ABC (Andalucía)

La moda de la nostalgia

- ÁNGEL ANTONIO HERRERA

Dos libros en vigor aúpan una palabra nunca enterrada, nostalgia, que últimament­e resulta moda, casi, porque la contemplan los escritores, y los políticos, y los antropólog­os y por supuesto los músicos. Los libros son ‘Sobre la nostalgia’, de Diego S. Garrocho, y ‘Lo neorrancio’, firmado por varios autores. Ambos tienen la nostalgia como clave o llave, pero prosperan en direccione­s contrarias. Garrocho cumple una biblia al respecto, rica, ahondada y amenísima, y asienta que vivimos una época más nostálgica que otras, en lo cultural. En las páginas de ‘Lo neorrancio’ se advierte que acaso un pasado nunca fue lo mejor.

En todo caso, la nostalgia está ahí, entre la dolencia y la anestesia, como un perfume que va y viene, descifránd­onos. A la palabra nostalgia se le viene dando mucho uso, y la política mira al pasado, para enhebrar un futuro, mientras una psicología de búsqueda encuentra benéficos los climas de los ochenta. La pandemia no sé yo si nos ha hecho más fuertes, pero sí más rehenes de la nostalgia, que a veces es una pura nostalgia de futuro. De la nostalgia vienen algunas canciones inolvidabl­es, y a la nostalgia va a menudo la vida a hacer nido, porque «el futuro es el único pasado que es posible cambiar», según un diagnóstic­o de Garrocho.

«Me duele el tranvía que pasa, y también el que no pasa», escribió Ruano. Y Juan Ramón, siempre enfermo de lejanías, cierra un verso almado: «Nostalgia aguda, infinita, de lo que tengo». La palabra nostalgia tiene fecha de invención, el 22 de junio de 1688, cuando el doctor Johannes Hofer la acuñó para explicar la enfermedad o tristeza de los soldados lejos de la patria. De modo que debemos el término a un médico, y no a un poeta, aunque ha sido la poesía el empleo que le ha dado a la nostalgia carburante, y vigencia, y prestigio, desde Grecia hasta hoy.

«Vivir es ver volver», resumió un lírico, y la nostalgia ahí alojada es y no es la nostalgia de Marcel Proust, que cumplió miniatura de siete tomos en lo ido, o la nostalgia de Guillermo Cabrera Infante, que amó La Habana, porque no existe. No extraña que el tango ‘Nostalgias’ sea el más versionado en su género, ni tampoco que ‘Yesterday’ sea un filón de regalías y devotos. Hay un porvenir en la nostalgia, obviamente, que últimament­e queda donde siempre: en las orillas del verano de la misma infancia.

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