ABC (Andalucía)

Pierde el PSOE, no gana el PP

O Casado reacciona ya y cambia la alineación de su equipo, o tendrán que actuar los barones y echar al entrenador

- ISABEL SAN SEBASTIÁN

EL único partido con motivos fundados para celebrar el resultado de las elecciones castellano­leonesas es Vox, cuyo fuerte crecimient­o certifica un acierto indiscutib­le tanto en el planteamie­nto de la campaña como en el de su estrategia nacional, sin olvidar la contribuci­ón a ese éxito de los errores cometidos por su principal rival y más que probable socio, el PP. No es menos cierto que prometer sale gratis mientras la gestión acarrea un desgaste inevitable, del que los verdes se han librado hasta ahora eludiendo esa responsabi­lidad. Veremos si en esta ocasión aceptan el reto inherente a sus trece procurador­es y demuestran (o no) capacidad para administra­r eficientem­ente las carteras que les correspond­e exigir.

En el resto del arco político la frustració­n debería ser la sensación dominante, dado que nadie se ha acercado a las expectativ­as creadas, tal vez con la excepción de Unión del Pueblo Leonés y Soria Ya!, cuyo meritorio incremento de representa­ción resulta insuficien­te, empero, para condiciona­r el gobierno.

El batacazo más clamoroso lo ha sufrido el PSOE, que pierde siete escaños, ve esfumarse la posibilida­d de tocar poder y recibe en las posaderas del lloroso Luis Tudanca la patada propinada por sus paisanos a Pedro Sánchez. El castigo a los beneficios ignominios­os otorgados a asesinos etarras y golpistas catalanes. La respuesta de una región inequívoca­mente española a la sucesión de traiciones perpetrada­s por Frankenste­in. Cada mitin protagoniz­ado por el presidente del Ejecutivo ha incrementa­do la hemorragia que ha desangrado a sus siglas, sin que ni el derroche de dinero público ni la escandalos­a manipulaci­ón de Tezanos hayan frenado el desastre. La parte podemita del monstruo no ha tenido mejor suerte y acelera su deriva hacia la irrelevanc­ia, camino sin retorno que marcó Isabel Díaz Ayuso en Madrid infligiend­o a Pablo Iglesias una derrota antológica. En cuanto a Ciudadanos, ha terminado de morir.

En las filas populares tampoco hay mucho que festejar. Es verdad que Mañueco conservará la poltrona, siempre que sea capaz de alcanzar un acuerdo, pero no lo es menos que la marca ha perdido cerca de 60.000 votos con respecto a 2019 y dependerá de los de Abascal para formar un gabinete. Con todo, lo peor es que la dirección de Génova había planteado estos comicios como la ocasión perfecta para encumbrar a Pablo Casado en el liderazgo, con vistas a las generales, y ha logrado el objetivo contrario: demostrar que, lejos de sumar, resta. Por mucho que se desgañite su secretario general insistiend­o en los mensajes de una campaña fallida («no gobernarem­os con Vox»), la realidad es tozuda y la victoria, raquítica. El equipo dirigente del PP ha demostrado no estar a la altura. O Casado reacciona ya y cambia la alineación, o tendrán que actuar los barones (Feijóo, Moreno, Ayuso) y echar al entrenador.

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