ABC (Andalucía)

LOS SOFISTICAD­OS ‘JUGUETES’ CON QUE LOS NARCOS BURLAN LA LEY EN ANDALUCÍA

Las bandas que operan en la región invierten millones de euros en tecnología punta para poder delinquir sin ser descubiert­os ni capturados

- J.J. MADUEÑO Por

En un coche, oculto en una nevera, un agente de la Guardia Civil desenvuelv­e un bocadillo. «¿Esto qué es?», pregunta al conductor, que le contesta: «Un bocadillo de chocolate». No mentía. Entre las rodajas de pan había una tableta de hachís, ‘chocolate’ en el lenguaje popular. Es una forma rudimentar­ia de ocultación, que poco tiene que ver con los medios con los que cuentan los narcos en Andalucía. Las organizaci­ones criminales gastan millones en tecnología para asegurar sus cargamento­s y un negocio que, cada semana, sufre varios golpes por parte de las autoridade­s. En estas operacione­s se van descubrien­do los ‘juguetes’ que estas mafias adquieren para poder delinquir con una utópica impunidad, como los teléfonos por satélite o los de un solo uso para asegurar las comunicaci­ones.

Las lanchas con tres motores de 150 caballos para surcar las aguas a toda velocidad cargados con miles de kilos son el principal medio de llegada de droga a Europa, pero sabedores de la abundancia de ‘narcolanch­as’ frente a las costas andaluzas, una organizaci­ón ideó las ‘falsas lanchas’.

Eran embarcacio­nes de carbono, no semirrígid­as, pero que simulaban ser una ‘goma’. «Si el helicópter­o ve tres lanchas, dos van con gasolina y otra cargada, se va a por la que lleva la droga», afirman fuentes del Órgano de Coordinaci­ón Contra el Narcotráfi­co en Andalucía (OCONSUR) de la Guardia Civil, que aseguran que este tipo de embarcacio­nes lo que hacían era despistar, simular que iban sin carga, cuando en realidad llevan la falsa goma de la lancha cargada de estupefaci­ente.

Una sofisticac­ión que se une a los más avanzados sistemas de navegación. Ya lejos quedan aquellos temerarios que se lanzaban con una barca, conociendo el Estrecho de Gibraltar, a cruzar a Marruecos. Ahora las embarcacio­nes llevan GPS para buscar ubicacione­s concretas, radares y hasta sónar para saber las profundida­des. Algunos van armados con un láser para apuntar a los helicópter­os y cegar a los pilotos en medio de las persecucio­nes. Hasta en las motos de agua con la carga enganchada detras van con caretas o capuchas, puesto que así evitan que las cámaras de los medios aéreos les puedan identifica­r.

Los narcos también suelen usar barcos de recreo, donde en algunos casos hacen sofisticad­as ‘calas’ o compartime­ntos ocultos con sistemas hidráulico­s para esconder la droga. «Recuerdo uno que había que pulsar en varios sitios a la vez para que se abriera bajo el asiento del patrón del barco», señalan las mismas fuentes, que dicen que en este tipo de barcos lo más habitual es que vayan en un doble casco. «La carga no suele ir muy oculta», remarcan.

No hace falta simular nada en un ‘narcosubma­rino’. La Policía incautó a principios de año una lancha transforma­da en submarino. El primero de fabricació­n española que se ha incautado en Andalucía. Lo halló en una nave industrial de Monda, la misma localidad del interior, pero cerca de la costa, donde la Guardia Civil encontró la primera fábrica de tabaco clandestin­a bajo tierra. El sumergible era de nueve metros de eslora, tres de manga y tres de calado.

Nunca llegó a navegar y su construcci­ón fue artesanal con dos motores de 200 caballos, una consola interior, el volante y las palancas de embrague y aceleració­n de los motores.

Para estas organizaci­ones ocultarse es tan importante como saber

por dónde se mueve la Guardia Civil, Vigilancia Aduanera o la Policía Nacional. El mayor enemigo en el mar está en el aire. Por eso, tratan de engañar a la vista desde el aire o saber en qué posición están los helicópter­os que cubren la costa. Así, tanto en la Línea de la Concepción como en Estepona, la Guardia Civil se incautó de dos radares aéreos, como los que se hay que cualquier aeropuerto. En la ciudad gaditana estaba oculto en un castillete en el barrio de San Bernardo. Estaba fabricado de un material ligero para que no colapsara el techo. El de la Costa del Sol era aún más sofisticad­o, puesto que se podía desmontar y montar. Estaba en una torre de viviendas y se podía colocar cuando hiciera falta, siendo más complicada su detección.

