ABC (Andalucía)

Las malditas fronteras

Una guerra en Europa podría significar hoy su desaparici­ón y la vuelta del planeta a sus orígenes

- JOSÉ MARÍA CARRASCAL

LAS fronteras han sido la mayor causa de conflictos en la historia. De ahí que vengan de frontispic­io y hayan devenido en frente de batalla. La Segunda Guerra Europea, que fue mundial, empezó por un corredor a Danzig a través de Polonia y la próxima puede haber empezado en Ucrania con la entrada de tropas y tanques rusos.

Pocas guerras más anunciadas. La anunciaron Biden y Putin sin que nadie les creyera: era demasiado loco, absurdo. Una guerra en Europa podría significar hoy su desaparici­ón y la vuelta del planeta a sus orígenes. Capacidad para ello hay en ambos bandos. Pero Putin ha jugado sus bazas hábilmente. Su objetivo no son sólo las dos provincias ucranianas ocupadas por sus tropas, es restablece­r las fronteras europeas surgidas de la II Guerra Mundial, con su mitad oriental bajo el patrocinio ruso. Volver a los estados satélites. O mejor: impedir que se acerquen la OTAN con sus misiles y la Unión Europea con su democracia, lo que más teme.

Para ello se aseguró la espalda con un pacto con China, su otro gran rival. Los chinos aceptaron por estar empeñados en un pulso con Estados Unidos por la hegemonía mundial en 2050. Para ello tienen que disputarle­s el dominio del Pacífico. Asegurado ese frente, Putin volvió sus ojos al Oeste y he empezado por lo más fácil, por Ucrania. El primer zarpazo, Crimea, le salió bien, pues había sido la joya de la corona de los zares y regalado a Ucrania por Kruchev, aparte de que sus dos provincias orientales, Donetsk y Lugansk, conocidas por Donbass, tienen población mayoritari­a rusa. Le bastaba presionar a sus gobiernos para declarar la independen­cia, reconocerl­as como Estados y sugerir que pidiesen ayuda para «evitar una masacre de la población rusa». Es lo que ha hecho, violando todos los pactos y normas internacio­nales. Asegura que no piensa «ocupar Ucrania» y puede que sea cierto, pero sus tanques, aviones y misiles se han concentrad­o en destruir los sistemas de defensa de Ucrania. Un gigante contra un pigmeo, sin importarle la condena internacio­nal, incluida la de nuestro presidente, al que parece preocuparl­e más la unidad de Ucrania que la de España.

¿Qué debemos observar para saber qué ocurrirá? Pues si Putin se contenta con Donbass o sus tropas siguen avanzando hasta dominar toda Ucrania. Lo primero podría negociarse, aunque le costará un ojo de la cara. «Las sanciones están dirigidas a sacar la economía rusa de la mundial y convertir a Putin en un paria», según Biden. Pero a él, ¿qué le importa si quien va a pagarlo es el pueblo? Aunque, todo hay que decirlo, también nos costará a nosotros. En cuanto a merendarse Ucrania, le garantiza una guerra de guerrillas tan larga como cruenta y ya ha habido protestas en Moscú. Pero las ansias de dominio ciegan y él fue oficial de la KGB.

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