La Junta, decidida a poner coto a la contaminación en Granada
► Invertirá diez millones para luchar contra el problema tras fracasar los últimos planes
Granada es una de las tres ciudades más contaminadas de España. Después de Madrid y Barcelona, la capital granadina y su área metropolitana llevan escuchando la misma frase desde hace casi una década, prácticamente desde el momento en que se empezaron a hacer los primeros estudios.
El plan de desarrollo planteado en 2013 nunca ha tenido efectos destacables, más allá de los negativos. En los últimos tiempos, Granada ha contabilizado en varias ocasiones la superación de los límites establecidos en cuanto a la contaminación atmosférica. A pesar de que en estos tres años, pandemia mediante, no se haya llegado a sobrepasarlos, la cuestión está ahí.
La Junta de Andalucía, a través de la consejera de Agricultura y Medio Ambiente, Carmen Crespo, anunció ayer una inversión casi sin precedentes, más teniendo en cuenta que es el Gobierno Central y el propio Ayuntamiento quienes deberían ponerse manos a la obra para paliarlo.
Según declaró ayer Crespo, la apuesta es un «plan efectivo» contra la contaminación en el área metropolitana de Granada, pero que se ha de articular precisamente en el grupo de trabajo puesto en marcha con ayuntamientos y el Gobierno.
En respuesta a una pregunta en el Parlamento de Unidas Podemos por Andalucía relativa a este tema, Crespo insistió en la necesidad de que tenga esa «efectividad» y no la que «había hasta el momento», citando el mencionado plan de 2013 y todavía vigente hasta 2020, que «no ha servido para nada».
Condicionantes
La consejera desarrolló a lo largo de su discurso que en esta zona del cinturón de Granada la calidad del aire lleva «muchos años» condicionada por «las emisiones contaminantes, por la orografía y la meteorología« convirtiéndose ya en un «problema histórico en Granada».
Como primera medida, valoró sobre todo la renovación de «la mayoría» de equipos informáticos para medición de calidad del aire, y de paneles informativos en la zona y que siguen sin dar a veces un resultado exacto.
En ese sentido, más allá de la inversión, la consejera aclaró que la mayoría de decisiones que se tomen en el grupo de trabajo constituido serán de competencia municipal o estatal, dado que al fin y al cabo son quienes deberían contar ya con un plan establecido... y efectivo. En la réplica a UP, es más, Crespo señaló que esperaba que le dieran la «enhorabuena» tanto a ella como a la consejera de Fomento, Marifrán Carazo, que «está implicada totalmente» en la ampliación del metro de Granada.
«Humo»
«El humo lo vendieron ustedes en 2013 con un plan que no se desarrolló», denunció, remarcando que «todos los años que ustedes cogobernaron con el PSOE se superaron con creces» los límites de contaminación.
El chascarrillo de los humos sirvió, de hecho, para la confrontación entre ambos parlamentarios. En la réplica, Jesús Fernández, diputado del partido de izquierdas, pidió «propuestas específicas» tanto de su departamento como de Fomento, al que afeó la «reducción» de autobuses que sirven al área metropolitana con la retirada de las restricciones por las primeras olas de la pandemia del coronavirus.
La denuncia, en todo caso, acaba volviéndosele en contra, puesto que también es competencia municipal en lo que respecta a los autobuses urbanos y el uso de autobuses, que ese sí es de la Junta, lleva años en decadencia.
Fernández señaló en ese sentido que con el primer estado de alarma se redujeron las emisiones contaminantes, y que sobre esa base se podría haber hecho «mucho más», pero «en vez de luchar», a su parecer, «se ha perdido un tiempo valioso».
El parlamentario terminó con una sospecha en torno a esta nueva inversión, señalando que «no van a llegar a buen puerto» y que «seguramente» Granada seguirá siendo «la ciudad con más contaminación en el año 2023».
Por sus condicionantes orográficos, Granada es la tercera capital más contaminada del país, tras Madrid y Barcelona
La consejera Carmen Crespo recordó ayer el fiasco del plan acordado por la Junta en 2013, «que no ha servido para nada»