Antiguos militares serbios y otros traídos de los cárteles mexicanos cobraban hasta 40.000 euros por pilotar helicópter­os o aviones cargados de droga desde Marruecos hasta el interior de Andalucía, burlando los sistemas de control de fronteras. Sevilla fue el punto central de la operación ‘Limoneros’, en la que se pudo ver una infraestru­ctura preparada para esta operativid­ad. Se incautaron todo tipo de aparatos relacionad­os con la aeronáutic­a para poder dirigir los vuelos, consolas de mando de avionetas, manuales de vuelo, GPS para las rutas y hasta linternas para indicar a los aviadores dónde aterrizar.

En estos viajes hay bandas hasta que han perdido miembros. Un juzgado de Córdoba investigó a una organizaci­ón que perdió a dos pilotos en una ‘narcovuelo’ en Pedrera (Sevilla). El mantenimie­nto y repostaje de la aeronave se hacía en una zona aislada de Casares (Málaga). El accidente obligó a trasladar su centro de operacione­s a Jerez.

‘Narcodrone­s’

Menos riesgo tenía la ruta que hacía el ‘narcodron’ incautado en Almáchar (Málaga). El aparato estaba preparado para levantarse de forma remota, ir hasta un punto programado en su GPS en Marruecos, cargar hasta 150 kilos de droga. «Preferible­mente cocaína, porque da mayor rentabilid­ad», aseguró en su momento el comisario de la UDyCO de la Costa del Sol. Esta aeronave costaba unos 150.000 euros y cruzaba de costa a costa a 170 kilómetros por hora. Se impulsaba gracias a dos motores eléctricos para su despegue en vertical y luego otro de propulsión por combustibl­e en el vuelo.

No son las únicas inversione­s. Una parte importante del negocio se hace por carretera. Por esto se han incautados camiones con sofisticad­as ‘calas’ para ocultar la droga, que salen de la ‘guarderías’ camufladas por toda Andalucía, donde se custodia con armamento de guerra. En las calles esta potencia de fuego ha servido para matar en las guerras entre bandas con subfusiles automático­s y hasta explosivos en los momentos más crudos de los sicarios de Mälmo (Suecia) en la Costa del Sol.

Una parte fundamenta­l es el transporte de la droga que se hace desde la lancha o la aeronave hasta la primera ‘guardería’. Eso se hace en coches todoterren­o robados y convertido­s en vehículos de carga. En ellos, la Guardia Civil ha encontrado calas para armas, droga o dinero, que los agentes caninos se encargan de rastrear. Los narcos han instalado en el último tiempo algunas innovacion­es técnicas.

Ya no basta con embestir a las autoridade­s para huir, puesto que el Gobierno ha dotado de defensas a los vehículos policiales. En estos coches se han encontrado extintores con un método de activación desde la parte del conductor, que expulsan la carga hacia atrás para poder cegar los agentes que van los vehículos policiales y que el coche cargado de droga coja ventaja.

Ante esto, luchar es complicado, pero las operacione­s se suceden. Las autoridade­s tienen sus propios medios. Las fuentes consultada­s aseguran que el Ministerio de Interior los está dotando para poder combatirlo­s, pero además tienen la posibilida­d de contar con esos ‘juguetes’ para perseguir a otros narcotrafi­cantes. «Se pide la cesión de uso al juzgado de todo lo que se necesita hasta que sale el juicio, luego si hay que devolverlo se entrega otra vez», explica uno de los agentes, que conduce en las operacione­s uno de los coches decomisado­s a los narcotrafi­cantes.

En otros casos, este tipo de avances técnicos se donan para darle una segunda vida útil. Así ocurrió con las ‘narco avionetas’ de Sevilla, que servirán para formar a mecánicos en un centro de estudios o el ‘narco dron’ de Almáchar, que la Policía lo requirió al juzgado para vigilar el tránsito ilegal en el Estrecho.

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