ABC (Andalucía)

El PP se agarra a una victoria muy ajustada para frenar las críticas Mañueco abrirá una ronda de diálogo con todos los partidos y quiere un gobierno «del PP»

∑Los populares fracasan en su objetivo de absorber el voto de Ciudadanos y bajan 0,06 puntos respecto a 2019 ∑Tampoco fue capaz de frenar la subida de un Vox disparado y dependerá de este partido para la investidur­a

- MARIANO CALLEJA

«Misión cumplida». En el PP se apresuraro­n ayer en dar las elecciones por ganadas, y colocar rápidament­e el mensaje de que el «gran derrotado» de la noche iba a ser el PSOE. Apenas había empezado el escrutinio, pero los populares, con las últimas encuestas conocidas al cierre de los colegios electorale­s en las manos, quisieron adelantars­e a todos para dejar claro que iban a ganar en Castilla y León, y eso ya era una «buena noticia». En realidad, el resultado no cumplió con las expectativ­as que se crearon desde el partido cuando se convocaron las elecciones, momento en que se ponía el éxito de Madrid y de Ayuso como referente, con la intención de repetirlo en Castilla y León para gobernar en solitario, sin depender prácticame­nte de Vox. Ese nuevo éxito debía servir a Casado para tomar un nuevo impulso en su camino hacia La Moncloa.

El escrutinio, sin embargo, a punto estuvo de complicar la noche al PP. Por mucho que ganaran las elecciones, por los pelos, los números hablaron. El partido ha bajado en porcentaje de voto, 0,06 puntos menos que en 2019, no ha sabido absorber a los electores de Ciudadanos y ha visto impotente cómo Vox ha pegado un acelerón a su derecha, sin saber cómo podía frenar a un partido al que se ha empeñado en ningunear. Aun así, el secretario general, Teodoro García Egea, subrayó ayer que «el cambio de ciclo es imparable» en toda España.

La campaña se le torció al Partido Popular rápidament­e con una sucesión de errores y su esperado ‘gran éxito’ cercano a la mayoría absoluta se les atragantó, hasta parecer incluso que la victoria estaba en juego. Y así fue anoche, con un escrutinio que se les acabó haciendo demasiado largo e inquietant­e. En la última semana de campaña se había disparado la inquietud en el PP por una estrategia que podía resultar fallida y por una dependenci­a excesiva de Vox, que chocaba de pleno con el discurso de Pablo Casado y con el de barones como Juanma Moreno. El adelanto electoral en Andalucía podía quedar en el aire si el PP pinchaba en Castilla y León.

Al final, el PP ha ganado las elecciones, después de haberlas perdido en mayo de 2019, aunque haya sido de forma muy ajustada. En Génova se agarraron ayer a ese dato objetivo como a un clavo ardiendo. Mañueco gana, y el PSOE «es el gran derrotado», remarcaron los populares. Atrás quedaron los objetivos que tenían marcados de antemano, fijados en una mayoría suficiente para gobernar en solitario. Con 31 escaños, de un total de 81, y con el corte de la mayoría absoluta fijado en 41, les va a resultar muy difícil formar un Gobierno monocolor. Pero la intención declarada por Génova es no cerrar una coalición con Vox. «Hablaremos con ellos y con todos, pero se tendrán que retratar en la votación», advirtiero­n fuentes de Génova.

Con 31 diputados autonómico­s suman más que el PSOE y Unidas Podemos juntos. Pero a ese bloque de izquierda puede unirse Unión del Pueblo

Leonés (3), que ya votó en contra de la investidur­a de Mañueco en mayo de 2019, por lo que el candidato del PP no tendría asegurada la victoria aunque se abstuviera­n todos los demás. El único diputado de Ciudadanos, Francisco Igea, declarado enemigo de Mañueco tras romperse la coalición de la legislatur­a pasada, podría añadir otro ‘no’, y el bloque de rechazo llegaría a los 33 escaños. El PP necesitarí­a el sí de Soria Ya y Por Ávila, y la abstención de Vox. Como mínimo.

El papel de Vox

En cualquier caso, el PP tendrá que sentarse a hablar, y negociar, con un Vox muy crecido, aunque el punto de partida de los populares es no tener un Gobierno bicolor con los de Juan García-Gallardo y Santiago Abascal.

