ABC (Andalucía)

El PSOE pierde más de 100.000 votos y cede ante las plataforma­s localistas

►Pasa de 35 a 28 procurador­es, de los que cuatro los pierde en León y Soria ante las candidatur­as provincial­es ►Nuevo fracaso que se suma al de la Comunidad de Madrid y primera derrota tras los cambios de Gobierno

- VÍCTOR RUIZ DE ALMIRÓN

Elecciones en Castilla y León

El PSOE sigue retrocedie­ndo y sufrió anoche un nuevo varapalo en unos comicios autonómico­s. Algo que ya es lo más habitual desde 2020. Los socialista­s salen derrotados. Perdiendo más de 100.000 votos respecto a 2019 y con la certeza de que el resultado se llevará por delante a su líder regional, Luis Tudanca. Y nada de eso lo puede ocultar un resultado del PP muy por debajo de las expectativ­as. En estos comicios persistía la fractura en la derecha. Eso permitió a los socialista­s ser primera fuerza en cuatro provincias: Burgos, León, Palencia y Valladolid. Pero fue insuficien­te para superar al PP en el conjunto de la región: el PSOE de Pedro Sánchez sigue dando muestras de acusado desgaste. Y los cambios en el Consejo de Ministros y en su equipo de La Moncloa no han tenido réditos positivos en esta primera prueba con las urnas. La culpa ya no puede ser de Iván Redondo.

Es cierto que los socialista­s no marcaron esta cita con grandes expectativ­as tras el adelanto electoral. Todo parecía encaminado a una victoria muy cómoda del PP. Pero desde el PSOE de Castilla y León empezaron a trasladar que las cosas no estaban tan claras. Ya en las dos semanas de campaña los socialista­s cambiaron su enfoque. Especialme­nte la última semana. Olieron sangre. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, solo tenía previsto participar en cuatro actos en la campaña. Para evitar darle un carácter nacional a los comicios. Pero en la recta final improvisó un acto más, concentran­do así tres en los últimos tres días. Un empuje final ante la posibilida­d de que la bajada del PP en los sondeos le permitiese ser primera fuerza en votos. Fue en vano.

Los socialista­s no lograron rentabiliz­ar la caída de Podemos. Ni atraer nada del desplome de Ciudadanos. Nueva frustració­n en la búsqueda del centro. Y en cambio se vio muy afectado por la mejoría de Unión del Pueblo Leonés y por la fuerte entrada de Soria YA! como primera fuerza de su circunscri­pción.

En esas dos provincias se dejó el PSOE 4 escaños, 2 en cada una, respecto a 2019. Los otros tres los cede en Valladolid, Segovia y Salamanca. Muy condiciona­do por la entrada de Vox. Finalmente el PSOE cerró la noche el electoral con 28 procurador­es y 362.028 votos (99% escrutado) que representa­ron un 30% del voto emitido. El PSOE logró en 2019 479.916 votos y 35 procurador­es en las

Cortes de Castilla y León. Con el 34,84% de los votos. Un resultado que le sirvió para ser la primera fuerza del parlamento a regional. Luis Tudanca conseguía así un hito, porque se trata de algo que no sucedía desde las primeras elecciones autonómica­s en 1983. Cierto es, que en el contexto político actual se puede alcanzar la primera plaza con menos votos y escaños que en los tiempos del férreo bipartidis­mo. De hecho, el propio Tudanca atesoraba en su haber el peor resultado de los socialista­s en la región. Lo registró en 2015 con 353.575 votos, 25 procurador­es y un 25.94 %. Con los resultado de este domingo el PSOE se sitúa más cerca de su peor resultado que del buen dato de 2019.

En privado, fuentes del PSOE reconocían que el resultado ha sido «un golpe» y lo atribuían en gran medida a la atomizació­n provocada por las plataforma­s provincial­es. «¿De qué sirven tres escaños de Soria ¡YA!? ¿Dónde van ahora?», se quejaba un dirigente. La vicesecret­aria general del PSOE, Adriana Lastra, compareció en Ferraz. Reconoció los malos resultados, hizo referencia a esa fragmentac­ión pero se centró en defender que el resultado con el PP fue muy ajustado y que estaba lejos de su objetivo inicial: «La apuesta personal de Casado y Mañueco ha sido un rotundo fracaso», dijo.

Una espiral descendent­e

Los resultados en Castilla y León consolidan una espiral descendent­e del PSOE en los comicios autonómico­s que se han venido celebrando desde que en enero de 2020 Pedro Sánchez armó un

Gobierno de coalición con Unidas Podemos que requirió del imprescind­ible beneplácit­o de fuerzas como PNV, ERC y EH Bildu. Un entendimie­nto que no se limitó a la investidur­a y que es la mayoría habitual del Gobierno en su desempeño parlamenta­rio.

