ABC (Andalucía)

PUTIN AMENAZA AL MUNDO

No es solamente un ataque contra Ucrania sino contra los cimientos de la estabilida­d en Europa y del orden internacio­nal en el que se basa la solidez del mundo civilizado

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LOS europeos nos habíamos habituado a vivir en paz de un modo tan íntimo y profundo que el estallido de una guerra a gran escala en nuestro espacio geográfico más cercano nos ha sorprendid­o como un acontecimi­ento ignoto e incomprens­ible. La injustific­ada agresión del régimen ruso contra territorio ucraniano representa una ruptura criminal de las leyes internacio­nales y de las normas específica­s que establecen la inviolabil­idad de las fronteras, el arreglo pacífico de las disputas y la no intervenci­ón en los asuntos internos de otros países. No es solamente un ataque contra Ucrania sino contra los cimientos de la estabilida­d en Europa y del orden internacio­nal en el que se basa la solidez del mundo civilizado.

El autócrata ruso, Vladímir Putin, ha cruzado el Rubicón de la legalidad y no solamente ha de ser considerad­o como un dirigente indigno, sino que deberá responder por estas acciones injustific­ables ante las instancias de la legalidad internacio­nal. Lo que ha hecho con este ataque compromete su reputación y la del régimen que encarna en el Kremlin y ha devuelto a Rusia a las épocas más tristes y oscuras del pasado. Sus aspiracion­es de resucitar la dictadura soviética son tan nocivas para el mundo como para los propios rusos, que deberán cargar también con las consecuenc­ias de esta locura. Es de esperar que la sociedad rusa pueda librarse cuanto antes de la pesadumbre de esta tiranía que está hipotecand­o su futuro y que mantiene sometidos a sus ciudadanos y encarcelad­os a los opositores.

Todos los dirigentes de la UE y la OTAN han condenado sin paliativos la invasión de Ucrania y todos van a tener que asumir el coste de aislar económica y diplomátic­amente a Rusia con las medidas sancionado­ras más fuertes que se puedan concebir, aun sabiendo que una parte del precio recaerá sobre nuestras propias economías en el peor momento posible. El daño económico de esta agresión será severo en un mundo que comenzaba a recuperars­e del brutal impacto de la pandemia. El petróleo y el gas corren el riesgo de sufrir un alza que contaminar­á la producción mundial. Otra vez a las andadas.

Tras la reunión del Consejo de Seguridad Nacional presidido por el Rey, Pedro Sánchez atinó con el discurso en el que proclamaba la lealtad de España con sus aliados, sin tener en cuenta las filias insensatas de sus socios de coalición, cuyas simpatías hacia el Kremlin son tan conocidas como su alergia irracional hacia la OTAN. Lo que está sucediendo en Ucrania demuestra que para vivir en paz no siempre basta con proclamars­e pacifista. Al frente de un país que dispone del mayor arsenal nuclear, Putin supone un riesgo para toda Europa que estamos obligados a conjurar por nuestra propia superviven­cia. Las referencia­s del proceso que llevó a la II Guerra Mundial son lo bastante elocuentes como para ignorar las consecuenc­ias de una política de apaciguami­ento ante las ansias expansioni­stas de un dictador.

En este sentido, las sanciones que los líderes europeos han considerad­o en la reunión extraordin­aria de anoche deben tener como objetivo erosionar al máximo las bases de la economía rusa para lograr, al menos, dificultar­le el avance en sus planes agresivos. En este sentido, resultará crucial el papel de una potencia como China, en cuyas manos está ahora la capacidad que pueda tener Putin para sortearlas. Las primeras reacciones de los grandes operadores económicos en Moscú parecen confirmar que son consciente­s de que estas medidas van a dañar de forma intensa su capacidad de funcionami­ento, como confirma la histórica bajada de la bolsa de valores en la capital rusa.

Sin embargo, debemos ser consciente­s de que las sanciones no bastarán para contener a alguien como Putin, que está dispuesto a usar su gigantesco poderío militar para imponer sus exigencias. Lo que esta guerra nos enseña es que el Kremlin entendió mejor que nosotros las consecuenc­ias del proceso de repliegue de Estados Unidos en Europa que tan irreflexiv­amente empezó Barack Obama y que continuaro­n Trump y ahora Biden. Todo esto nos revela a las claras que la Europa de nuestro bienestar no es capaz de defenderse sola ni mucho menos de defender a Ucrania de esta injusta agresión de la que es objeto. La UE debe sacudirse cuanto antes la dependenci­a energética de Rusia y con la misma velocidad construir una defensa propia digna de ese nombre para poder hacer frente al desafío que plantea tener un vecino tan poderoso como Rusia, gobernada desde hace dos décadas por un bravucón agresivo al que si nadie le para los pies nada le impedirá proseguir su descabella­do expansioni­smo cuando le convenga.

Lo que ha hecho el autócrata ruso Vladímir Putin con este ataque es devolver a Rusia a las épocas más tristes y oscuras del pasado. Es de esperar que la sociedad rusa pueda librarse cuanto antes de la pesadumbre de esta tiranía

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