Las primeras valoracion­es en la sede nacional del PP las hicieron el vicesecret­ario de Comunicaci­ón, Pablo Montesinos, y el portavoz del Senado, Javier Maroto. Más tarde, Casado subra

El partido de Pablo Casado cree que se confirma un «cambio de ciclo» que ve imparable en España

yaría en Twitter la idea del «cambio de ciclo imparable». El PP cree que ha logrado frenar la moción de censura que, a su juicio, estaba preparando el PSOE y Ciudadanos en Castilla y León, para presentarl­a y debatirla en el mes de marzo. Ese va a ser uno de los argumentos del PP en los próximos días para tratar de convencer a todos de que fue una buena idea disolver las Cortes regionales y adelantar las elecciones, prescindir de Ciudadanos como socio y quizás cambiarlo por Vox como aliado necesario.

Lo que es evidente es que esa ‘estrategia’ ha tenido fallos muy claros, a la vista de los resultados. Uno de ellos es que el PP no ha logrado absorber al votante de Ciudadanos, un partido que prácticame­nte ha desapareci­do del mapa en Castilla y León, al pasar de los 12 escaños que obtuvo en las elecciones autonómica­s de mayo de 2019 a conservar solo uno, el de Francisco Igea por Valladolid.

El fracaso del PP en esa estrategia de reunificac­ión del voto de centrodere­cha ha sido uno de los mayores golpes en la jornada electoral de ayer, y afecta de lleno a uno de los pilares de la estrategia de Casado, quien esta semana deberá dar explicacio­nes ante los barones y el resto de dirigentes de su partido, en un Comité Ejecutivo Nacional. Sin absorber el voto de Ciudadanos, será muy difícil que el PP gane en las generales. Eso lo saben en el partido y su proyecto está basado en esa idea. En las elecciones de la Comunidad de Madrid del 4 de mayo, el PP sí logró quedarse con el voto de Ciudadanos en masa, lo que alzó a Ayuso como referente indiscutib­le del centro-derecha en su conjunto, y Vox no tuvo más remedio que aceptarlo.

Las debilidade­s

Dentro del discurso ‘positivo’ que el PP quiere ofrecer después de ganar las elecciones, aunque sea una victoria con un sabor agridulce, incluye el hecho, este cierto, de que los populares siguen ganando «todas las elecciones» desde que se produjo el ‘golpe’ del PSOE y Ciudadanos en la Región de Murcia para expulsar a Fernando López Miras del poder. Después de esa moción fracasada, el PP arrolló en Madrid y ahora gana en Castilla y León. Pero los populares han dejado ahora a la vista todas sus debilidade­s y sobre todo una dependenci­a de Vox que podría abrir un debate interno en el partido.

El PP no ha absorbido el voto perdido por Ciudadanos, y tampoco ha sabido frenar la fuerza de Vox, un partido que sin despeinars­e en la campaña, y con un candidato desconocid­o, ha dado el salto de un diputado a un total de 13. Los populares trataron de hacer una lectura algo peculiar, al asegurar que Vox no ha subido respecto a las elecciones generales en su conjunto, cuando logró un 15,2 por ciento de voto en toda España, y un 16,8 por ciento en Castilla y León. En las elecciones regionales de ayer, el partido de Abascal logró un 17,6 por ciento de los votos, lo que lleva a pensar a los populares que este partido no está creciendo de manera significat­iva.

Una de las derivadas que tendrán estas elecciones para el PP será Andalucía y el posible adelanto electoral. El resultado de los populares, más flojo de lo que esperaban todos, puede llevar a Juanma Moreno a repensar si adelanta los comicios o no, ya que ahora mismo lo que se ve es un PP que no ha terminado de despegar y un Vox claramente fuerte. Justo lo contrario de lo que necesitaba el presidente de la Junta de Andalucía.

Tampoco es la mejor situación para Génova, ante los congresos regionales que siguen pendientes. Entre ellos, el de Madrid. En la dirección nacional del PP dan por hecho que Isabel Díaz Ayuso volverá al ataque de forma inminente para exigir ya un congreso regional, en el que sea elegida presidenta del partido y poder organizar ya las elecciones autonómica­s y municipale­s de mayo de 2023.

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// EFE El secretario general del PP, García Egea, en su comparecen­cia
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