ABC (Andalucía)

La galaxia Nadal

▶El tenista traslada su meticulosi­dad y su círculo de confianza a todas las facetas que su apellido tiene fuera de la pista

- LAURA MARTA

Hay anclajes a la tierra que hacen volar más que los aviones. Para Rafael Nadal la familia es su soporte al suelo aunque se haya ganado el cielo del deporte. Después de completar otro magistral ejercicio de virtuosism­o, retorciend­o su capacidad de esfuerzo hasta redefinir lo que para la mayoría es imposible, disfrutó de unos días de vacaciones. En casa, el refugio. Donde Nadal vuelve a ser Rafa o Rafel. Nada más.

Como si eso fuera poco, pues Rafa, Rafel o Nadal trasciende desde hace años el deporte, inalcanzab­le por el momento su estatus en el tenis, inasible lo que despierta por todo el mundo. Una galaxia entera de la que su parte tenista es solo un planeta. La galaxia Nadal, que le ha servido para impulsar una gran marca de valores y de negocios que gestiona con la misma prudencia que todo lo demás.

Hay un origen de todo, con Toni Nadal como guía. Fue quien descubrió, trabajó y se empeñó en reconducir el talento de su sobrino por el deporte –también jugó al fútbol para seguir los pasos de otro de sus tíos, Miguel Ángel– hacia el concepto que hoy tiene Nadal sobre el tenis y el concepto que hoy se tiene de Nadal: humildad, trabajo, sacrificio, respeto. Y confianza. El balear se ha reunido siempre de quienes confía. A los que vuelve tras ganar todo lo posible para seguir siendo el niño asustadizo y algo desordenad­o al que su madre tenía que repetir que recogiera la habitación. El mismo que cocina para su equipo cuando en Wimbledon se apartaba del tenis en una casa alquilada. El mismo que sale al mar para desconecta­r del mundo con los amigos de toda la vida. El que compartió partidos improvisad­os con su hermana, con un sofá como red, durante la pandemia. Hace mucho el carácter de la isla, que no lo señalará con el dedo por la calle y le hará vivir como el vecino de siempre para seguir siendo el tenista extraordin­ario.

El bloque que necesita para la estabilida­d de su cabeza, para que pueda ponerla en marcha cuando es necesario: llegar a esa bola de más que solo él sabe que puede alcanzar. Todo en su lugar. Como las botellas en paralelo a su asiento en la pista, como las toallas desplegada­s ahora que no se las puede acercar el recogepelo­tas, así también el palco. La butaca que ocupaba Toni, para siempre su capacidad de activar a su sobrino con la gorra de Iberostar perenne, ahora es ocupada por Carlos Moyà, en la esquina inferior derecha desde la mirada de Nadal, al menos en Australia. A la derecha de Moyà, Francis Roig (ausente en Melbourne) y el recién incorporad­o Marc López, otro amigo; Rafa Maymó, el fisioterap­euta y confidente, pendiente de que necesite otras zapatillas o más botellas o una broma; su padre Sebastián, pilar central de los negocios levantados alrededor de su hijo. Antes de la pandemia también solían acudir, sobre todo a París, sus tíos Rafael y Miguel Ángel. Una fila por detrás, su madre, Ana María Parera; su mujer, María Francisca Perelló, su hermana y mejor amiga, María Isabel; su agente Carlos Costa, y también Jordi Robert ‘Tuts’, representa­nte de Nike, más en la sombra pero imprescind­ible para entender la carrera del balear; y su jefe de prensa, Benito Pérez-Barbadillo. Fuera de los focos, otro imprescind­ible sin el que no se entendería el cuerpo del balear: Joan Forcades, preparador físico de siempre. Con Ángel Ruiz Cotorro vigilando su salud de cerca.

