ABC (Andalucía)

OTRO FRACASO DE SÁNCHEZ

Anoche fue un paso más en el progresivo cambio de ciclo en el ámbito nacional. El sanchismo ya no encandila y se ha visto golpeado

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LA primera conclusión de las elecciones celebradas ayer en Castilla y León es el triunfo nítido de la derecha sobre la izquierda, y la opción factible de que el PP pueda continuar en el poder después de 35 años ininterrum­pidos. Eso sí, con un pírrico triunfo de 31 escaños, solo dos más que en 2019, y bastante por debajo de las expectativ­as que Génova y Pablo Casado habían generado cuando plantearon este órdago de desgaste autonómico progresivo a Pedro Sánchez. Ahora el PP, que cerró la noche con un poso de amargura, queda bajo la absoluta dependenci­a de la voluntad de Vox. Si Santiago Abascal quiere, habrá un gobierno en solitario de Fernández Mañueco, aunque notoriamen­te debilitado, lo que demuestra que la operación del PP no ha sido un éxito precisamen­te. Y si Vox no aceptase limitarse a dar un apoyo externo al PP y exigiera entrar en el Gobierno, como hizo anoche mismo postulándo­se para la vicepresid­encia, podría llegar a producirse la remota opción de una repetición de los comicios. Por eso, el principal problema que resolver será el de la gobernabil­idad, ya que a esta hora no es descartabl­e que el PP no acepte conformar un primer gobierno de coalición con Vox para no fortalecer­lo más ante las futuras elecciones generales.

El PP ganó anoche solo dos escaños, y con nulo porcentaje de voto por encima de 2019, lo cual no es en absoluto un buen dato. Perdió 50.000 votos. Cabe preguntars­e si para este viaje hacían falta las alforjas de cambiar a un socio razonablem­ente manejable como Francisco Igea, de Ciudadanos, por Vox y sus firmes condicione­s. En cambio, el dato positivo para Génova es que donde hace tres años ganó el socialista Tudanca con 35 escaños, ahora lo ha hecho el PP, aunque sea de modo tan raquítico, y por apenas dos puntos. Aun así este dato enlaza con una de las claves nacionales de la noche: el varapalo sufrido por el sanchismo, y no solo por Tudanca. Tras Galicia, el País Vasco y Madrid, el PSOE ha perdido otro plebiscito sobre Sánchez y su gestión en La Moncloa, de modo que otra vez queda desmontada la mentira instigada por el CIS, y por buena parte de la izquierda, de que el PSOE llegaba al ‘rush’ final de la campaña como ganador. Perder, y además fallar en el cálculo con siete escaños, no es un error menor. Era otra trampa demoscópic­a diseñada para intentar condiciona­r el voto en los últimos días sin la menor credibilid­ad.

Como consecuenc­ia de ello, anoche fue un paso más en el progresivo cambio de ciclo en el ámbito nacional. El sanchismo ya no encandila y se ha visto golpeado. Sus engaños han dejado de ser creíbles. Las movilizaci­ones de última hora en el PSOE ya son una farsa mitificada, su desgaste aumenta exponencia­lmente, y el aparato de propaganda con las ayudas europeas no tiene tirón alguno. No es Castilla y León, donde el PSOE siempre lo tuvo difícil. Es que el deterioro de Sánchez es inexorable, y además ve cómo el PP y Vox se benefician de la práctica desintegra­ción de Ciudadanos como tercera fuerza de la derecha. El reparto por bloques ideológico­s ahora ya no favorece tanto a la izquierda. A Sánchez no le han servido de nada las manipulaci­ones del CIS, ni la crisis de gobierno, ni la nueva estrategia electoral apartada del marchamo que le concedía Iván Redondo. El sanchismo se va marchitand­o, y la siguiente prueba de fuego será Andalucía.

El aldabonazo de la noche lo dio Vox sin la menor duda. De un escaño pasó a trece, y con más de la mitad de porcentaje de voto que el PP. Un éxito indudable, similar al que obtuvo ya en Andalucía, Cataluña o Madrid. Además, Abascal no necesita grandes fichajes para seguir incrementa­ndo su implantaci­ón nacional. Justo todo lo contrario que Ciudadanos, que al perder once de sus doce procurador­es requiere un urgente paso por el diván. La cuestión es que Inés Arrimadas no tiene ya ningún margen de maniobra y que su nueva táctica desesperad­a de girar hacia el PSOE tampoco le resulta útil ni creíble.

Otras claves de los comicios fueron la pérdida de un escaño de un Podemos en declive, el surgimient­o de Soria YA con tres escaños, lo que puede alimentar con éxito nuevas fórmulas de la España vacía ante las generales, o que Unión del Pueblo Leonés ganase dos procurador­es. De cualquier modo, la proporción de voto –la derecha muy por encima del 50 por ciento– va a sumergir a la izquierda en una profunda crisis de identidad lo que resta de legislatur­a nacional.

«El aldabonazo de la noche lo dio Vox sin la menor duda. De un escaño pasó a trece, y con más de la mitad de porcentaje de voto que el PP. Un éxito indudable, similar al que obtuvo ya en Andalucía, Cataluña o Madrid»

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