Sentarse en las bayonetas
Putin ha ido demasiado lejos para restaurar el estatus de Rusia
Robert Gates ha sido el único secretario de Defensa que ha trabajado con un presidente republicano y uno demócrata, además de haber dirigido la CIA. Hace unos días resumía la crisis de Ucrania diciendo que esta vez Putin ha ido demasiado lejos en su propósito de restaurar el estatus de Rusia como gran potencia y citaba la conocida frase de Tayllerand a Napoleón: «Con las bayonetas, señor, se puede hacer de todo menos sentarse en ellas». Se refería a las dificultades que tiene el dictador ruso para frenar su ofensiva sobre Ucrania, ya que sigue contemplando como único resultado de la movilización de tropas el control directo o indirecto del país.
Pero el bloque occidental está reaccionando de forma decidida y con una cohesión que, tal vez, Moscú no esperaba. Las sanciones económicas y financieras y la suspensión de la entrada en funcionamiento del gasoducto Nordstream 2 son argumentos de peso que deberían llevar a Putin a abandonar el maximalismo de sus pretensiones, repensar la agresión y negociar la desescalada.
Es cierto que el regreso a los acuerdos incumplidos de Minsk sería sobre todo una manera de salvar la cara, evitar el precipicio y ganar tiempo. Estos pactos sobre el reconocimiento ruso de las fronteras de Ucrania y la autonomía política de sus provincias del Este son interpretados de modo opuesto por las dos partes afectadas. Pero sobre ellos se puede construir un precedente distinto a la relación que pretende Rusia con su periferia, una colección de estados vasallos que le protejan frente a una imaginada amenaza de la OTAN.
EE.UU. ha pasado demasiado tiempo ensimismado en los últimos años. El vacío de poder ha sido aprovechado por la autocracia rusa. El regreso a la escena global de la presidencia de Joe Biden no ha sido por ahora muy airoso –el fiasco de Afganistán, la poco meditada alianza AUKUS–. En los próximos días veremos si las maniobras militares entre Rusia y Bielorrusia desembocan en alguna forma de ataque sobre Ucrania. Nadie sabe lo que barrunta Putin, pero sabemos que Washington lidera con claridad una respuesta proporcional y decidida.