Vox aspira a entrar en el Gobierno y a obligar a Mañueco a aplicar su programa
Abascal reta al PP a aclarar con quién pretende pactar si no es con su partido: «Que lo digan»
Elecciones en Castilla y León
Con un ambiente festivo, centenares de personas –2.500 según la Policía, 6.000 según el partido– recibieron ayer en Valladolid en el cierre de campaña de Vox a su presidente nacional, Santiago Abascal, y al candidato de la formación a presidir la Junta, Juan García-Gallardo. A tan solo dos días para acudir a las urnas, ambos se volcaron en animar a los suyos a votar y llamaron a una «gran movilización» de sus votantes este domingo para que «no se relajen».
Y es que, según advirtió Abascal, «las cosas han ido mal» en Castilla y León, pero «todo podría ir a peor» si el Partido Socialista, «una peste para España», y «los comunistas» llegan al poder. El líder de Vox pidió al PP que «se aclare» y que le diga al «pueblo» con quién está dispuesto a pactar. «Si ganamos, ya decimos que con los socialistas no hablaremos, solo con el PP. Ellos que digan con quién lo harán».
Además, aseguró desconocer «quién manda» en el PP y si lo hacen «desde Bruselas». Es más, llegó a decir que el partido encabezado por Pablo Casado «ya no es un partido soberano, sino que obedece a dictados extranjeros».
Este domingo, el partido de Abascal aspira a multiplicar sus escaños en las Cortes de Castilla y León hasta un resultado que les dé la fuerza suficiente para reclamar formar parte del próximo Ejecutivo regional. En el partido no ocultan su desconfianza en el PP, conscientes de lo que le ha pasado a Ciudadanos (Cs) –solo sobrevive una de las cuatro coaliciones autonómicas que sellaron en 2019–, pero también remarcan que esta vez las negociaciones diferirán de las anteriores.
Entonces, la formación derechista se conformó con apoyar externamente los Gobiernos de coalición de PP y Cs allí donde sus votos eran necesarios frente a una alternativa de izquierdas –Andalucía, Comunidad de Madrid y Región de Murcia–, pero la dinámica entre los tres partidos es hoy bien distinta. Primero, porque si se cumplen los resultados pronosticados por las encuestas, la candidatura de García-Gallardo prácticamente se intercambiará en número de procuradores por la de Francisco Igea (Cs), quien fue vicepresidente con trece diputados autonómicos. Segundo, porque Vox no ve paralelismo alguno entre la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y su homólogo en Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco. Ni en sintonía ideológica –se sienten mucho más cómodos con un perfil como el de Díaz Ayuso– ni en fuerza electoral.
Con tan solo un procurador en las Cortes, Vox ha sido prácticamente irrelevante esta legislatura hasta que una diputada autonómica de Cs, en plena crisis del partido, abandonó sus filas. Ahora, internamente se asume como un éxito alcanzar los nueve escaños en un Parlamento que estará muy fragmentado y en el que la formación conservadora puede ser fundamental para que Fernández Mañueco repita.
Dirigentes de Vox, en privado, calculaban la semana pasada que obtendrán este 13 de febrero entre diez y doce procuradores, pero aún veían margen de crecimiento en la recta final de la campaña, que, según ellos, se les da especialmente bien. Su candidato, García-Gallardo, se ha desenvuelto bien en las entrevistas y en los mítines a pesar de su juventud, tras el traspié que sufrió en la precampaña con unos polémicos tuits que le situaron en el disparadero. Fuentes consultadas por ABC dan por segura su representación en todas las provincias salvo en Soria, donde la hegemonía de Soria ¡YA! la complica. Las últimas encuestas publicadas les sitúan en una horquilla similar a la que ellos prevén. GAD3 les otorgaba el lunes entre once y trece diputados autonómicos.
El partido fija el éxito en los nueve procuradores, pero calcula que sacará entre diez y doce, y que será clave para el PP