Talento sin porcelana
Xavi sabe lo que quiere, pero no dispone de los recursos para lograrlo
La semana que viene Nobu reabrirá en Barcelona. Ayer pasé por el hotel y por el restaurante. La cubertería acababa de llegar y estaba aún empaquetada, sobre las mesas que hay delante de la cocina, junto a algunos productos no perecederos. Los chefs Sergio Martínez y Mario García, trabajan desde enero en la reapertura.
Xavi es Nobu pero los productos no le han llegado, ni la cubertería. Tiene la marca –Cruyff–, tiene su trabajo y luego unos platos y unos palillos que se ha pillado en el chino de la esquina y que sirven para poner comida y comerla pero que ni pueden soñar las texturas con que Nobu te acaricia desde el primer instante en que entras en cualquiera de sus locales. Ninguno de los fichajes que de momento ha podido hacer Xavi pasa de medianía anónima o de vieja gloria trasnochada: o sea, ni atún, ni gambas, ni caviar, y aunque es cierto que Sergio y Mario con un trozo de pan seco pueden hacerte un manjar, Nobu exige alguna cosa más, exactamente lo mismo que el Barça. Con cuatro canteranos y un par de pintas que parecen más raperos que futbolistas, Xavi ha conseguido pinceladas de buen fútbol, sobre todo ante rivales que exigen poco defensivamente, como fue el caso de la primera parte contra el Atlético.
Pero cada vez que el rival exige, el Barça sufre. Cada vez que el rival insiste, el Barça llega agotado, colapsado a los últimos minutos. Xavi sabe lo que quiere pero no dispone de los recursos para conseguirlo. No es el entrenador que el presidente prefería: le considera poco humilde y le irrita que haya colmado su staff de familiares. Pero cuando Koeman se desmoronó y no hubo más remedio que echarlo, los técnicos que Laporta pretendía –más sorprendentes, más disruptivos, como en su día lo fueron Rijkaard y Pep– no estaban disponibles y todo el mundo presionó para que fichara a Xavi y lo convirtiera en la piedra angular de su nuevo proyecto.
Un Barça sediento de títulos y de referentes convierte cualquier destello en esperanza aunque el partido siguiente la desmienta. Pero mientras al chef Xavi no le llegue el pescado fresco y la porcelana, el Barça más que Nobu será una tasca.