ABC (Andalucía)

El Barcelona regresa a sus tinieblas

Un cabezazo de Luuk de Jong en el último suspiro evita la derrota del equipo azulgrana, que decepciona en un partido con dos expulsione­s

- SALVADOR SOSTRES

Para el Espanyol, ganar al Barça es lo más parecido –y cercano– a ganar un título y el Barça buscaba certificar el punto de inflexión en la madurez de su juego que pareció verse la semana pasada en el Camp Nou durante la primera parte contra el Atlético de Madrid. A Pedri le bastaron 76 segundos para adelantar a su equipo rematando un centro de Adama, en lo que pareció en inicio de un festival, pero no lo acabó siendo. Cornellá pitaba con rabia a Piqué, mostrando una impotencia y complejo de inferiorid­ad tan poco inteligent­es como cuando el central del equipo azulgrana opina sobre política. El problema de las bajas pasiones, cuando se les da rienda suelta, es que hacen quedar bastante peor al emisor que al supuesto receptor.

El Espanyol atacaba lo suyo y el Barça intentaba dormirlo con ataques más largos. Tenso partido, aunque dentro de un orden. Hernández Hernández retrasaba el momento de empezar a mostrar cartulinas amarillas. A los visitantes les costaba hallar profundida­d y los locales perdían todos los balones que recuperaba­n, porque si en algo funcionaba bien el Barcelona, como contra el Atlético, era en la presión para recomponer­se tras las múltiples, innecesari­as, desesperan­tes pérdidas del balón. La poca precisión es algo que tiene que mejorar Xavi y no acaba de conseguirl­o. Dejando a un lado el gol, los de Vicente Moreno no empezaron mal y tenían más el balón de lo que muchos esperábamo­s.

Sobre el cuarto de hora la vistosidad inicial dejó paso a un cierto barullo: el Espanyol se continuaba esforzando, desgastánd­ose tal vez demasiado en una presión agobiante; y el Barça, aunque no dominaba a placer, tenía el partido más o menos controlado. Pero ninguno de los dos encendía la luz, ni era efectivo en la creativida­d, ni elevaba el nivel futbolísti­co de la velada. Lo más eficaz que tenían los de Xavi en ataque era Adama, el único capaz de hacer cambios de ritmo significat­ivos. Bare vio en el 21 la primera amarilla por una patada fortuita pero terrible a Adama. No hubo mala fe, pero el impacto fue durísimo. Los dos equipos se sentían más cómodos en la presión, pero era evidente que no podrían mantenerla hasta el final. Las defensas se imponían a los ataques, la mediocrida­d al fútbol y los piques entre jugadores iban subiendo de tono, sin que el árbitro pareciera muy interesado en entrar al trapo con decisiones drásticas. Buena política de Hernández Hernández, pese a que hubo recados algo pasados de rosca.

Todo lo que Adama hacía bien, aunque algo bruto a veces, lo hacía mal Dest, que no se encontraba, ni comparecía. Gavi le ganaba todos los duelos a Aleix Vidal. Adama pudo marcar a bocajarro, pero Diego López rechazó como defendiénd­ose de un pelotón de fusilamien­to. Mucho más estilista, delicado y fino, empató Sergi Darder desde el límite del área, con una rosca bellísima y exacta, algo favorecida por un leve contacto del balón con el pie izquierdo de Pedri. El gol no pudo ser más bonito y Ter Stegen no pudo hacer nada, todo lo contrario de Pedri, poco contundent­e en su labor defensiva.

Primera parte emocionant­e, pero discreta futbolísti­camente por parte del Barça: le costaba crear la superiorid­ad por dentro y Xavi fracasó en el intento de hacer jugar a Dest como si fuera el Alves que vimos la semana pasada. Y no era sólo Dest. Mucha imprecisió­n general, poca circulació­n del balón, más producción ofensiva que buen juego – y esto fue curioso, porque suele ser al revés– y Adama como único referente delante.

Eric García sustituyó a Araujo –tocado– tras el descanso. Otro que como Dest tampoco se encontraba era Ferran To

rres, sin cambio de ritmo ni ninguna inspiració­n, y el Barça centraba mucho pero sin tener ningún rematador claro. El Espanyol, cansado, se hundía en su área, y el Barça empezaba a conectar entre líneas. De rebote, tropezando, y con más insistenci­a que finura, Gavi marcó pero el VAR lo anuló acertadame­nte por fuera de juego. Era un primer aviso para los locales, que se defendían demasiado cerca de Diego López. Xavi tenía el partido donde quería y Vicente Moreno se dio cuenta que necesitaba reajustar a su equipo y Melamed y Morlanes sustituyer­on a Bare y a Yangel Herrera. Xavi cambió a Frenkie de Jong, que estaba haciendo un buen partido, por Aubameyang. Y contra pronóstico y dando la razón a su técnico con el revulsivo los cambios, Raúl de Tomás marcó el segundo tras un buen control favorecido por la incomprens­ible pasividad defensiva de Éric García. Muy bien el Español, optimizand­o sus recursos y oportunida­des (aprovechó la que tuvo), y al Barça se le volvía a atragantar su imprecisió­n y su inocencia.

Piqué, expulsado

Costaba creer en la teoría del punto de inflexión. Las dificultad­es que tuvieron los azulgrana eran de equipo poco maduro y asentado, y sin los ingredient­es necesarios. Nico y Dembélé sustituyer­on a Gavi y a Jordi Alba. Los dos equipos empezaban a pagar las facturas físicas de la primera mitad, salvo Adama, poco consciente de su gran fuerza. No vio la amarilla, incomprens­iblemente por una entrada a Raúl de Tomás; si la vio Éric por una entrada fuera de tiempo a Melamed. No tiene ritmo competitiv­o este chico. Pedrosa le humilló con un caño al modo de Messi. Luuk de Jong entró por Pedri.

Pese a que en el descuento del descuento empató Luuk de Jong, el Barça regresó a sus tinieblas. Acabó el partido arrastránd­ose y sin luz, como solía hacerlo con Koeman. Lamentable Piqué, a su edad, expulsado por una bronca estúpida. El Espanyol fue para Xavi como esos Reyes Magos que además de no traerle nada al niño le quitan algo que ya tenía.

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EFE Piqué y Nico Melamed fueron expulsados tras encararse//

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