Redoble de tambores electorales en el 28F
En el primer Día de Andalucía con Susana Díaz ejerciendo de ‘ex’, el congreso del PP estaba en boca de casi todos. Bosquet hizo balance de su ciclo y atacó a los nacionalistas y a los que «no creen en la autonomía»
Andalucía será el escenario de la siguiente batalla electoral. El aroma de fin de ciclo impregnó el pleno del Parlamento
El Día de Andalucía amaneció gris, frío y entre neblinas. Conforme fueron llegando los diputados y autoridades al Parlamento, el sol se fue abriendo paso entre las nubes para iluminar el patio de banderas, que hizo las veces de salón de plenos en el antiguo Hospital de las Cinco Llagas, por aquello de que corriera el aire en tiempos de coronavirus. Una de las más madrugadoras fue la senadora del PSOE por Andalucía Susana Díaz, ejerciendo como ‘ex’ de todo por primera vez en su vida política. Fue extraño ver a la anterior presidenta ocupar su asiento junto a otros políticos retirados. A su derecha se sentaba José Antonio Marín Rite, presidente de la Cámara en el siglo pasado, y algunos de sus sucesores: Javier Torres Vela, Mar Moreno, Fuensanta Coves y Manuel Gracia, todos del PSOE, como ejemplos de los 37 años de hegemonía.
Detrás de Díaz, se sentaba Juan Espadas, quien le dobló el pulso en las primarias del PSOE-A y aspira a ser presidente. Aparte de ella, ningún otro exmandatario andaluz acudió al acto institucional del 28F, en el que la presidenta de la Cámara, Marta Bosquet, hizo balance de la «intensa y productiva» legislatura que está a punto de acabar, en la que se han aprobado 20 leyes y renovado todos los órganos de extracción parlamentaria. El congreso del PP, el presidente gallego como revulsivo ‘popular’ y la influencia que tendrá Andalucía en la nueva dirección, monopolizaron las charlas en los corrillos. La comunidad será el escenario de la siguiente campaña electoral después de Castilla y León, donde Vox aspira a gobernar. Y ese aroma de fin de ciclo se palpaba en los gestos y los discursos.
A Susana Díaz, vestida de color berenjena, le separaba un pasillo que agrandaba las distancias que le separa de los ministros de Hacienda, María Jesús Montero, y de Agricultura, Luis Planas. No se vio ninguna complicidad entre ambas, ni siquiera por los tiempos que pasaron juntas en el Consejo de Gobierno. De la ministra no se separó Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, vicepresidente primero del Congreso. El Ayuntamiento de Sevilla estaba representado por su alcalde, el socialista Antonio Muñoz.
Montero sobresalía con su traje azul eléctrico, pero Marta Bosquet –que se presentó vestida de verde, blanca, verde, como la bandera andaluza– se olvidó de nombrar a los ministros, como dicta el protocolo, lo que indignó a diputados socialistas como su portavoz, Ángeles Férriz. Haciendo gala de su andalucismo, el presidente Juanma Moreno, llegó con corbata verde y de la mano de su mujer Manu Villena. Ante una nube de micrófonos, su consejero Elías Bendodo, se mostraba confiado en que el PP «sale reforzado» de la crisis que acabará con la carrera de Pablo Casado y el ascenso de Alberto Núñez Feijóo. Había ganas de intercambiar impresiones tras una pandemia que ha impedido a los 109 diputados andaluces asistir a las sesiones por limitaciones de aforo. Faltaron los de Vox. El único que acudió a la cita fue su portavoz, Manuel Gavira, pero lo hizo como secretario tercero de la Mesa del Parlamento. «Las autonomías son una fuente de desigualdad y división», aseguraba Gavira, quien ejerce de representante de la autonomía que preferiría eliminar.
El acto comenzó con el izado de la bandera y el himno andaluz a cargo del cantaor Arcángel. Tras la música llegó la letra en boca de Bosquet, que armó un discurso liberal. Alzó la voz contra «la agresión injustificable» de Rusia hacia Ucrania y contra las «presiones crecientes sobre nuestro modelo de convivencia». Éstas las atribuyó a «quienes no creen en las autonomías» –un recado a Vox– y a «quienes las usan como arma para intentar dividir, obtener privilegios o levantar fronteras» –por los nacionalistas–. Pidió no «hacerle el juego a quienes no creen en la libertad e igualdad» porque «incendiar es rápido». A esa hora el sol ya había dejado de remolonear e inflamaba con su calor un 28F de tregua antes de los tambores electorales.