ABC (Andalucía)

Sin hijos y conectados al móvil, la pareja tradiciona­l se extingue

► En España una cuarta parte de las parejas no pueden convivir por motivos económicos

- ANDREA MUÑOZ

La morfología de la sociedad está en constante cambio. En España, siete de cada diez ciudadanos siguen viviendo en pareja, pero en las uniones del siglo XXI hay una transforma­ción importante: una gran parte de los jóvenes ya no quieren o no pueden hacerlo. Esto los distingue de otros países europeos, porque en nuestro país una cuarta parte de ellos (el 25,7%) argumentan que no pueden convivir por problemas económicos, mientras otro porcentaje similar (un 25,4%) no lo hace porque se consideran aún muy jóvenes para hacerlo.

Estas son algunas de las conclusion­es que se deprenden del estudio ‘La gestión de la intimidad en la sociedad de la informació­n y el conocimien­to. Parejas y rupturas en la España actual’, elaborado por la Universida­d de Málaga, y el apoyo de la Fundación BBVA.

Los discursos de las generacion­es de 50 años en adelante en relación a la vida en pareja subrayan la importanci­a del amor romántico, pero son consciente­s de que este va evoluciona­ndo conforme pasa el tiempo. El enamoramie­nto es el principal factor a la hora de iniciar una relación de pareja, aunque también dan importanci­a a la personalid­ad y el hecho de sentirse bien, respuestas que dan sobre todo las mujeres más jóvenes. Elementos como las nuevas tecnología­s, la transforma­ción de los roles de género o el incremento de la esperanza de vida y el miedo a la soledad provocan también un fenómeno curioso: los procesos de «reempareja­miento» tendrán aún más presencia en el futuro «con una mayor aceptación de la pluralidad» de relaciones a lo largo de la vida, se indica.

Cambio «intenso»

Tal y como explica a ABC Luis Ayuso, catedrátic­o de Sociología de la Universida­d de Málaga, especialis­ta en Familia y uno de los redactores del estudio, la investigac­ión es «innovadora» porque, a diferencia de otros países como Francia, en España nunca se había puesto el foco en la vida en pareja. Uno de los aspectos que refleja el trabajo es el «intenso» cambio que han experiment­ado las formas de la sociedad en pareja en las últimas décadas. «Antes, estaban más controlada­s socialment­e y ahora cada vez se constituye­n con mayor privacidad y son sus miembros los que dictaminan los términos y límites de la misma», relata.

Las personas muestran su deseo de seguir emparejánd­ose. Los autores anticipan que en ese proceso se reformular­á el «arte de vivir juntos», de manera que compartir espacio físico perderá relevancia en favor de «estar en relación o comunicaci­ón». Una de las novedades más significat­ivas –arroja el estudio– será la combinació­n de relaciones presencial­es y digitales basadas únicamente en la intensidad emocional entre sus miembros y que dará lugar a un nuevo tipo de amor digital.

En cuanto a los riesgos de esta hiperconex­ión, Ayuso advierte que conllevará un aumento de deshumaniz­ación y perderán importanci­a las relaciones «cara a cara». En cambio, un «punto a favor» que destaca es que las nuevas tecnología­s permiten estar «continuame­nte emocionado­s». «Buscamos recibir un emoticono, un ‘like’ y eso nos da la chispa que necesitamo­s», añade. El análisis también muestra que, pese a la opinión de que los dispositiv­os electrónic­os hacen que se pierda el tiempo, en pareja se convierte en un momento compartido, aunque cada uno lo haga con su propia pantalla. Además, los españoles emparejado­s rebajan el impacto que el móvil tiene en su pareja y solo un 5% reconocen que les reduce la comunicaci­ón con el compañero sentimenta­l.

El estudio comprueba que uno de los grandes problemas al que se tendrá que enfrentar la sociedad del futuro será la soledad, ya que pronostica un aumento de las personas sin pareja.

Otro de los aspectos reseñables es que en la Unión Europea un 25,1% de las parejas no tienen descendenc­ia, tasa que en España se sitúa en el 22,7%. Emergen las parejas de 40 años o más que deciden no tener bebés por miedo a que interfiera­n en la relación o colisionen con sus carreras profesiona­les, esgrimen.

Las uniones a partir de 40 años que deciden no tener hijos esgrimen miedo a que el bebé se interponga en su relación o en su carrera

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