ABC (Andalucía)

El ciclista convertido en hombre de las nieves Samuel Sánchez

Samuel Sánchez, exciclista profesiona­l, campeón olímpico en los Juegos de Pekín 2008 y especialis­ta en descensos, gana ahora como esquiador en eslalon gigante en el Campeonato de España para mayores de cuarenta años

- JOSÉ CARLOS CARABIAS

su destino le unía un lazo invisible con las laderas de las montañas. El formato ha sido lo de menos para Samuel Sánchez, 44 años, exciclista profesiona­l, campeón olímpico en los Juegos de Pekín 2008, maillot de la montaña del Tour, podio en la Vuelta a España y en la Grande Boucle, y excelso bajador como seña de identidad en su periplo en la bicicleta. Por esa propensión indescifra­ble a los descensos en los que dio recitales, el asturiano ha convertido el deslizamie­nto desde las cumbres en un modo de vida. Retirado de mala manera, un positivo por dopaje en 2017 que lo expulsó

Adel pelotón a las bravas, ha edulcorado su retirada con nuevos éxitos en otro deporte, el esquí alpino, arrojo en desnivel a tumba abierta salvando puertas y palpando la nieve. Ha ganado una carrera del campeonato de España categoría Master en la edad comprendid­a entre 40 y 45 años en el Alto Campoo y fue segundo en la cita anterior en Baqueira Beret. Del asfalto a la nieve, sin perder velocidad.

Samuel Sánchez fue como ciclista un clon de Alejandro Valverde con menos pegada. Corredor versátil, capaz de ganar en todos los terrenos y de acometer cualquier desafío, luce un palmarés sobresalie­nte (34 victorias) después de haber militado casi toda su vida en el Euskaltel. «Mi despedida fue traumática, quizá injusta, y de una manera que nunca hubiera esperado», comenta a ABC. Unos días antes de la Vuelta 2017 un análisis descubrió en su organismo GHRP-2, un liberador de la hormona del crecimient­o. Dos años de sanción, hasta siempre la bicicleta. «Fue una lección de vida para mí. Tuve que estar callado, retirado y haciendo acopio de paciencia por una cuestión que no tenía ni pies ni cabeza. Se confirmó en la sentencia que no tuve ninguna intenciona­lidad, pero acaté la sanción porque hay unas normas. Y he salido a flote».

En diciembre de 2017, mientras cumplía el castigo, recibió una llamada de Igor González de Galdeano, antiguo compañero y director en el Euskaltel.

Le hacía partícipe de un plan. Regresar a la nieve. Un fin de semana en Baqueira Beret acompañado de familia y amigos reprodujo una pasión de la infancia y transformó al deportista. 20 años después de la última vez, se enganchó a los esquíes.

«Desde niño la gran pasión de mi vida fue la nieve –recuerda el ciclista–. Mi padre, que era mecánico de motos, me llevaba todos los fines de semana a Brañilín, porque él era un gran aficionado. Y a mí se me metió ese veneno. Me crié en la nieve, siempre fui un hombre de nieve antes que ciclista».

El preparador del Clas

Por una de esas coincidenc­ias de la vida, entabló relación con Eduardo Soto, amigo de su padre, expreparad­or del equipo Clas-Cajastur en el que corría Tony Rominger y antiguo gestor de algunas instalacio­nes de la estación invernal de Pajares. A los cinco años, en uno de esos sábados de montaña, ya había conectado a su vida el ciclismo y el esquí.

«Con cinco años no veía el miedo. Me atemorizab­a más coger el arrastre para subir a las pistas que esquiar. Cuando me soltaba en los esquíes volaba cuesta abajo –cuenta–. Subía a Pajares en el autobús y estaba allí desde las seis de la mañana hasta las ocho de la tarde. El esquí es un deporte muy técnico, de echarle horas y aprender la técnica. Cuando empecé a practicar el ciclismo, sentía que el esquí me ser

Exciclista y esquiador «Con cinco años empecé a esquiar y no veía el miedo. Me crié en la nieve»

«El ciclismo es más útil que el esquí para adaptarte a otros deportes»

vía de preparació­n porque me gustaba todo, el alpino, el esquí de fondo...».

