Trenes para no perder
«Frente a otras maneras políticas sólo pendientes de la ideología, aquí lo que se quiere es hacer cosas»
LA Junta de Andalucía ha pedido esta semana al Gobierno central la gestión de la red estatal ferroviaria para poder operar trenes de media distancia que conecten las capitales con nuevos servicios que complementen la insuficiente oferta que presta Renfe. Quien se desplace habitualmente a lo largo y ancho de nuestra vasta comunidad, sabe perfectamente que hoy en día, salvo en el triángulo Sevilla-Córdoba-Málaga a través del AVE, las conexiones por vía férrea son un horror que nos conduce irremediablemente a coger el coche.
Habrá quien piense que se trata de una machada. Que vienen elecciones y algo hay que decir. Otra promesa más de los políticos. Pero conviene apartar aunque sea un poco la vista del circo. No todo es teta. Ni el aún más soez espectáculo partidista que nos regalan en el Congreso.
No. A veces la política, en lugar de fuegos de artificio, es gestión. El cumplimiento de la palabra dada. Y en ocasiones desde la política sorprenden a quienes tanta decepción nos ha llevado a un escepticismo rayano en el agnosticismo civil. Que levanten la mano los sevillanos que creyeron que el Hospital Militar, abandonado desde 2003, estaría abierto y ya no sólo como mera urgencia Covid. Que digan los malagueños si de verdad pensaron que este verano podrían llegar al centro en metro ¡década y media después! Que habría pronto máquinas en el solar donde se ubicará el tercer hospital. O, más simple, si imaginaron circular hasta el PTA sin atascos. Como esto, en más ciudades.
Andalucía quiere ahora poder ocupar las vías. Y no para dejarse 280 millones en 77 kilómetros de plataforma como hizo el PSOE con su AVE a ninguna parte. Tampoco desea sumar a sus competencias la ferroviaria, como exigen esas autonomías que se creen más que nadie. Frente a otras triunfantes maneras políticas sólo pendientes de la ideología o de separar entre buenos y malos, aquí lo que se desea es hacer cosas. Gestión. Mientras, quienes abandonaron trenes y hospitales siguen gritando el discurso simplón y ajado en torno al presunto maltrato a lo público. Escasa memoria para recordar la de trenes que perdió esta tierra.