ABC (Andalucía)

«Es el nuevo fútbol, Carletto»

- IGNACIO RUIZ-QUINTANO

Eso le dijo el árbitro Mateu, el de los rodillazos BLM, a Ancelotti, que al final del partido con el Granada en el Bernabéu quería saber por qué había cortado una contra de Valverde, que salió vencedor de un forcejeo limpio y se quedaba solo ante el portero.

–¡Es el nuevo fútbol, Carletto! Yo no quería, oiga, pero nuevo fútbol es nuevo fútbol, y si nos mandan a pitar, pitamos, quería decir Mateu, luego elevado por Ancelotti a la categoría de mejor árbitro del mundo.

La de Valverde es la jugada que nos vino a la cabeza cuando Sánchez Martínez (así firmaba un gran fotógrafo de ABC, famoso por su Leica camuflada en las barbas), el mejor árbitro de Murcia, vio el estúpido guantazo de Albiol (exmadridis­ta) a Vinicius… y prefirió hacerse el loco, como en el viejo fútbol, con sus viejos cronistas, los que tanta guerra dieron hace un mes con un penalti (¿contacto? ¿no contacto?) de Alaba en San Mamés.

–Hombre, vaya, pues vale, la TV ya ha dicho codazo, pero la TV debe ser neutral, ¿no? –parloteaba Roig Jr. ante las cámaras en el descanso.

Hombre, vaya, pues vale, lo que debe ser neutral no es la TV, que tiene sus propietari­os, sino el arbitraje, y en el guantazo de Albiol a Vinicius ante las napias del árbitro no lo fue.

–Hombre, si no hay sangre no hay nada –declaró Albiol, que lo ha aprendido todo de Sarri… y de Sam Peckinpah.

Los futbolista­s se coscaron de la jugada, y Parejo (exmadridis­ta) probó suerte con otro guantazo a Vinicius que en el nuevo fútbol es expulsión, pero en el viejo fútbol es lo que al árbitro le salga del magín. Sánchez Martínez lo vio, pero como se había hecho el loco con lo de Albiol, se agarró al ‘sostenella y no enmendalla’, y ahí lo dejó, más la compensaci­ón de quedarse quieto ante la plancha de Asensio.

En la intersecci­ón del viejo fútbol y el nuevo fútbol anida la arbitrarie­dad que manipula una competició­n, y puestos entre la espada y la pared recurriría­n a Doña Ciencia, representa­da en la Liga por la Business Intelligen­ce de La Liga Tech, con el científico de datos Ander Doncel, que sería el Bertrand Russell de Tebas, pero sin la gracia del genio inglés, aunque con un Beyond Stats de la juguetería del terratenie­nte americano Bill Gates que, a base de estadístic­as predictiva­s, puede anticipar lo que ocurrirá en un partido, incluidos los guantazos de Albiol y Parejo y la plancha de Asensio, todo de gran ayuda para cronistas obligados a escribir la crónica del partido en tiempo real, que eso es simultaneí­smo, y no lo de Umbral.

¿Cómo justificar científica­mente la omisión arbitral en las guantadas a Vinicius de Albiol y Parejo? El Doncel de Tebas podría contestarn­os como Russell y explicar que, con la ley de Einstein en la mano, la aparente simplicida­d de la colisión de las bolas de billar es totalmente ilusoria:

–En realidad, las dos bolas de billar nunca llegan a tocarse del todo. Lo que sucede es inconcebib­lemente complicado, pero es más parecido de lo que supone el sentido común a lo que sucede cuando un cometa penetra en el sistema solar y vuelve a salir.

Recapitule­mos: el nuevo fútbol de Mateu se basa en la vieja ley de Newton, para la cual la fuerza entre dos bolas de billar aparece inteligibl­e porque sabemos lo que es chocar con otra persona; pero el viejo fútbol de Sánchez Martínez se basa en la ley de Einstein, para la cual todo bolazo es relativo.

¿Qué arbitraje aguarda al Madrid el martes en París, el de Newton o el de Einstein? El jeque es pro-Ceferino, pero Ceferino es anti-Florentino, que ha cometido el error de reformar el Bernabéu en un solo envite, con el alarde que eso supone, cuando en España hasta los panaderos reforman la tahona a plazos anuales para no despertar a la envidia que los dejaría sin clientela.

La Liga, entre los calendario­s de Roures y los pitos de los Sánchez, los Hernández, los González y los Martínez, le va a costar bastantes muelas, y no hay que descartar al Barcelona de Xavi, que viene desde atrás con todo el periodismo soplando de popa.

En la Champions queda la esperanza de Bale, el Pegaso al que Zidane ató a un arado. El pintoresqu­ismo de Isco como delantero centro fue un homenaje de Ancelotti a Miguel Muñoz y su «¡Balones altos a Eloy!» el día de Bélgica en México. Bale devuelve grandeza al ataque del Madrid, que en condicione­s normales pasará la eliminator­ia. ¿Cómo? «El Madrid es un favorito cultural», dice Valdano, «porque el fútbol es un elemento de tensión que genera cosas», haciendo suyo el Más Madrid de Errejón, su maestro: «La hegemonía se mueve en la tensión entre el núcleo irradiador y la seducción de los sectores aliados laterales».

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// AFP Albiol y Vinicius
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