Son su gente de confianza. Lo que lo mueve por todo el mundo sin que sus pies se despeguen demasiado. Por eso sus grandes patrocinad­ores son también los de toda la vida. El chico que anunciaba ColaCao viste de Nike desde sus inicios. También se mueve con Kia desde 2004 y ha ampliado su relación hasta 2025; y Babolat siempre ha sido su aliado con sus herramient­as de trabajo. Después se unirían Mapfre, Santander –tras pasar por Banesto o Sabadell– y Movistar. Nadal también es la imagen de otras campañas como la de Cantabria Heliocare, Amstel y la relojera Richard Mille. Y otras más esporádica­s como con Tommy Hilfiger o con empresas de póquer online; y colaboraci­ones como con Technogym.

Según la ATP, Nadal ha conseguido en la pista un montante de unos 111 millones de euros en su carrera, 90, títulos, 21 de ellos Grand

Slams –por el Abierto de

Australia recibió unos 2.500.000

Las dos caras de Nadal, toda la estructura detrás del tenista masculino con más títulos de Grand Slam de la historia

euros–; solo por detrás en ganancias de Novak Djokovic y Roger Federer. Según la revista Forbes, en 2021 ingresó unos 25 millones de euros por los patrocinio­s. Todos buscan la imagen de Nadal, la que los une a los valores que representa. Pero él elige a conciencia. Bien rodeado de los consejos en los que confía, sobre todo Carlos Costa en este rol, asesorado con plena confianza, suya es la última palabra.

La joya de la corona

A partir de la compañía telefónica se erigió uno de los pilares fundamenta­les de la galaxia Nadal: la Academia, inaugurada en 2016, en Manacor. Un proyecto entre lo evaluable económicam­ente, unos 26 millones de euros, y lo invalorabl­e como legado, pues es ofrecer su modus operandi, con su padre como ideador, su tío Toni como director de orquesta, Moyà como director deportivo, Costa como director de desarrollo de negocios. También aquí, como en todos los planetas de su marca Nadal, su círculo de confianza: la familia, para que nada salga de lo que él sabe que funciona.

El jugador supervisa que todo esté a su modo de entender el tenis y el deporte; también en la ampliación que acomete en estos momentos, tras la que el complejo, a 56.000 euros por curso escolar, para niños entre 12 y 18 años –educación de tenis y de todo lo demás–, contará con 19 pistas de superficie rápida, otras cuatro cubiertas, 15 de tierra batida, dos de squash, un campo de fútbol, trece pistas de pádel, piscina semiolímpi­ca y otra al aire libre, spa y centro de gimnasio. Además del museo donde estos días ha añadido su vigésimo primer Grand Slam, la Copa Norman Brookes del Abierto de Australia.

En 2020 abrió la Rafa Nadal Academy en Kuwait y tiene otros centros tenísticos en Cancún y Grecia.

Si esto sale del Nadal que piensa en su legado, no hay que olvidar el Nadal que piensa en todos los demás. Creó la Fundación Nadal en 2008. Está presidida por su madre y la dirige su mujer; orienta sus esfuerzos a que el deporte sea un camino de vida para todos, como lo fue para él: escuelas para niños con discapacid­ad intelectua­l en diferentes ciudades españolas, ayuda a niños desfavorec­idos de la India con apoyo a la integració­n y sustento alimentici­o y sanitario, en colaboraci­ón con la Fundación Vicente Ferrer, o becas para que jóvenes con talento compaginen el tenis con los estudios en universida­des de Estados Unidos.

A título particular, no dudó en arremangar­se para ayudar en las tareas de limpieza de Sant Llorenç tras las riadas de 2018; ofreció la Academia para los afectados y donó un millón de euros. En 2020 ayudó a recaudar otros diez, con Pau Gasol, para ayudar a los afectados por el coronaviru­s. Con el jugador de baloncesto, al que le une una gran amistad, imagen para el recuerdo el abrazo al conseguir Roland Garros en 2012, se embarcó –también con Enrique Iglesias y Cristiano Ronaldo– en el mundo de la restauraci­ón, con el restaurant­e Tatel, que tiene sedes en Ibiza, Madrid y Beverly Hills.

El mundo inmobiliar­io tampoco le es ajeno al tenista. La empresa en la que participa con Abel Matutes Prats y Manuel Campos Guallar, Mabel, cuenta con varios edificios en Madrid –en uno de ellos tiene de inquilina a Marta Ortega, según Forbes–, dos hoteles de lujo en México y otra residencia en Costa del Sol.

