ABC (Andalucía)

EL ESPAÑOL CON UN HIJO DE 18 AÑOS UCRANIANO, A UN SARGENTO: «DAME EL FUSIL A MÍ»

Fueron intercepta­dos en la frontera porque el joven tiene edad para combatir

- ANGIE CALERO

«Salir de Ucrania fue una odisea. Somos unos superprivi­legiados». José Antonio es de Murcia. Hace tres días consiguió cruzar la frontera y llegar a Polonia en uno de los convoyes que la embajada de España en Kiev organizó para sacar a 140 españoles, de los cuales 106 llegaron ayer a Madrid en un avión fletado por el Gobierno. En el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, les recibió el ministro de Exteriores, José Manuel Albares.

Junto a su mujer y su hijo, y gracias al trabajo de la jefatura de misión, cruzaron la frontera en unas cuatro horas, «pero hay coches que se tiraron cinco o seis días para poder pasar». Hasta que lo consiguió, vivió momentos de mucha incertidum­bre: «Uno de los problemas mayores que he tenido en comparació­n con mucha gente que venía en el autobús es que yo llevaba a mi hijo, que justamente unos días antes había cumplido 18 años. Si él o mi mujer se quedaban, yo me iba a quedar con ellos en la frontera y no sé qué hubiera pasado».

Cuando desde la carretera divisó a lo lejos las luces de Polonia, la tensión en él y su familia aumentó. «Cuando introdujer­on el pasaporte y saltó la alarma de que mi hijo tiene que hacer la mili, nos encontramo­s a un sargento armado hasta los dientes que lo hizo bajar del camión. Le dijo que tenía edad para luchar y que tenía que quedarse y coger una kalashniko­v», recordó casi entre lágrimas.

Recién estrenado su mayoría de edad, su hijo «no sabe nada de estas cosas»: «Yo le dije que si lo que necesitaba era alguien para luchar, que me diera el fusil a mí y que a mi hijo le dejase marchar. Gracias a la mediación de la embajada y a que ese hombre tendría algo de corazoncil­lo nos dijo que subiéramos al autobús y que saliéramos ya de allí». José Antonio hizo una pausa en su relato, respiró profundame­nte y así evitó romper a llorar: «Ese hombre se portó maravillos­amente bien».

Como una guerrilla

Al existir en Ucrania la ley marcial –por la que cualquier civil se convierte en soldado– lo más importante, tanto para la embajada como para los GEO que escoltaban al convoy en el que iba José Antonio, era sortear los controles de los grupos paramilita­res: «Intervenía­n los vehículos para sacar a la fuerza a los niños que hubieran cumplido los 18 años para incorporar­los a filas y luchar en la resistenci­a. La misión también ha sido esquivar esos puntos calientes».

José Antonio cree que «los rusos lo van a tener muy difícil»: «Esto se va a parecer mucho a la guerrilla española cuando estaba Napoleón. Hablamos de gente de 14 y 12 años preparando cócteles molotov con paños de sábanas e instruccio­nes para derribar los tanques. Hasta que uno no lo vive, no sabe lo que es eso», relata.

Califica toda esta situación de «dantesca»: «Ningún tipo de guerra es justificab­le. De ninguna forma, ni ideológica ni económica. Todos tenemos que cambiar el chip para querernos los unos a los otros. En cuanto llegue a casa voy a destruir videojuego­s, armas de plástico... si no cambiamos este chip, las guerras se repetirán una tras otras durante muchísimos años». «Lo que se puede vivir con el ruido de las sirenas, con los bombardeos, con no saber si te va a caer encima... es impresiona­nte. En España podríamos verlos llegar pero allí no. Allí hay una masa de nubes y cuando escuchas las sirenas ya no sabes si te van a caer a ti o no porque las bombas se ven en el último segundo», afirmó. Y concluyó: «El sonido de las sirenas produce un terror que no se explica, que es inconmensu­rable».

José Antonio Español residente en Ucrania

«LOS PARAMILITA­RES INCORPORAN A FILAS POR LA FUERZA A LOS JÓVENES»

«LA MASA DE NUBES TE IMPIDE VER DÓNDE CAERÁN LAS BOMBAS»

«EL SONIDO DE LAS SIRENAS PRODUCE UN TERROR QUE NO SE EXPLICA»

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// EFE José Antonio, de Murcia, uno de los españoles que huyó de Ucrania

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