Paco Arango El infatigable corazón de los ángeles
▶ Empresario, músico, productor y director de cine, un buen día pensó que era un hombre con tanta suerte que tenía que empezar a devolverla de alguna manera. Y así nació la Fundación Aladina de ayuda a niños con cáncer
Existen hombres a los que se les mueren los ángeles. A Paco Arango se le van algunos y con su muerte van construyendo un armazón de vida a la que se agarran los que se quedan y siguen luchando contra el cáncer infantil. El empresario, músico, productor y director de cine asume que la vida es un tránsito en el que debe dedicarse a los demás, «a diario me pregunto si no podría ayudar más, es lo que me mueve en la vida». Un buen día amaneció pensando que era un hombre con tanta suerte que tenía que empezar a devolverla de alguna manera. Quiso hacer un voluntariado «duro, de los de mancharse las manos de verdad». Un amigo sacerdote lo llevó al Hospital Infantil Niño Jesús, en Madrid, a atender a niños enfermos de cáncer. Iba todos los miércoles pero pronto pasó a hacerlo a diario. «Lo que yo hacía tenía que sobrevivirme», y, así, en 2005 creaba la Fundación Aladina.
Paco Arango (Ciudad de México, 1967) es el pequeño de los tres hijos de uno de los hombres más ricos de México, Plácido Arango, fallecido hace dos años. «Me enseñó a no dar nada por hecho, a esforzarme hasta el infinito para conseguir lo mejor». De la última escena con su padre –fundador del Grupo VIPS– siempre recordará la carcajada que soltó. Después llegó la tristeza que se apodera de los ojos que afrontan la última oscuridad. La mirada de Paco se cristaliza al recordarlo.
Es culto y creativo. Estudió Filología Francesa y Arte Dramático. En la música, de la que hizo carrera, es autodidacta. Llegó a grabar hasta cinco discos con la multinacional Sony. En 1995 decidió abandonarla y apartarse de la fama. Pero volvió a triunfar como productor televisivo con su ‘¡Ala…Dina!’ (TVE, 2000), interpretada por Paz Padilla. A los 32 años, a un mes de casarse, su novia, una famosa modelo española, lo dejó plantado y acabó con Michael Keaton, protagonista de Batman, personaje del que Paco es tan fan que, en su casa, el logo del murciélago sobrevuela estampado en la ropa de trabajo y hasta en paneles de luces fabricadas expresamente. Incluso uno de sus perros se llama Batman. El otro, Dina.
«He tenido depresiones por esto», reconoce refiriéndose a su labor en la Fundación Aladina, así que es difícil adivinar de dónde saca la fortaleza para cubrir con el abrigo de su sempiterna sonrisa el espíritu maltrecho cuando fallece alguno de los niños o adolescentes que atienden. «Es tan injusto el sufrimiento de un niño…». Puede que haya visto morir a casi medio centenar. «Es fácil darte cuenta de que son seres especiales. Por ejemplo, nuestra María, fuerte, María. Volví a cantar por ella. Dio una lección de optimismo hasta el final». Pasó junto a ella «tres maravillosos años» y participó en su tercera película. Son varios los chicos que aparecen en sus tres filmes, cuyos beneficios vuelca en su causa: ‘Maktub’ (2011), que significa «estaba escrito», le valió la nominación a los premios Goya como director novel; ‘Lo que de verdad importa’ (2017) y ‘Los Rodríguez y el más allá’ (2019).
«Todos estos niños ven el mismo cielo». ¿Qué queda de ellos en el fundador de Aladina? «Todo, absolutamente. Tanto si se van como si se quedan siguen formando parte de mí». No sé quién necesita más a quién, si los ángeles a Paco o él a ellos. «Nunca dejaré de dedicarme a esta causa. Estaré con estos niños y sus familias hasta que me muera». Y serán, por siempre, ángeles eternos.
Ayudar a los demás Quiso hacer un voluntariado «duro, de los de mancharse las manos de verdad». Un sacerdote lo llevó al Hospital Niño Jesús, con niños con cáncer