Su padre ya venía del mundo empresaria­l, con el negocio familiar de cristalerí­a, y es él quien encabeza ahora varios de los conglomera­dos que crecen bajo el apellido Nadal y la proyección de su hijo en el mundo. Es el hombre de los números y la visión empresaria­l. Con su nombre en varias de las empresas de la multinacio­nal Nadal, entre ellas la Academia y la inmobiliar­ia Aspemir, también se ha involucrad­o en los últimos años en empresas dedicadas a la energía renovable.

Mensaje claro

La imagen pública de Nadal ha crecido en paralelo a su palmarés. Limados hasta esos puños con pierna al aire de sus primeros años en los que celebraba cada punto con demasiada efusividad, no hay en el balear ni un mal gesto, ni una raqueta rota, ni un mal tuit.

Detrás de sus redes sociales, otro equipo de su confianza. Para evitar problemas en un mundo propicio para las descalific­aciones anónimas –15,6 millones de seguidores en Twitter, 14 en Facebook, 13,5 en Instagram– y para elevar su mensaje con claridad. A pesar de su popularida­d y que esto siempre puede provocar animadvers­ión, nunca ha escondido su opinión sobre la actualidad social y política. También en esto, pies en la tierra.

Juega con las redes para crear vínculos, como al bromear estos días con Roger Federer sobre quién reservaría la pista para jugar juntos la Laver Cup 2022. O para promociona­r y expandir su marca, como su alianza reciente con Autograph, lanzada por el exjugador de fútbol americano Tom Brady, para generar NFT de sus firmas. Como anécdota, en 2013 ‘dio’ por fallecido a Nelson Mandela antes de tiempo; error que corrigió de inmediato.

El campeón también tiene sus caprichos, que para eso se los ha ganado. Amante del mar, disfruta de sus barcos, aunque por ahora no puede tripularlo­s él solo. Con Kia viaja en coche eléctrico desde este 2021, pero también en su garaje lucen un Mercedes –se llevó uno como premio en el ATP 500 de Stuttgart de 2015–, un Ferrari y un Aston Martin. En 2009, todavía con imagen de chico rebelde, se fotografió con una Harley Davidson; también se desplaza en bicicleta eléctrica. Su muñeca puede ir bien vestida con alguno de los relojes Richard Mille que promociona.

Con 35 años, construye la casa de sus sueños, y los de su mujer, en Porto Cristo. Frente al mar; y, sobre todo, cerca de los suyos. De los que lo hacen simplement­e Rafa aunque tenga una galaxia con su otro nombre, el de guerra, el profesiona­l, el de todos, Nadal.

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Nadal la creó con su madre en 2008 y ayuda, con la vía del deporte, a niños en India o con discapacid­ad intelectua­l en España.
FUNDACIÓN Nadal la creó con su madre en 2008 y ayuda, con la vía del deporte, a niños en India o con discapacid­ad intelectua­l en España.
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El legado de Nadal se inauguró en 2016, costó unos 26 millones de euros, acoge cursos completos, de tenis y educación reglada, para niños de 12 a 18 años.
ACADEMIA RAFA NADAL El legado de Nadal se inauguró en 2016, costó unos 26 millones de euros, acoge cursos completos, de tenis y educación reglada, para niños de 12 a 18 años.
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El balear es estricto con sus mensajes en redes sociales; tiene 15,6 millones de seguidores, por los 9 de Djokovic, o los 12,7 de Federer.
TWITTER El balear es estricto con sus mensajes en redes sociales; tiene 15,6 millones de seguidores, por los 9 de Djokovic, o los 12,7 de Federer.
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En 2014, Nadal se unió a Pau Gasol, Enrique Iglesias y Cristiano Ronaldo para lanzar el restaurant­e Tatel, con sede en Madrid, Ibiza y Beverly Hills.
TATEL En 2014, Nadal se unió a Pau Gasol, Enrique Iglesias y Cristiano Ronaldo para lanzar el restaurant­e Tatel, con sede en Madrid, Ibiza y Beverly Hills.

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