ABC (Andalucía)

Comunistil­las

Son solo comunistas de boquilla, camerino y chalé

- MANUEL MARÍN

Ahora que Podemos ya sabe que el comunismo de verdad, no ese de juguete que practican, no es un divertimen­to de mesa redonda revolucion­aria con una Internacio­nal cantada a medio gas, ni una asamblea universita­ria de pequeños dictadores de imitación, se nos quedan callados. Ahora que ya saben que el comunismo de verdad va de invasión, imperialis­mo y miseria, se nos quedan callados. Y ahora que Podemos ya sabe que lo que ha defendido siempre es hoy la imagen de un carro de combate aplastando en Kiev un coche con su conductor dentro porque sí, y que hay niños que mueren bombardead­os en sótanos de infravivie­ndas, se nos quedan callados. Sobran estos pacifistas de salón y tanto buenismo arco iris.

Ahora que Podemos sabe que exhibirse con camisetas del Che, hablar de pobreza energética, apropiarse de la ‘gente’, aborrecer banderas y patrias, parlotear sobre macrogranj­as, y exigir que comamos ensalada de kale no es el comunismo de verdad, se callan. Su comunismo de mentirijil­la creía que las muertes dictatoria­les en directo, el aplastamie­nto de un pueblo libre y soberano, y el odio de unos perturbado­s a todo lo que suene a legalidad y libertad, eran solo pura retórica. Ahora que lo ven en vivo, balbucean acobardado­s porque no saben qué decir. Son solo comunistas de boquilla, camerino y chalé. Y gritar ‘OTAN no’ es solo una pose infantil, un ridículo cósmico mientras juegan a ser políticos adoctrinan­do con la igualdad, el heteropatr­iarcado y ‘les gallines’.

Oí el testimonio de Olga en televisión. No sé quién es Olga, pero vi en sus ojos las lágrimas del miedo y el destrozo del alma. No sé quién era el soldado que se dinamitó la vida junto a un puente para que no pasara un solo tanque ruso. Los están matando en vida, pero aquí hay quien aún presume de comunista pijo con chapitas de hoces y martillos. Porque en el fondo, los nuestros no son comunistas, ni héroes, ni defensores de nada. Defensores de la libertad son los que dejan sus vidas en Polonia, Alemania o España para regresar a Ucrania, coger un fusil y pelear contra su invasor. Es el patriota frente al bobo profesiona­l, frente al comunistil­la de sushi y ‘brunch’, y frente al comunistil­la de plató de televisión de a 500 la tertulia. Frente al comunistil­la de ‘finde’ en casa rural, jacuzzi y vaso largo, y frente al solidario que dice que en Venezuela se come tres veces al día y se vive del carajo. Siguen perdidos en la inopia de sus cómodos círculos estudianti­les. Pero lo que ansían, mata.

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EFE
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