No dude, Sánchez también ha perdido
No vale la medianía de asegurar que ‘aguanta’: se deja siete procuradores y cae en las capitales de provincia
PEDRO Sánchez y Luis Tudanca han perdido, el primero más que el segundo. Digan lo que digan sus terminales. Vendieron que podían dar la vuelta a la realidad que marcaban todas las encuestas, excepto la del CIS, fábrica demoscópica sanchista. Pero no. Sánchez ha sido derrotado porque Tudanca no podrá gobernar: los castellanos y leoneses han castigado la gestión del presidente y no han valorado la política de oposición de su voz en la comunidad. Así de simple. Tampoco vale la medianía de asegurar que ‘aguanta’. No, pierde más de 100.000 votos, se deja siete procuradores, se estrella en Soria por la entrada de la España Vaciada, se humilla ante Unión del Pueblo Leonés con quien gobierna la diputación... Y su cómputo global tampoco es motivo de orgullo: retrocede más de cuatro puntos con relevancia en sus feudos de las capitales de provincia.
Su derrota no sólo es un conjunto de cifras. La forma de entender el funcionamiento de las instituciones que tiene Sánchez y un partido entregado a un liderazgo donde no cabe la disensión (ni se la espera) es una derrota para los ciudadanos. Para usted y para mí, para su familia y la mía, para nuestro presente y futuro. La utilización de los consejos de ministros como arma electoral (véase la aprobación del Perte agroalimentario...), el empleo del Gobierno como altavoz publicitario (macrocuarteles en Zamora como quien reinventa los pueblos de colonización del franquismo...) o los ajustes del salario mínimo son elementos que cuestionan qué se entiende por ejercer el poder. Son ejemplos de cómo se pervierte lo que significa gestión y lo que es partidismo, pese a que la Junta Electoral haya rechazado los argumentos del Partido Popular que buscaban una nueva condena para el presidente Sánchez como ocurrió en 2019 justamente por lo mismo: realzar los logros del Gobierno desde La Moncloa en plena campaña electoral.
La forma de entender la política que tiene Sánchez es una fábrica de abstenciones y altavoz de populismos a izquierda y derecha, de desprestigio y degradación del sistema democrático: un portazo a lo que usted y yo entendemos como libertad.