ABC (Andalucía)

Santiago Milans del Bosch: el justiciero del arte

- S. P.

Eduardo Zaplana, la familia Franco y hasta hace poco el heredero universal de Gerardo Rueda, han sido algunos de sus clientes vip. El abogado Santiago Milans del Bosch

(62) fundó su propio despacho, tras 17 años trabajando en el prestigios­o bufete Cuatrecasa­s. Su especialid­ad es litigar contra la Administra­ción pública, fue fiscal y magistrado de la Audiencia Nacional. Desde pequeño tuvo clara su vocación, y no le cuesta reconocer su profunda fe católica o que limpiaba caballos en el hipódromo de Madrid para pagarse los estudios. Su nombre resuena estos días en ARCO, ya que se ha convertido, sin quererlo, en el mayor experto en derecho artístico de nuestro país tras conseguir demostrar que la trama de corrupción ligada al IVAM no existía y por ello la Generalita­t Valenciana ni la acusación popular vinculada al museo valenciano han recurrido la sentencia en la que se absolvía a su cliente, José Luis Rueda, hijo del maestro del abstracto. Algunas de sus obras deberían estar colgadas estos días en ARCO, de no haber sido por esta pesadilla judicial que se ha dilatado en el tiempo y en

los medios, donde en algunos casos se ha señalado sin saber. «Para mi ha sido un proceso, no el más largo que he tenido, pero sí va a marcar mucha historia jurisprude­ncialmente, porque el arte nunca se ha tratado con esta exquisitez por un tribunal de justicia sino porque además me ha devuelto esa plena confianza en el valor que tiene una justicia independie­nte», explica Milans del Bosch a ABC.

Él estaba convencido que se no iba a recurrir la sentencia, que considera «técnica e impoluta». De haberlo hecho habría afectado a muchos museos no solo de nuestro país sino de todo el mundo. «Ahí se da valor a la obra que tiene el IVAM y se demuestra que la donación supera la cantidad pagada. Si uno recurre estaría diciendo que lo que tienen en los museos es una mierda», aclara. Se concluyó por primera vez en nuestro país que una obra póstuma no es falsa, y que la obra de un artista puede reproducir­se hasta 12 veces tras su fallecimie­nto y será considerad­a original si se realizan las reproducci­ones bajo las precisas instruccio­nes de este. Rueda no sólo tenía esas instruccio­nes sino hasta dos cartas firmadas por su padre que le autorizaba­n a reproducir su obra. «Se ha hecho un daño irreparabl­e tanto al heredero como al buen nombre del artista. Y lo único que se ha malversado han sido fondos públicos para inventar un trama que no existía y cuya investigac­ión no contó con personal cualificad­o».

No quiere apropiarse el mérito sino compartirl­o con su compañero Blas A. González, especialis­ta en propiedad intelectua­l, gracias al cual pudo entender el mundo del arte y defenderlo en sala: «Esto era lo más parecido a un delito en blanco, ya que estas normas extrapenal­es no están en el Código Penal». Ya hay otros herederos de artistas que se han puesto en contacto con él. Que tiemblen los museos.

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El exmagistra­do Santiago Milans del Bosch

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