LK. Las notas del agente tutor
El policía hacía ronda por los colegios del sur de Madrid para anotar la labor de captación de las incipientes bandas latinas
«JÓVENES de origen suramericano [...]. Suelen portar armas blancas [...]. Se enfrentan a grupos de españoles y de otras nacionalidades. Tienen un rey –se desconoce su identidad– [...]. Visten de negro con ribetes de color oro y en sus prendas llevan marcadas las siglas LK. Su anagrama es un puño negro rodeado de una estrella. Están captando adeptos principalmente en los centros escolares [...]. Actualmente, este movimiento está ya en casi todos los institutos de la capital. Objetivo: crear violencia y desorden». Se trata del extracto de uno de los informes que, pacientemente, elaboraba un agente tutor de la Unidad Integral de la Policía Municipal en el madrileño distrito de Latina. Es la primera descripción que da cuenta de la existencia de los Latin Kings, la primera banda latina que empezó a operar en España, y fue publicada en ABC hace casi veinte años, en concreto el 5 de mayo de 2003. El policía, al que nunca conocí personalmente, hacía ronda cada mañana por los colegios del sur de Madrid para observar, y anotar, cómo los miembros de la organización reclutaban a chavales con un perfil muy determinado: procedencia iberoamericana, casi todos ecuatorianos, dificultades de integración y fracaso escolar. Comenzaba un problema de seguridad que, casi dos décadas después, continúa presente tras experimentar modificaciones al compás de la propia evolución demográfica y migratoria de la población española.
En aquel momento, las típicas rencillas corporativas llevaron a algunos a dudar de las conclusiones extraídas por aquel policía a partir de sus muchas horas de observación. Hasta que un mes después, en junio de 2003, fueron detenidos seis miembros de la banda, entre ellos su ‘rey’, Eric Javier Velastegui Jara, todavía hoy en prisión. Quedó así más que acreditado que aquel agente tutor de la Policía Municipal de Madrid sabía lo que se traía entre manos y supo calibrarlo antes que nadie.