«SI LAS TROPAS RUSAS TOMAN EL PAÍS TENDREMOS QUE HUIR A OCCIDENTE»
Una cascada de explosiones despertó ayer a los ucranianos anunciándoles que la guerra había empezado. Varios de ellos cuentan a ABC cómo huyen a «zonas seguras»
Coger el coche y huir o quedarse y esperar. Esas eran las únicas dos opciones que tenían los ucranianos la madrugada de ayer cuando el sonido de las bombas los sacó de sus camas. Alrededor de las 5 de la mañana, una cascada de fuertes explosiones iluminó el cielo nocturno ucraniano y despertó a los vecinos de Kiev y del este del país, anunciándoles que la temida invasión rusa había empezado.
«Escuché las explosiones y enseguida me asomé por la ventana, a lo lejos se veían ráfagas de misiles cayendo sobre objetivos», dice Olaxey desde Kramatorsk, una ciudad ubicada en el óblast de Donetsk, a tan solo 40 kilómetros del frente que separa a los rebeldes prorrusos de las Fuerzas Armadas ucranianas.
«Estaba durmiendo junto a mi esposa y mi hija de cuatro años. Las desperté, cogimos los bolsos que habíamos dejado preparados por si algo sucedía y nos subimos en el coche lo más rápido que pudimos», comenta el arquitecto que se encuentra en esta dura tesitura con su esposa que lleva nueve meses de embarazo. Han tenido que huir a Leópolis, ciudad al oeste del país para estar «a salvo» y cerca de la frontera con Polonia «en caso de que tengamos que volver a huir».
Salieron muy temprano por la mañana, todavía no se habían formado grandes atascos en la carretera y era posible repostar combustible en las gasolineras. Fue cuestión de horas que en todo el país se limitara la gasolina a 20 litros por coche y que se formaran filas kilométricas en las estaciones de servicio, complicando la huida de las personas.
«Si las tropas rusas cruzan se hacen con el control de las principales ciudades, la mayoría de los ucranianos tendremos que huir a Europa. Europa afrontará una gran ola de refugiados», comenta por mensajes de voz el hombre mientras conducía por el este de Ucraniaís.
«Todo afuera es caótico»
La profesora de danza Martha Janna permanece en Kiev, los helicópteros y cazas ucranianos que sobrevolaron durante toda la madrugada su casa, en las afueras de la capital ucraniana, no la atemorizaron lo suficiente para salir en estampida. Ahora ya es muy tarde para salir. «Estoy tratando de mantener la calma porque todo afuera es caótico: las autopistas están colapsadas y en los supermercados las estanterías ya están vacías», cuenta Janna maniatada en el salón de su casa.
Su novio, exsoldado en la guerra de Crimea, se ha sacado un billete en autobús para ir hoy a la ciudad costera de Odesa, puerto clave en el mar Negro y una de las zonas que más ha sufrido la ofensiva militar rusa, para luchar junto a las fuerzas ucranianas al sur del país. «Tenemos que defender nuestro país como se pueda. Yo iré al hospital a donar sangre para los heridos de la guerra», asegura pero, al mismo tiempo, baraja la posibilidad de que las tropas rusas tomen el control de la capital en las próximas horas. «Si eso sucede me refugiaré donde las Fuerzas de Defensa Territoriales de Kiev que son las responsables de protegernos en la guerra», confiesa.
En el otro extremo del país, la segunda mayor ciudad de Ucrania, Járkov, fue epicentro de feroces bombardeos lanzados desde la ciudad rusa de Bélgorod. Desde temprano, el humo negro producto de los ataques se elevaba al cielo y los jarkovitas lloraban a un hombre muerto en un ataque de misiles, una de las primeras víctimas del ataque.
Anna Chauman, profesora de inglés, de 31 años vive allí, pero cuando comenzó la ofensiva rusa se encontraba con unos periodistas belgas cerca del óblast de Donetsk. «Estábamos durmiendo y empecé a escuchar a la gente salir corriendo por los pasillos del hotel. Tuvimos que huir a toda prisa y ahora vamos conduciendo lo más rápido que se puede al otro lado del río Dniéper», asegura. Al cierre de esta edición, Anna no había podido llegar a su destino porque se habían quedado sin gasolina. «Estamos tratando de repostar combustible para seguir nuestro camino. Pero por la situación está siendo muy difícil», comenta.
Chauman tiene a toda su familia en Járkov y se muestra preocupada: «Estoy aterrorizada por lo que pueda pasar. Ellos están pensando a dónde pueden huir, pero no hay lugar seguro ahora mismo», explica y asegura que sería arriesgado salir desde Járkov al oeste porque tendrían que tomar la carretera con dirección a Kiev y la amenaza de las tropas rusas de tomar la capital es cada vez mayor.