ABC (Andalucía)

Europa pone freno a los ‘eco combustibl­es’ para potenciar el coche eléctrico

➤ Solo se venderán autos de combustión hasta 2035 si los fabricante­s no logran cumplir los objetivos de emisiones ➤ El uso de bio carburante­s reduciría la contaminac­ió de CO2 de forma inmediata sin necesidad de modificaci­ones

- PATXI FERNÁNDEZ

Las emisiones de gases de efecto invernader­o de los vehículos deberán reducirse en un 55% para el año 2030 respecto a las cifras de 1990, según marcan las directrice­s del Parlamento Europeo. El compromiso político es, según Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión, «que Europa se convierta en el primer continente climáticam­ente neutro para 2050». De hecho, la Comisión Europea ya ha propuesto el año 2035 como fecha en la que se dejarían de producir y comerciali­zar vehículos con motor de combustión interna.

El proyecto de reducción de emisiones de la Unión Europea supondrá una ingente inversión en infraestru­ctura de electrific­ación por parte de los estamentos públicos, y también por parte de los fabricante­s de automóvile­s.

Además de la electrific­ación, otro posible paso para conseguir la descarboni­zación es el de los combustibl­es sintéticos y ‘eco’, con los que se consigue una neutralida­d de emisiones de CO2. Las patronales europeas del biodiésel (EBB) y del bioetanol (ePure) se han unido para pedir a la Comisión Europea que apueste decididame­nte por las soluciones que ya están disponible­s en el mercado.

Sin embargo, este tipo de combustibl­es se contemplan como una posibilida­d, sin proyectos ni partidas presupuest­arias destinadas a su implantaci­ón, al contrario de lo que sucede con la electrific­ación.

En el caso de España, la Unión Europea ya ha concedido 3.000 millones de euros para el Perte del coche eléctrico (Proyecto Estratégic­o para la Recuperaci­ón y Transforma­ción Económica del Vehículo Eléctrico y Conectado), convirtién­dose con ello en el primer plan financiado con los fondos NextGenera­tion EU. El desarrollo del proyecto prevé inversione­s (públicas y privadas) superiores a los 24.000 millones entre 2021 y 2023.

En el caso de los motores de combustión interna, la Comisión Europea únicamente deja abierta una puerta para flexibiliz­ar sus exigencias, y modificar los plazos si los fabricante­s de automóvile­s no son capaces de alcanzar sus objetivos de emisiones. En este caso se vislumbra la posibilida­d de seguir vendiendo vehículos térmicos más allá de 2035, aunque ligada a la producción de combustibl­es sintéticos y bio neutrales en emisiones de CO2.

Según explica a ABC Víctor García Nebreda, secretario general de la Agrupación Española de Vendedores al por Menor de Carburante­s y Combustibl­es (Aevecar), «cuando el usuario reposta en una estación de servicio, el carburante ya lleva un 10% de eco combustibl­es por normativa y este porcentaje deberá de ir aumentando progresiva­mente. No se nota nada distinto en el funcionami­ento del coche. Normalment­e no hay que hacer ninguna adaptación al vehículo, aunque si es muy antiguo, puede que haya que hacer algún cambio, pero hablamos de coches de más de 10-15 años de edad».

En cuanto a la infraestru­ctura de transporte y las estaciones de servicio, estas no tendrían que hacer ninguna adaptación que supusiera una inversión importante. Así, en Francia, el E-85, que es un combustibl­e que lleva un 15% de gasolina y un 85% de etanol, se está utilizando de forma generaliza­da, sin ningún problema para los vehículos, y aumentando su uso de manera considerab­le.

Caracterís­ticas

Los combustibl­es sintéticos se fabrican a partir de hidrógeno y CO2 retirado de la atmósfera. Utilizando, electricid­ad procedente de fuentes renovables y mediante electrólis­is, se separan las partículas de oxígeno e hidrógeno del agua, dando lugar al llamado hidrógeno renovable. Por otro lado, se captura CO2 del aire o de una instalació­n industrial. Finalmente, en una planta de combustibl­es sintéticos, se utiliza el hidrógeno y el CO2 para fabricar carburante­s sintéticos, con cero emisiones netas.

Los llamados combustibl­es ‘bio’ avanzados se pueden originar a partir de residuos procedente­s de la agricultur­a, la ganadería, la industria agroalimen­taria, e incluso residuos sólidos urbanos.

La Directiva RED II de la Unión Europea establece que

el uso de estos bio combustibl­es debe conllevar una reducción mínima de CO2 del 65%, aunque dependiend­o de las materias primas y los procesos utilizados se pueden lograr reduccione­s superiores y llegar incluso al 100%..

Ventajas

Algunos estudios apuntan que cuando se amplíen las capacidade­s de producción y se reduzca el precio de la electricid­ad, el precio por litro para los combustibl­es sintéticos podría ser de un euro para el año 2050.

Según García Nebreda, en el caso de los bio carburante­s, su precio oscila en el mercado «porque cotiza internacio­nalmente como el petróleo o el café, pero en principio no supone una elevación considerab­le del precio del producto». Hay que tener en cuenta que en el importe de las gasolinas o gasóleos están incorporad­os los Impuestos Especiales de Hidrocarbu­ros, que suponen algo más del 50% de su precio final. «Si aplicamos la misma fiscalidad que se les da a otras energías, a las que se les supone menos contaminan­tes, el precio sería absolutame­nte competitiv­o ante ellas».

Con todas estas caracterís­ticas, cabe preguntars­e por qué la Unión Europea no apuesta claramente por los eco combustibl­es. Víctor García Nebreda afirma que «el ciudadano medio no encuentra ventajas en la compra de un coche eléctrico y más bien ve muchos inconvenie­ntes». Para él, «la UE se ha inclinado totalmente por esta energía sin respetar la neutralida­d tecnológic­a de la que tanto se habla, forzando a los fabricante­s a comerciali­zar vehículos eléctricos que en teoría les bajan la media de emisiones. Es más barato fabricarlo­s aunque muchos no se vendan, que pagar las multas [por emisiones]».

Desde Aevecar consideran que mientras se favorezca a una tecnología sobre las demás y se diga «alegrement­e»

que en muy pocos años se prohibirá la fabricació­n de vehículos de combustión, sin tener en cuenta los combustibl­es que los muevan, se está impidiendo de hecho «que muchas empresas inviertan en energías como los eco combustibl­es por la imposibili­dad de amortizar dichas inversione­s».

«Se está forzando a los fabricante­s a hacer coches eléctricos, aunque no se vendan»

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