La importancia de recuperar el pasado
Franzen era un verdadero maestro del objetivo fotográfico, con el que realizó composiciones magníficas, llenas de vida y animación. Ante su cámara posaron personajes del gran mundo del que él era una figura más. En Blanco y Negro, ABC y otras publicaciones de la época, sacó a la luz escenas no fotografiadas antes, gracias al estampido luminoso del magnesio, del que era un maestro. Se coló en salones, tertulias, cafés, en el Madrid nocturno. Trabajador infatigable, en su estudio de la calle Príncipe trabajaban una docena de colaboradores. Alto, rubio, el perfecto tipo nórdico, fue también cónsul de Dinamarca en Madrid. La amistad con Sorolla, a quien conoció en 1889, le llevó a colaborar en algunos proyectos conjuntos. Sus retratos mutuos son un homenaje a la composición, a la luz, a la captación de la belleza, a la unión de dos modalidades artísticas, pintura y fotografía. El fondo fotográfico de Franzen tiene un enorme valor cultural, histórico y económico. Pero España carece de un Centro Nacional de Fotografía. No se destinan recursos suficientes, faltan profesionales y no nos queda mucho tiempo para salvaguardar nuestro patrimonio fotográfico, pues los materiales se deterioran, se disgregan los fondos o terminan tirados a la basura. Por ello, dependemos de un puñado de profesionales que gestionan los archivos fotográficos en España. Afortunadamente hay algunos muy buenos, como los que trabajan en el magnífico Fondo Documental de RTVE al frente del cual se encuentra Alberto de Prada. Gracias a ellos y a su tesón, los 37.000 negativos sobre vidrio se han conservado, han podido digitalizarse, se ha trabajado en su conservación y se han catalogado. Debemos agradecerles esta labor. Queda, sin embargo, mucha tarea por hacer, no solo en este fondo. Son iniciativas como la llevada a cabo con la obra de Franzen las que permiten ir salvando lo que queda de la memoria fotográfica de España, tan vapuleada. Pero ¡hay tanto que salvar, tan pocos recursos y tan poco tiempo!