En el pelotón profesiona­l del ciclismo de los noventa se puso de moda el esquí de fondo como punto de abastecimi­ento para los ciclistas. Perico Delgado, Alex Zülle o Pello Ruiz Cabestany populariza­ron esta modalidad hasta convertirl­a en fuente de energía por el acopio que generaba en glóbulos rojos. Samuel Sánchez, que ya vislumbrab­a un futuro como corredor, perseveró en su idilio con la nieve.

«No interfería un deporte con el otro, la temporada de esquí empezaba en noviembre, seguía en diciembre y enero, y el ciclismo suele arrancar en marzo. Cuando era cadete y júnior en el ciclismo, compaginab­a con algunos fines de semana de esquí. Era mi deporte. El fútbol se me daba mal, el baloncesto regular, el tenis tirando a mal... Tenía habilidad para la nieve».

Con 18 años el asturiano dio un giro radical, obligado por sus progresos en la bicicleta. Fue reclutado por la cantera del País Vasco, el vivero del ciclismo español, en el equipo Olarra (predecesor del Orbea). Gracias a su formación como ciclista en Euskadi, pudo ingresar en la estructura profesiona­l del Euskaltel, que durante años aplicó la misma política que el Athletic respecto a los futbolista­s vascos.

«A los 18 años me marché al País Vasco y abandoné el esquí –rememora–. No podía exponerme al peligro. Lo dejé con 18 años y lo volví a coger con 39. Más de 20 años sin esquiar».

En camino hacia el ciclismo profesiona­l, Samuel se sirvió del aprendizaj­e en los remontes y las pistas de esquí para especializ­arse en los descensos al mando del pelotón. «Adquirí equilibrio y técnica en el esquí. Si lo pongo en la balanza de las capacidade­s, el ciclismo es más útil para adaptarte a otros deportes que el esquí. En la bici hay que saber improvisar en un descenso, girar, interpreta­r una curva, seguir una línea. Los puertos no son como los circuitos de coches, donde se frena y se acelera siempre en los mismos puntos. Y un puerto tampoco es un eslalon, donde hay marcas de referencia. En el ciclismo funcionan el equilibrio y la intuición. Bajar es algo innato. Si tienes velocidad, lo puedes extrapolar a otros deportes».

Ruinoso adiós

Con dos décadas de distancia y un ruinoso adiós al ciclismo por un positivo en la puerta de salida, Samuel Sánchez sacó la cabeza través del esquí. Recuperó los aperos de nieve que había vendido 20 años atrás y empezó a convivir con las bajas temperatur­as del Valle de Arán, donde le había llevado en 2017 su amigo González de Galdeano. Se compró una casa en Baqueira. La destreza que no había perdido se plasmó tiempo después en un reto competitiv­o. El ciclista se inscribió en una prueba del Campeonato de España para mayores de 40 años.

«De las cuatro modalidade­s del esquí (eslalon, gigante, supergigan­te y descenso) me he especializ­ado en el gigante. Se requiere técnica y velocidad para sortear las puertas. Éstas están separadas por unos 30 metros y se pueden alcanzar velocidade­s de 60 o 70 kilómetros por hora si hay un muro en descenso directo».

El año pasado ya se familiariz­ó con el Campeonato de España de su categoría. En este invierno seco y árido en nuestro país, Samuel Sánchez ha dado un paso más hacia su pasado de éxito en el ciclismo. Ya gana carreras de esquí. En la primera prueba del certamen, hizo segundo en Baqueira Beret. En la segunda, en el Alto Campoo, se adjudicó el triunfo ante 25 participan­tes. Faltan dos citas, Formigal y Sierra Nevada, para que el excorredor vuelva a sentir el placer de conquistar una general.

«Aquí no hay ningún aliciente económico, porque no hay premios ni nada por el estilo. Me entusiasma estar en contacto con la naturaleza, con mis amigos, con la familia... Lo hago porque me lo paso bien. Como te dije, soy un hombre de la nieve».

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Samuel Sánchez conquistó el oro en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 con la selección española. A la derecha, en su nueva aventura como esquiador en eslalon gigante
EFE DEL CICLISMO AL ESQUÍ Samuel Sánchez conquistó el oro en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 con la selección española. A la derecha, en su nueva aventura como esquiador en eslalon gigante
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