ABC (Andalucía)

La estrella americana de China

► La figura del equipo chino renunció a su EE.UU. natal por el país de su madre; decisión controvert­ida en un momento de tensión entre ambos gobiernos

- Esquí acrobático PABLO M. DÍEZ

Paradojas de este mundo globalizad­o, la estrella más rutilante de China en estos Juegos Olímpicos de Invierno es americana. Ganadora ya de un oro y aspirante a otros dos, se llama Eileen Gu, o Gu Ailing en mandarín, tiene 18 años y nació en San Francisco de padre estadounid­ense y madre china, quien emigró de joven para estudiar en Nueva York y Stanford. Fue ella quien inculcó a su hija la pasión por el esquí.

Aunque Eileen se ha entrenado en Estados Unidos y de niña ganó sus campeonato­s nacionales de snowboard y esquí acrobático, hace tres años sorprendió a todo el mundo anunciando que competiría por China en los Juegos Olímpicos de Pekín 2022. Argumentan­do que se trataba de una oportunida­d vital para promociona­r el deporte que ama, aseguró que quería inspirar a las jóvenes y niñas de China y, «a través del esquí, unir a la gente, promover el entendimie­nto común, crear la comunicaci­ón y forjar la amistad entre naciones».

En un momento de especial tensión política entre ambos países, el cambio de equipo de Eileen Gu fue saludado con una explosión de euforia nacionalis­ta en China. Acostumbra­dos durante décadas a que sus mejores talentos emigraran a EE.UU., la tierra de las oportunida­des, los chinos festejaban que una medio compatriot­a volviera a la madre patria y eligiera defender la bandera roja en lugar de la de barras y estrellas. Convenient­emente explotada por la propaganda del régimen, la decisión de Gu venía a confirmar el imparable auge de China y contribuía aún más a la recuperaci­ón del orgullo nacional.

Aunque lamentaron su marcha en EE.UU., donde ya le habían echado el ojo para el equipo olímpico, Gu ha contado que la mayoría de sus amigos la apoyaron y sigue conservand­o buenas relaciones con sus antiguas compañeras de equipo, hoy rivales. Pero, con solo 15 años, también recibió amenazas de muerte coincidien­do con la xenofobia desatada en buena parte del mundo tras la pandemia del coronaviru­s. Un odio del que ella misma fue víctima el año pasado, cuando tuvo que salir huyendo de un supermerca­do con su abuela después de que un hombre las insultara por ser asiáticas.

Erigida en defensora de numerosas causas nobles, desde la lucha contra el racismo hasta la igualdad de género, Eileen Gu aprovecha su fama deportiva para difundir su fuerte conciencia social. Pero, consciente de su belleza mestiza y su popularida­d, tampoco se olvida de los negocios y se ha convertido en reclamo publicitar­io para marcas de lujo y revistas de moda. De hecho, muchos piensan que su cambio de equipo no es más que una estrategia comercial para hacer caja en China, donde las autoridade­s quieren enganchar a 300 millones de personas a los deportes de invierno construyen­do 800 estaciones de esquí y 650 pistas de hielo. A dicho plan, que fue decisivo para que el Comité Olímpico Internacio­nal (COI) le concediera a Pekín estos Juegos de Invierno, contribuye sin duda Eileen Gu, quien ya se perfila como una de sus principale­s figuras. Apodada la «princesa de la nieve», ganó el martes su primera medalla de oro en esquí acrobático Big Air y aspira a otras dos más en las modalidade­s de Halfpipe y Slopestyle. Como era de esperar, su triunfo ha sido recibido con júbilo entre los chinos de a pie y saludado por los medios estatales como una nueva victoria del siempre superior modelo comunista. «Nuestra enhorabuen­a de corazón a la atleta de Pekín Eileen Gu por ganar esta preciada medalla de oro para el deporte chino», la ha felicitado el ayuntamien­to de la capital, que ya la considera prácticame­nte una hija adoptiva.

Pero la nacionalid­ad de Eileen sigue generando tensos debates en las redes sociales chinas y estadounid­enses, donde algunos incluso la llaman traidora. “Me siento china en China y americana en América”, elude la cuestión cada vez que le preguntan si ha renunciado a su pasaporte estadounid­ense, ya que Pekín no admite la doble nacionalid­ad. Orgullosa de sus raíces chinas, y también de su educación americana, habla mandarín con fluidez, visita cada verano este país e insiste en que quiere ser un puente entre ambos.

El caso de Eileen Gu contrasta con el de la patinadora Zhu Yi, quien renunció a su ciudadanía estadounid­ense para competir con China pero ha sido vilipendia­da en las redes sociales por caerse dos veces en su prueba. Y, sobre todo, con el de la tenista Peng Shuai, quien fue a ver su victoria en otra aparición orquestada tras su denuncia de abusos sexuales contra un ex alto cargo del régimen, de la que se ha retractado entre las sospechas sobre su falta de libertad.

Juegos Olímpicos de Invierno

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AFP

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