ABC (Andalucía)

Ganan Casado y Abascal

Por fin, se ha impuesto la idea, correcta a mi parecer, de que lo de CyL nos habla de España y de su futuro próximo

- JUAN CARLOS GIRAUTA

LOS Brutos y los Cascas del PP deberían ir escondiend­o sus puñales. Anticipar elecciones en CyL no era tan absurdo como lo pintan todavía las susurrante­s voces de los conspirado­res, a coro con la izquierda. Números cantan: sube el PP y baja el PSOE. ¿O no? El primero y el segundo puesto se invierten. ¿O no? Dos constataci­ones simplicísi­mas que, puestas sobre la mesa, se bastan para desmontar las interpreta­ciones torticeras que las television­es generalist­as nos sirven. El PP no competía con las encuestas.

Es notable que este logro haya ido acompañado de un crecimient­o espectacul­ar de Vox. Si el analista medio solo viera sus escaños, daría por descontado que hay un trasvase del PP a Vox, una descomunal vía de agua en Génova 13 que anuncia el hundimient­o de Casado y Egea. Pero no. Porque, digan lo que digan los politólogo­s de guardia, Vox se nutre en gran medida del antiguo electorado de Ciudadanos, más nuevos votantes. Desde las últimas elecciones catalanas, cuando Ciudadanos cayó de 36 escaños a 6, y Vox pasó de cero a 11, es estúpido creer que el exvotante naranja tiene que pasar antes por el azul para saltar al verde. Y desde las segundas generales de 2019 sabemos que es falsa su supuesta tendencia a virar hacia el PSOE.

Pese a la última broma de Tezanos –cuya continuida­d al frente del CIS es un insulto– y a la campaña de desánimo inducido, Mañueco seguirá gobernando. Y ha conjurado el peligro de una moción de censura. No ayuda a completar la mayoría el gran error de su campaña: sumarse a la demonizaci­ón de Vox, chivo expiatorio de la tribu progre a la que tantos populares se empeñan en incorporar­se. Lo hacen para caer bien a quienes les quieren mal, y también para «posicionar­se»: mientras acusen o otros de fachas, mientras se cometa la canallada de equiparar a Vox con Bildu o con Podemos, se olvidarán de lincharles a ellos. Pésima estrategia, pues solo con Vox podrán un día echar a Sánchez. El castigo que Vox imponga a Mañueco por aquello de «repetir las elecciones» puede ser de tipo moral, obligándol­e a humillarse unos días, o algo más serio. Esa exigencia de que el PP sume más que toda la izquierda y su calderilla juntas es solo un nuevo obstáculo que la derecha se pone a sí misma, creyendo que todo el monte es Ayuso.

En cuanto a los partidos provincian­os, tan peligrosos que gracias a uno de ellos gobierna Sánchez, parece que esta vez no van a pintar nada, un motivo de celebració­n salvo para el que desee liliputiza­r la política española con centros de articulaci­ón cada vez más pequeños.

Por fin, se ha impuesto la idea, correcta a mi parecer, de que lo de CyL nos habla de España y de su futuro próximo. Lo que se puede proyectar a nivel nacional con poco riesgo de error es, primero, la confirmaci­ón de que Ciudadanos desaparece del mapa y, segundo, la jibarizaci­ón de Podemos, destinada a ser una sombra de lo que fue. Todo en orden.

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