Vox exige entrar en el Gobierno regional tras multiplicar sus resultados
►El partido de Abascal logra trece procuradores, los que tenía Ciudadanos la anterior legislatura, y es imprescindible para el PP
A orillas del Pisuerga, en una gélida noche con aguanieve, Vox celebró ayer una velada cargada de euforia que puede suponer un punto de inflexión en la corta vida de la formación derechista. El salto a la madurez política o, lo que es lo mismo, la entrada en gobiernos y la asunción de responsabilidades de gestión. Ese es el objetivo del partido de Santiago Abascal ahora, tras obtener trece procuradores en las Cortes de Castilla y León. El primer mensaje del líder nacional, pasadas las diez de la noche, no dejó lugar a la interpretación: «Qué cara de vicepresidente se le está poniendo a Juan García-Gallardo».
La candidatura capitaneada por García-Gallardo, un joven desconocido de treinta años hasta que Vox anunció que iba a ser su cabeza de cartel en los comicios autonómicos de este 13 de febrero, logra un gran resultado, que le convierte en condición ‘sine qua non’ para que los populares repitan en la Presidencia del Gobierno regional.
Este diario ya había publicado la intención de Vox de formar parte del Ejecutivo autonómico con los datos que manejaban y ayer Abascal, en medio de una auténtica fiesta, lo confirmó reclamando la Vicepresidencia para GarcíaGallardo, quien lo acompañaba en el escenario instalado frente al hotel Santa
Ana, donde había ejercido de telonero del presidente de Vox.
Una hora antes, el diputado nacional de Vox por Valladolid, Pablo Sáez, ya se felicitaba del «extraordinario» resultado según avanzaba el escrutinio. Era un suspiro de alivio, o de entusiasmo, en una noche de nervios contenidos en la que desde el principio flotaba el optimismo en el vestíbulo palaciego del complejo. El éxito, repetían estos días en Madrid distintos dirigentes, estaba en los nueve procuradores –el equivalente a uno por provincia, aunque por Soria, como temían, se han quedado en blanco–. Una semana antes, el cálculo interno rondaba los diez o doce diputados autonómicos.
Reemplaza a Ciudadanos
Con trece, los mismos que sacó Ciudadanos en 2019, Vox exige entrar en el Gobierno y ejercer el mismo rol que desempeñaron los liberales la pasada legislatura. García-Gallardo, recibido por unos doscientos simpatizantes con paraguas con la bandera de España, agradeció a los votantes de su formación que les hayan hecho «decisivos» para que «se apliquen las políticas de Vox». Los 31 escaños del PP le obligan a apoyarse sí o sí en los de Abascal sin otra suma posible, al margen de una descartada gran coalición con el PSOE.
«Esto es una gesta que se llevará a toda España. ¡Vamos a hacer historia!», clamó García-Gallardo, justo antes de su ‘nominación’ a vicepresidente. «Qué buena es esta lluvia para la siembra», comenzó Abascal, irónico, por el lema de Vox en la campaña electoral, ‘Siembra’. Justo después, mensaje a Alfonso Fernández Mañueco y a Génova: «Qué cara de vicepresidente se le está poniendo a Juan García-Gallardo. España quiere más ‘gallardos’ y menos ‘rufianes’».
La presión se traslada ahora al PP, que la misma noche del cierre de campaña garantizaba que no iba a aceptar la entrada de Vox en el Gobierno autonómico. Si no hay pacto PP-Vox ni una gran coalición, la comunidad se vería abocada a una repetición electoral después del anticipo que convocó Fernández Mañueco tras romper su acuerdo con Ciudadanos, que anoche solo consiguió retener el procurador de Francisco Igea por Valladolid.
Sin duda, Vox es el gran ganador de una jornada electoral en la que el PSOE perdió el primer puesto logrado en 2019, el PP se quedó lejos de su ansiada mayoría absoluta y Ciudadanos se hundió hasta casi desaparecer. «Vox tiene el derecho y el deber de formar gobierno en Castilla y León», reivindicó Abascal, quien prometió «responsabilidad» en las negociaciones con el PP, pero también dejó claro que, aparte de la Vicepresidencia de la Junta de Castilla y León, también reclamarán que se aplique una parte del programa de Vox, en cuestiones importantes como la industria o la ganadería.
Como cabía esperar ante el éxito co
sechado, Abascal también hizo una lectura de los resultados en clave nacional. «Hoy se demuestra la utilidad de Vox para parar el frente y la amenaza de socialistas, comunistas y separatistas», dijo, y arengó a los fieles que se enfrentaron al frío situando a Vox como «la mayor alternativa para expulsar a Pedro Sánchez del poder». Los simpatizantes congregados frente al hotel Santa Ana irrumpieron entonces en gritos de «presidente, presidente», pero Abascal, en un falso reproche, los corrigió con guiño a García-Gallardo: «Hoy lo que toca es lo de vicepresidente».
La despoblación, en mente
Todavía tuvo tiempo el líder de Vox para tapar huecos en el caladero electoral y comprometerse, como ya había hecho el partido en campaña, a llevar ante Fernández Mañueco «las demandas legítimas» de la España vaciada, con independencia de que las plataformas que se han presentado a estas elecciones hayan obtenido o no representación. «No se nos escapa cómo el centralismo autonómico ha convertido algunas de sus provincias en las más perjudicadas», añadió, con los afectados por la despoblación como principales destinatarios. Como colofón, tres vivas con cierta nostalgia: «¡Viva Castilla la Vieja, viva León y viva España!». Terminó el discurso, pero no la fiesta: «¡Hemos votado a Vox, hemos votado a Vox, hemos votado a Vox!».