Descubren la ventaja genética que pudo ayudar al lince a eludir la extinción
▶ Una ‘purga’ en el ADN permitó eliminar muchas mutaciones nocivas
Del lince se ha dicho, con razón, que es un débil genético. Víctima de la caza y los venenos, hace veinte años contaba con menos de cien ejemplares en la península ibérica. Sufrieron la endogamia hasta convertirse en una de las especies con la diversidad genética más reducida del planeta. La falta de sangre nueva se tradujo en enfermedades, infertilidad y una mayor incapacidad para adaptarse a cambios ambientales. Estuvieron muy cerca de extinguirse. Solo los trabajos de conservación lograron que estos felinos renacieran, hasta el punto de que hoy en día hay más de un millar distribuidos por diferentes áreas desde Jaén a Portugal.
Débiles, pero no tanto. Resulta que los linces ibéricos tenían un mecanismo genético que ha podido ayudarles a esquivar algunas de las más perjudiciales consecuencias de la endogamia. Un equipo liderado por la Estación Biológica de Doñana-CSIC analizó los genomas de 20 linces ibéricos y 28 boreales o eurasiáticos, descubriendo que a pesar de que el ADN de los gatos patrios sigue teniendo lastres, han sido capaz de ‘purgar’ algunas variantes, las más peligrosas.
Existe un tipo de mutaciones, las recesivas, cuyos efectos nocivos solo se manifiestan cuando coinciden en ‘doble dosis’. Por ejemplo, cuando se heredan de los dos progenitores al mismo tiempo. «En las poblaciones pequeñas, como el nivel de consanguinidad es mucho mayor, la probabilidad de que estas mutaciones recesivas acaben coincidiendo en un mismo individuo es mucho más alta. De esta forma, el animal no es capaz de reproducirse o, directamente, de sobrevivir, con lo cual las mutaciones nocivas se pueden purgar de la población», indica Daniel Kleinman, de la estación de Doñana. Y eso es, precisamente, lo que ha ocurrido entre los linces ibéricos. La purga genética logra eliminar muchas mutaciones recesivas nocivas, hasta el punto de que los ibéricos están más ‘limpios’ que los boreales. «Hay muy pocas especies en las que eso se haya medido expresamente», dice José Antonio Godoy, de Doñana. Según el científico, estos estudios han permitido generar un catálogo de mutaciones deletéreas (en la secuencia del ADN) que pueden afectar a los linces. Por ejemplo, «futuros estudios podrían descubrir qué genes influyen en algunas enfermedades habituales en estos felinos, como la criptorquidia, un síndrome por el que no bajan los testículos y causa infertilidad, y la epilepsia entre los cachorros».
Para Godoy, los programas de conservación y la cría en cautividad han convertido la del lince en una historia de «éxito». Hoy, las dos poblaciones remanentes en Andújar y Doñana, que llegaron a ser muy distintas genéticamente, se han mezclado. Hay 1.111 ejemplares en libertad en áreas donde antes estaban desaparecidos, como el valle de Guarrizas en Jaén, Montes de Toledo, el valle Matachel (Badajoz) y el valle del Guadiana, en Portugal. Muchos cachorros nacen cada año. Ahora, el objetivo es que el lince ibérico deje de estar amenazado y pase a la categoría de ‘vulnerable’. Para conseguirlo, aparte de hacer crecer las poblaciones, el proyecto con fondos LIFE europeos LinxConect intenta conectarlas entre sí, ya que todavía están bastante aisladas. Sin duda, los estudios genéticos contribuirán a su recuperación.