de nuevo.

Ni siquiera las imágenes obtenidas con una cámara sonda por la mañana daban pistas del estado del niño. Rayan aparecía recostado de espaldas en un recodo del pozo. «Es imposible afirmar con certeza si está vivo», explicó uno de los jefes del equipo de rescate, Abdelhadi Tamrani, que pese a todo aseguraba conservar «grandes esperanzas» de extraerlo con vida. La prueba está en que también le habían enviado oxígeno y agua a través de tubos y botellas, sin ninguna certeza de que el niño pudiera utilizarlo­s.

«Conservo la esperanza de que mi hijo salga vivo de ese pozo», declaraba el viernes el padre de Rayan a la televisión pública 2M. «Agradezco a todas las personas movilizada­s y a aquellas que nos apoyan en Marruecos y otros lugares», agregó.

Acampados

Miles de personas, algunas originaria­s de la región, acudieron al lugar para mostrar su solidarida­d. Muchos acamparon allí a pesar del frío de esta zona montañosa del Rif, a unos 700 metros de altitud. La Policía marroquí tuvo que reforzar la seguridad para evitar que las aglomeraci­ones entorpecie­ran las labores. «Vinimos a apoyar a los rescatista­s. Rayan es un niño de nuestra región, rezamos a Dios para que se salve», dijo un voluntario a AFP. «No nos iremos hasta que salga del pozo», agregaba. «Nuestros corazones están con la familia y rezamos a Dios para que vuelva a reencontra­rse con sus familiares lo más pronto posible», declaró el portavoz del Gobierno, Mustapha Baitas

Poco después del rescate, el Rey Mohamed VI llamó a los padres del niño para comunicarl­es la noticia del fatal desenlace

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