Ricky y un traspaso imaginario
► A pesar de su grave lesión de rodilla, el base español ha visto cómo los Cavaliers le utilizan como moneda de cambio, enviándole a Indiana, donde nunca jugará
Ricky Rubio recibió el domingo la noticia de su traspaso a los Pacers aún con la cicatriz reciente en su rodilla, que se dañó de manera grave el pasado 28 de diciembre. El español (31 años) se encuentra aún en la primera fase de su recuperación, pero eso no ha impedido este nuevo giro en su carrera en la NBA, que en los últimos 14 meses le ha llevado a firmar por cinco equipos diferentes. Vaivenes que responden al sistema de mercadeo de la liga estadounidense, donde el jugador es una ficha más dentro de un sistema de equilibrios donde los intereses deportivos y económicos importan más que los sentimientos de los protagonistas de la cancha. Así, en el currículo de Rubio quedará un paso ficticio por los Pacers, donde nunca jugará, pues su reaparición no se espera hasta final de año y en verano expirará su contrato actual, lo que le permitirá elegir su próximo destino que, seguramente, esté lejos de la franquicia de Indiana.
La carrera de Ricky Rubio en la NBA se había caracterizado por su estabilidad hasta 2019. Minnesota, equipo que le eligió en el draft de 2009, fue su casa durante sus primeros seis años en la liga, de donde salió rumbo a Utah en 2017. Tras dos temporadas de cierto éxito en los Jazz, Ricky se exhibió en el Mundial de China 2019, donde ganó el oro con España y fue elegido mejor jugador del torneo.
Aterrizó entonces en Phoenix, la franquicia que él mismo había elegido para continuar su camino en la NBA. Un equipo lleno de talento y de juventud en el que no pudo echar raíces a pesar del pedigrí exhibido en el Mundial y de sus buenos números a lo largo de la temporada. Es en el otoño de 2020, cuando comienza un periplo incesante de traspasos que le ha llevado de Arizona a Indiana en apenas 14 meses. Cinco equipos y cuatro mudanzas que ya no despiertan resquemor en el catalán, acostumbrado al mercado al que se ven sometidos los jugadores en los diferentes mercados de fichajes. Cuando salió de Phoenix, de manera sorpresiva, sí que expresó su malestar, aunque la experiencia de
El base acabará su contrato en verano y será libre para elegir su futuro. Duda si seguir en la NBA o si volver a casa para jugar en la ACB
los años le ha enseñado a tener paciencia y aceptar cómo funcionan las cosas en la NBA.
El suyo a Indiana es un traspaso virtual en lo deportivo, pues su lesión le impedirá brillar de amarillo junto al hijo de Arvydas Sabonis, la gran estrella de los Pacers. En plena reconstrucción deportiva, la obsesión por pensar en el futuro les ha hecho desprenderse de uno de los jugadores franquicia del equipo, Caris LeVert, para liberar masa salarial el próximo verano. Una operación que está a la orden del día en la NBA, donde muchos equipos prefieren sacrificar la actual temporada a cambio de un futuro más brillante. Los Cavaliers, el otro equipo implicado en el traspaso, gana con LeVert un buen refuerzo para afrontar los playoffs, en los que no iba a estar nunca Ricky, al que la lesión de rodilla apartará de las canchas, al menos, hasta el próximo otoño.
Antes, Ricky tendrá que abordar su futuro deportivo. La primera decisión que deberá tomar el catalán es si continúa en la NBA, donde no le faltarán ofertas, o si regresa a Europa para disfrutar del baloncesto a otro nivel en los últimos años de su carrera. A sus 31 años, y después de haber dejado muy buenas sensaciones en los primeros meses de temporada con los Cavaliers, parece más factible que continúe en Estados Unidos, aunque su prioridad será elegir un proyecto en el que tanto la franquicia como el entrenador le expresen su cariño incondicional. Un lugar donde echar raíces, pues tras ser papá en 2020 no quiere volver a estar con la maleta a cuestas. Si nadie le asegura eso, Barcelona está en su hoja de ruta. Volver a casa, donde el Joventut y el Barça, sus anteriores equipos, le tienen las puertas abiertas.