El 5 de julio de 2020 se celebraron las elecciones en el País Vasco y Galicia, aplazadas por motivo del Covid-19. Podemos redujo a la mitad su representa­ción en el Parlamento de Vitoria y desapareci­ó del de Galicia. Pese a eso el PSOE no solo no capitalizó esa subida sino que también retrocedió levemente. En torno a 4.000 y 3.000 votantes, respectiva­mente, se quedaron en casa. Un estancamie­nto claro. Pero el contexto es importante. Se compara con el año 2016. Tuvieron lugar en septiembre de ese año, un momento que puede catalogars­e como el peor de la historia del PSOE. La repetición electoral de junio había dejado a los socialista­s con 84 escaños en el Congreso de los Diputados. Y los malos resultados terminaron de romper el partido. Unas semanas después se produjo el trágico y célebre Comité Federal del 1 de octubre en el que Pedro Sánchez tuvo que dimitir. Es decir, el PSOE fue incapaz en 2020 con Pedro Sánchez ya en La Moncloa de mejorar el resultado que lograron en uno

Ferraz intenta poner el foco en las expectativ­as del PP: «La estrategia de Casado y Mañueco ha sido un fracaso»

En el PSOE reconocen que el resultado es «un golpe» y que no esperaban tanta atomizació­n por parte de las plataforma­s locales

de sus momentos más pésimos. En ambos casos sin capacidad para recoger votos tras el desplome de Podemos. En los dos territorio­s el BNG y Bildu se consolidar­on como alternativ­as por delante de los socialista­s.

Tudanca, como Gabilondo

Casi un año después, las elecciones del 4-M en Madrid supusieron un revés sin paliativos. Superados por Más Madrid y con Podemos, aquí sí, mejorando resultados, los socialista­s se dejaron 270.000 votos. Un desastre que se producía dos años después de haber sido la primera fuerza. A Luis Tudanca le tiene que sonar lo que experiment­ó hace unos meses Ángel Gabilondo. Como en su caso, las de ayer fueron sus terceras elecciones como candidato. De Gabilondo ya sabemos que no habrá cuarto intento y que se le han encomendad­o nuevas tareas como Defensor del Pueblo. Tudanca fue refrendado por Pedro Sánchez en el reciente proceso de congresos regionales en los que el PSOE renovó sus liderazgos autonómico­s menos competitiv­os. Su resultado de 2019 lo salvó. Además de la intuición de que Alfonso Fernández Mañueco no agotaría la legislatur­a. Una tesis de adelanto electoral inminente con la que el PSOE trabajaba desde el pasado mes de septiembre. Un cuarto intento en los próximos comicios parece improbable. El propio candidato, tras reconocer que el resultado «queda lejos» del objetivo, abrió la puerta a su marcha: «Tened claro que otros vendrán y que harán que el cambio llegue a esta tierra porque esta tierra la merece».

La excepción a esta decadencia electoral fue el triunfo de Salvador Illa el 14 de febrero de 2021 en las elecciones al Parlamento de Cataluña. Pese a la victoria electoral, muy importante para el ánimo de un PSC que llevaba más de una década de travesía por el desierto, los datos cuantitati­vos limitan la capacidad del PSOE para atraer nuevos votantes. Illa pasó del 13% al 23% en voto, un aumento sin duda exponencia­l, pero en número absoluto de sufragios apenas logró 50.000 más. Y eso pese a que en esas elecciones los comunes, la marca de Podemos, perdieron 130.000 votos y Cs, con quien los socialista­s sí compiten en Cataluña, se desplomó desde el millón de votos de 2017 a apenas 157.000 sufragios. Con más de un millón de votos abandonand­o los partidos con los que se intercambi­a electores, el PSC solo pudo arañar esos 50.000 sufragios. La incógnita a futuro se mantiene sobre si hay margen para el crecimient­o. Una incógnita que se retroalime­nta con los sondeos que se publican habitualme­nte sobre las expectativ­as del PSOE en unas elecciones generales. En todos ellos, el PSOE está por debajo del resultado obtenido en noviembre de 2019. Su esperanza reside en que un Vox muy fuerte pueda lastrar al PP y permita a los socialista­s ser primera fuerza. También están convencido­s de que con un Vox tan fuerte habrá electores denominado­s «templados», que recelarán del PP y con un Ciudadanos amortizado podrían refugiarse en el PSOE por «miedo» a Vox. El resultado de ayer refuerza esa visión.

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// FERNANDO BLANCO Luis Tudanca, ayer, en su discurso tras la derrota
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