Solíamos llamarlo fascismo
En el PP ha habido un intento de golpe de Estado oligárquico
LA patológica pulsión española por el linchamiento. El ataque al hombre que en las últimas semanas ha sufrido el ya ex secretario general del Partido Popular, Teodoro García Egea. La superioridad moral no es exclusiva de la izquierda. Hay una mezquina y transversal tendencia por hacer ver que no hacemos lo que hacemos o que somos mejores que lo que criticamos. A veces –pocas– es ignorancia, porque por debajo de los cínicos queda siempre un poso de indocumentados. Pero normalmente es el totalitarismo de usar cualquier bajeza para expulsar al otro de la partida –y si puede ser, de la vida– para quedarte con todas las ganancias. Pablo Casado ganó unas primarias y llevan semanas intentándolo echar a golpe de tuit y de tumulto, tal como Podemos pretendió tomar el cielo por asalto o el independentismo quiso barrer a España de Cataluña. Entonces, a aquello, lo llamamos fascismo, y yo todavía pienso que teníamos razón.
Si el centro derecha quiere presumir de civilizado y estar en condiciones de presentarse como alternativa a la tiranía del populismo izquierdista no puede organizar noches de cristales rotos para eliminar al que no le gusta sin respetar los cauces ni pasar por las urnas. La derecha suele gobernar bien e incluso muy bien. Pero en la oposición se impacienta y a veces le salen tics de otras épocas que favorecen sus más injustas caricaturas.
Yo puedo entender que los adversarios de Casado odien a Teo, porque el trabajo de Teo consiste seguramente en ser odiado por ellos. Pero me cuesta mucho más entender que se puedan hacer análisis serios legitimando el griterío de la calle por encima de los procedimientos democráticos de los que un partido como el PP dispone, con todas las garantías. Sobre todo cuando más persuadido estás de tener razón, más tienes que recordar que, en democracia, las formas son el fondo. En el PP ha habido un intento de golpe de Estado oligárquico, palaciego. El ser elegido por aclamación que Feijóo ha pretendido siempre es un acto de cobardía y caudillismo. Que presumiblemente hoy anuncie que se presenta al Congreso Extraordinario es al fin un primer signo de normalidad democrática. Que Isabel Díaz Ayuso haya basado su propaganda, desde que llegó a presidenta de la Comunidad, en presentarse como única alternativa a Pedro Sánchez, y que a la hora de arriesgar se esconda en su zona de confort de decir que lo suyo es Madrid y no se presente como alternativa a la cúpula del partido que ha llamado a barrer, dice poco de su consistencia y de su compromiso.
El próximo líder del PP y el próximo presidente del Gobierno –que no serán la misma persona si prevalece en la derecha la cobardía de los que tiran la piedra y esconden la mano– también tendrán a su Teo, y también os haréis los ofendidos y le odiaréis, hasta que mandéis vosotros y os pongáis de guardián al mayor hijo de puta del reino, que es como actuáis los victimistas, los pacifistas, los de las altas lecciones de todo cuando por fin tocáis algo de poder y acudimos a reclamarlas.