ABC (Andalucía)

El Barça se adueña del clásico

► Arrolla al Madrid en el WiZink, de donde sale líder de la Euroliga a una semana de la Copa

- E. V. ESCUDERO

El clásico es azulgrana. Volvió a ganar el Barça en el WiZink, donde cuesta recordar ya su última derrota. Hace tiempo que disfruta en la cancha de su gran rival, un ogro no hace tanto y que ahora se amilana cuando ve enfrente a los de Jasikevici­us. Ayer le bastó un cuarto a los catalanes, brillantes en un inicio demoledor que desequilib­ró el duelo y que alarga la crisis de los blancos. Derrota de las que hacen daño a solo una semana de la Copa.

Venía el Real Madrid en caída libre, derrotado en los últimos tres partidos de la ACB y arrollado por el Fenerbahçe el pasado martes en Estambul. Un socavón en toda regla en una temporada que hasta hace solo unas semanas era brillante. Por eso, la visita del Barcelona aparecía como una buena manera para cortar esa racha negativa a una semana de la Copa, pero los blancos volvieron a estrellars­e contra su kryptonita particular. Un Barça que, de la mano de Jasikevici­us, le ha tomado la medida desde hace bastante tiempo. Clásico que se ha teñido de azulgrana y que volvió a ser una pesadilla para los de Laso.

Se ha acostumbra­do el Barça a ganar en el WiZink, donde no pierde desde los playoffs de la ACB de 2019. Ha ganado ocho de los últimos once clásicos, lo que le permite salir al partido con una pequeña ventaja moral. La misma con la que afrontará el torneo de Copa el próximo fin de semana, donde después de su exhibición de anoche es el principal candidato al título.

La venganza de Laprovitto­la

Su puesta en escena en casa de su máximo rival fue magnífica. Propuso Jasikevici­us un cinco tan exótico, con sus tres bases de inicio, como efectivo. Laprovitto­la, que hasta hace nada ocupaba un lugar marginal en el Madrid, se disfrazó de Curry para lanzar al Barcelona. Doce puntos consecutiv­os del argentino impulsaron un parcial demoledor. Trágico para los blancos y definitivo para el partido. Era un rodillo azulgrana ante el que Laso no encontraba remedio. Siete minutos en los que el Barça zarandeó al líder de la Euroliga y de la ACB sin piedad. Castigo histórico que destapó la impotencia madridista (2-24). Quitó Laso a Heurtel, pensando que el agujero defensivo del base era el principal problema de su equipo, pero sin el galo seguía el Barcelona campando a sus anchas. Tiros liberados que elevaron la diferencia hasta los 26 puntos mediado el segundo cuarto (10-36, min. 14).

Por entonces, todos los jugadores del Madrid habían pasado ya por la cancha sin atisbo de mejoría. Era el Madrid un manojo de nervios y una guerra individual. Chispazos que evitaban un sonrojo mayor, pero que resultaban insuficien­tes para estrechar el marcador, que al descanso seguía reflejando una superiorid­ad abrumadora a favor de los visitantes (31-52).

No mejoró el juego del Madrid en la segunda mitad, pero al menos sí que se elevó la intensidad del equipo. El corazón. Ese motor que durante años ha impulsado a los blancos y que sufre un parón cada vez que se mide al Barcelona de Jasikevici­us. Con Tavares como recurso casi único en ataque, el Madrid trataba de enjugar la distancia, mientras los azulgranas se limitaban a controlar con un ojo en el reloj. Tardó veinte minutos largos en anotar su primer triple el Madrid, pero la alegría la sofocó Mirotic con cinco puntos consecutiv­os que volvieron a silenciar al WiZink.

La fe madridista solo le sirvió para ponerse a trece con tres minutos por jugarse (66-79, min. 37). Ni siquiera pudo soñar con la remontada. Diferencia abismal entre ambos equipos que obliga a una transforma­ción brutal de los blancos si quieren luchar el próximo domingo por el segundo título de la temporada. En el primero, la Supercopa celebrada en septiembre, cayó de su lado en la última alegría blanca en un clásico.

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// EFE Abalde, a la izquierda, intenta superar a Calathes

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