ABC (Andalucía)

«Cualquier cineasta vive con miedo a que su discurso no le interese a nadie»

- LUCÍA M. CABANELAS

❝ El coronaviru­s «La pandemia no nos ha quitado el hábito de ir a los bares, pero ahora da más pereza ir a los espectácul­os y al cine»

Hay historias que trasciende­n los premios y, por supuesto, también las pantallas. Que agrietan la memoria y la despiertan cuando está aletargada. Como la de ‘Maixabel’, que escarba en el pasado, lo remueve y resucita a ETA para contar la historia de una viuda que acepta un cara a cara con uno de los terrorista­s que mataron a su marido. Por eso Icíar Bollaín, con 14 candidatur­as, aguarda «semitranqu­ila» el veredicto de los Goya porque ya ha ganado. Por la implicació­n del equipo, encabezado por Blanca Portillo y Luis Tosar, y también por la complicida­d del público, que la convirtió en una de las películas nacionales más vistas en un año para el olvido en taquilla.

—Volver a ETA siempre es arriesgado: unos ya casi no recuerdan y a otros todavía les duele. ¿Como encontró el equilibrio en ‘Maixabel’?

—Con la historia de estas personas. Es muy poderoso lo que hace Maixabel de sentarse a hablar y a mirar a la cara a estas personas que le hicieron tanto daño. Y luego el viaje que hacen esas dos personas también es increíble, porque pasan de estar en un comando de ETA a reconocer el daño que han causado a la persona que se lo han causado. Eso, como además es verdad, como ocurrió y son personas reales, es muy poderoso.

—¿Para olvidar hay que perdonar y viceversa?

—Ni hay que olvidarlo ni tan siquiera perdonarlo. En estos encuentros Maixabel lo tenía muy claro: se trataba de dar una segunda oportunida­d. Olvidar es lo último que hay que hacer. No se puede olvidar nada de lo que ha pasado precisamen­te para que no se repita.

—Pero usted repetiría con Luis Tosar, Blanca Portillo y Urko Olazábal, ¿no?

—Son intérprete­s de una altura descomunal y luego, como personas, también se volcaron. La sensación de que estábamos contando una historia poderosa e importante la teníamos todos, también los actores, y había como una necesidad de involucrar­se. Los actores se vuelcan siempre, pero en este caso sabes que estás contando historias reales, muy dolorosas, historias de personas, de estas en concreto pero que te pueden valer para otras muchas víctimas que ha habido de ETA, y había una implicació­n muy profunda para intentar contarlo bien.

—Además de esa implicació­n y el respeto, ¿cuáles son las claves para apelar al público?

—La película tiene que gustar, la película tiene que llegar al público, le tiene que importar. Por la razón que sea, porque se ríe o porque se emociona, tienes que conectar con el público. Esa es la clave, porque luego es el público el que hace el boca a boca, que ahora son las redes sociales; y fue impresiona­nte. Pero claro, eso no pasa con todas. Hay películas que me han gustado mucho que no están en los premios.

–Su película sí lo está, con 14 nominacion­es. ¿Cómo afronta los Goya?

–Posibilida­des siempre hay porque estás ahí, pero no me veo... No sé. Creo que hay una gran favorita que es ‘El buen patrón’, que tiene además la mayor cantidad de nominacion­es; parece que arrastra a muchos, que ha gustado un montón. Entonces voy semitranqu­ila. Espero que haya Goyas para los actores, tengo mi esperanza en eso, y en lo demás voy tranquila. Ha sido un recorrido tan potente, tan bonito, en un momento tan complicado de ta

quilla... Eso es una pasada. De verdad lo es. Y sobre todo cómo ha llegado, cómo ha emocionado. Ese es el premiazo que nos llevamos y ahora vamos a ver. Si hay Goya, fenomenal, y si no, pues también. Los Goya son muy importante­s, obviamente, pero las películas tienen una vida más allá.

–Hablando de taquilla, ‘Maixabel’ ha salvado los muebles en un mal año.

–La pandemia ha dado un golpe terrible, ya había una tendencia a quedarse en casa, a ver películas y series, y la pandemia nos ha quitado un hábito... Es curioso porque no nos ha quitado el hábito de ir a los bares (ríe), eso no nos lo quita nadie, pero ahora da más pereza ir a los espectácul­os y al cine.

–¿Teme que esa pereza la alcance? ¿A perder la conexión con el público?

–Hombre, claro. Haces las películas para que las vean y, sobre todo, para llegar con lo que comunicas. Cualquier persona que cuente historias, puede ser escritor, músico o cineasta, vive siempre con miedo a que su discurso de repente no le interese a nadie, a perder esa conexión.

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