LA REVUELTA DE LOS CAMIONEROS ANTIVACUNAS SE CONTAGIA DE CANADÁ AL MUNDO
La protesta, que incluye el corte de algunos pasos fronterizos claves para el comercio internacional, se alienta desde Estados Unidos y amenaza con extenderse a Europa y paralizar sus capitales este fin de semana
Un estruendo de bocinas ha tomado Ottawa, la capital de Canadá, desde hace casi dos semanas. El constante alboroto viene de varios centenares de camiones que protagonizan una protesta contra la normativa de vacunas para Covid-19 del Gobierno de Canadá. Han embotellado el centro de la ciudad, en una especie de movimiento ‘okupa’ antivacunas sobre ruedas, con la exigencia de no retirar los camiones hasta que se elimine la obligatoriedad de la vacuna.
Sus repercusiones, sin embargo, van mucho más allá del escenario neogótico de la capital canadiense.
La protesta se ha convertido en un conflicto que amenaza con debilitar al primer ministro, Justin Trudeau, que ha provocado incidentes graves para el comercio entre ambos países y que ya se ha convertido en un movimiento internacional.
La revuelta de los camioneros antivacunas de Canadá se sigue con fervor en EE.UU. y ha encontrado réplica en otras partes del mundo: en Europa –España incluida– ya hay movimientos para extender el descontento contra la regulación de las vacunas. De Bruselas a Madrid, y con especial fuerza en París, los manifestantes amenazan con inhabilitar y ensordecer centros urbanos de todo el continente. El episodio comenzó el mes pasado, cuando el Gobierno de Trudeau impuso la vacunación obligatoria a los camioneros que cruzaran la frontera entre Canadá y EE.UU. El 15 de enero se agotó una exención sobre vacuna para los conductores de camiones que entraran en el país. Una semana después, ocurría lo mismo en el lado estadounidense. Los miles de camioneros que necesitaran cruzar la frontera entre los dos países –ambos son su principal socio comercial– debían presentar prueba de vacunación.
Antigubernamental
La resistencia a la vacuna en el vecino del norte no está tan extendida como en EE.UU., donde la tasa de vacunación es inferior –en especial, entre el electorado republicano– y donde la práctica totalidad de este partido se opone a la obligatoriedad que impuso el presidente Joe Biden en las empresas de más de cien trabajadores en el otoño pasado (y que fue tumbada por el Tribunal Supremo). La cultura social y política en Canadá es muy diferente a la estadounidense, pero la virulencia en algunos sectores contra la vacuna ha hecho emerger un sustrato antigubernamental y combativo con las instituciones que recuerda al de EE.UU.
Como protesta, varios grupos de camioneros organizaron el llamado ‘Freedom Convoy’ (Convoy de la libertad) desde diversos puntos de Canadá que convergieron a finales de enero en la capital, en la explanada frente a su Parlamento. En el convoy no solo hay camioneros, también hay simpatizantes con su reclamación, entre los que se mezclan activistas antigubernamentales de extrema derecha, libertarios, promotores de teorías conspiratorias sobre la pandemia y ciudadanos que cuestionan la vacuna y su obligatoriedad.
El pasado fin de semana decenas de miles de personas acompañaron a los camioneros en una protesta multitudinaria en Ottawa que tuvo réplicas en otras ciudades canadienses. Uno de los portavoces del convoy, Tom Marazzo, aseguró a la agencia Ap que sus miembros buscan tumbar al Gobierno de Trudeau.
El primer ministro no tardó en calificar a los manifestantes de «pequeña minoría radical» que tienen «opiniones inaceptables que no representan a la de los canadienses que se han apoyado unos a otros» durante la pandemia.
La realidad es que el primer ministro acudió a su reelección el pasado otoño con la obligatoriedad de la vacuna para funcionarios y viajeros en su programa y salió respalda