No puede durar
Vladímir Putin es un gran y peligroso fantoche que lidera un gigante herido, con una economía sostenida por sus grandes reservas de todo tipo de materias primas, no solo energéticas, pero debilitada por sus propios desbarajustes internos y su inmarcesible corrupción administrativa. Con su orgullo intacto y el recuerdo permanente de un pasado glorioso (?) que no volverá, ejerce su poder en un país sin libertad de prensa ni oposición democrática, una mezcla que habilita la adopción de cualquier iniciativa por demencial que ésta sea.
Su decisión de invadir Ucrania va a provocar efectos inmediatos demoledores, porque va a agudizar las tensiones que ya padecía la economía occidental, al entorpecer los aprovisionamientos (en precios y en logística), alentar a la inflación y distorsionar los siempre histéricos mercados financieros. Pero es difícil que sean duraderos. Rusia no puede ocupar Ucrania de manera permanente. No puede desplegarse sobre el terreno, en un país de grandes dimensiones, con una población con un fuerte sentimiento antirruso (es lo malo de tener memoria) y enfrentándose a una oposición que estará fuertemente soportada en medios por Occidente. Aquí sabemos ejecutar a la perfección el cobarde juego de tirar la piedra y esconder la mano.
Así que ocupará mas territorio que el Donbass en disputa, para demostrar su fuerza, dejar patente la inacción de una Europa sin liderazgo y poder intercambiar más tarde la retirada de lo ocupado contra la eliminación de las sanciones impuestas. Estas serán siempre timoratas. En primer lugar porque la UE depende tanto o más de Rusia que Rusia de la UE y así como los rusos no protestarán –o no se oirá su protesta–, por la llegada de soldados muertos, en Europa ni siquiera estamos dispuestos a pasar frío en inverno por culpa de la falta de gas.
Mientras esto pasa, prepárese para ver caídas de valores en Bolsa –el baile se inició ayer y durará un rato–, soportar subidas del gas, padecer aumentos de las primas que cubren de todo tipo de riesgos, desde los comerciales a los de cambio y de transporte. Y siéntese para ver el espectáculo de una Europa paralizada por su inmanejable complejidad interna, por nuestra falta de arrojo y por la mayor importancia que damos a nuestros intereses sobre nuestros principios. Si es que todavía los tenemos... Comparen la intervención en televisión de un Putin majestuoso y amenazante anunciando la invasión, con la foto del Consejo de la UE, que cada día se parece más a un vagón de metro en hora punta.