El modelo de Putin para Ucrania es Bielorrusia
La política internacional se basa en un solo principio: «O conmigo o contra mí», no hay lugar para la neutralidad
LA pregunta que todos nos hacemos es ¿cómo acabará la invasión de Ucrania por parte de Putin? Vista la debilidad de la Unión Europea y la nueva política estadounidense de repliegue internacional, lo más probable es que al final se llegue a un acuerdo por el cual Ucrania quede como un protectorado de Rusia, al estilo de lo que hoy es Bielorrusia. Obviamente, se firmará un compromiso de salida de las tropas rusas, de no entrada de Ucrania en la OTAN, de retirada por ambas partes del armamento militar desplegado en la zona y de garantías de suministro de gas y otras materias primas a Europa. Rusia no cumplirá con el compromiso de retirada del armamento y forzará unas nuevas elecciones en Ucrania que ganará un partido prorruso que se perpetuará en el poder. Lo que está pasando ahora en Ucrania ni es una novedad, ni es una sorpresa. Desde la caída de la Unión Soviética, Ucrania ha vivido en la inestabilidad política, bajo la presión de Rusia y de los oligarcas prorrusos. Es a partir del año 2005, tras la Revolución Naranja, cuando se produce un mayor acercamiento de Ucrania a la Unión Europea y a Estados Unidos. Aunque fueron tiempos convulsos, se avanzó bastante en la relación con los Estados Unidos, pero no tanto con la UE. Sin embargo, la corrupción política y económica evitó la modernización del país y cortó sus posibilidades de desarrollo.
La decisión del presidente Yanukovych, prorruso, a finales de 2013 de no firmar el Acuerdo de Asociación con la UE provocó la Revolución de la Dignidad (Euromaidán), la invasión de Crimea por las tropas rusas y las revueltas independentistas en las regiones del este del país. Putin consiguió parar la posibilidad de una futura entrada de Ucrania en la UE, anexionarse Crimea e iniciar un conflicto militar en una parte del país, pero el trabajo no estaba terminado. A partir de ese momento, Putin necesitaba una nueva excusa y un entorno apropiado para rematar la faena, ahora los ha encontrado.
Los presidentes Poroshenko y Zelenski intensificaron de forma notable las relaciones políticas y económicas con Estados Unidos, entendiendo que era el único aliado que podría ayudarle a mantener su independencia de Rusia. Esa realidad ha sido vista por Putin como un grave riesgo para Rusia y como una perfecta excusa para invadir Ucrania y terminar el trabajo que inició en 2014. Desafortunadamente, la política internacional se basa en un solo principio: «o conmigo o contra mí», no hay lugar para la neutralidad. Sin embargo, la posición geográfica y la historia de Ucrania le permitiría mantener unas solidas relaciones políticas y económicas con Rusia y con Occidente. Putin nunca lo permitirá. Eso es algo que no debemos olvidar para seguir luchando por preservar nuestra democracia liberal.